ALIMENTO DIARIO

  • "¿Quién tiene la última palabra?"


  • julio 24, 2008
  • Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. Hechos 4:33 (LBLA)Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. Hechos 4:33 (LBLA)


  • Recuerdo el día en que un policía vino a la iglesia y me pidió que lo acompañara a comunicarle a una familia que su esposo y padre había sido matado. Fui con él, y creo que, por ser su pastor, mi presencia y más que nada el consuelo de las Escrituras hicieron que las cosas fueran más fáciles.

    Aún así, no fue mi tipo preferido de visita.

    Hace dos semanas, la cadena de noticias ABC presentó un excelente informe sobre los soldados cuya responsabilidad es notificar a las familias cuyos seres queridos han fallecido.

    El artículo dice que es una tarea que no todo soldado puede o quiere hacer, y explica el entrenamiento que reciben. Habla del compromiso que tienen para con los compañeros caídos, y de su voluntad de hacer lo que sea necesario para que la familia reciba apoyo durante los primeros días de duelo.

    Personalmente nunca tuve en mente a ese grupo de soldados, pero ahora están en mi lista de oración. Que Dios les conceda gracia para cumplir con un trabajo impopular pero necesario.

    Junto con mis oraciones por este personal militar, también le he estado dando gracias a Dios porque, a diferencia de ellos, cada vez que he ido a una casa con la noticia de un fallecimiento, pude compartir la historia del Salvador. Y porque gracias a lo que Cristo hizo a través de su vida, de su crucifixión en el Calvario, y de su victoriosa resurrección sobre la muerte, pude asegurarle a esas familias que la muerte no tenía la última palabra.

    Sin lugar a dudas siempre hay lágrimas, dolor, sufrimiento, y duelo. Pero la historia de la salvación de nuestro Señor hace posible que tanto yo, como el resto de su iglesia, podamos dirigir a esas familias al lugar donde las lágrimas serán enjugadas, donde el dolor dejará de existir, donde los dolientes serán consolados.

    «… porque yo vivo, también ustedes vivirán», dijo Jesús. A diferencia de ese grupo especial de soldados, los cristianos tenemos este mensaje de resurrección para compartir con quienes están de duelo. Y eso hace una gran diferencia.

    ORACIÓN: Querido Padre celestial, por todo el mundo la muerte pone de luto a familias enteras. Te pido que envíes tu Espíritu Santo a quienes aún no te conocen, para que la paz de Jesús y la salvación que él ha obtenido florezca en sus corazones, y que, por tu poder, muchas familias lleguen a saber que la muerte no es más que el principio de la eternidad junto a ti. En su nombre. Amén.