ALIMENTO DIARIO

  • "Benefactor"


  • enero 8, 2009
  • Jesús les dijo: -Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Lucas 22:25-26ªJesús les dijo: -Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos, y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Lucas 22:25-26ª


  • En los 28 años que serví como pastor en una parroquia, nunca tuve que visitar a alguien que estuviera enfermo con cólera. Quizás sea porque, a menos que uno coma algún marisco crudo infectado o beba agua contaminada, es muy difícil contraer esa enfermedad.

    Es por ello que tuve que buscar información acerca del cólera después que leí que casi 1.000 personas han muerto recientemente en Zimbabwe debido a una epidemia, y alrededor de 16,000 han sido infectadas. Lo que descubrí fue que el cólera puede matar a una persona en menos de un día. Pero también aprendí que, si se le trata con agua, azúcar, y potasio, la mayoría de las personas logra recuperarse en forma relativamente fácil.

    La pregunta que me surgió fue: «¿por qué, entonces, hay tantas personas muriendo de cólera en Zimbabwe?» La respuesta es bastante simple: porque el presidente del país lo está permitiendo. En diciembre, el presidente anunció: «Me alegra mucho decir que no tenemos cólera». Y luego agregó: «ahora que no hay cólera, no hay razón para la guerra». Al hacer este anuncio, el Presidente Robert Mugabe estaba tratando de evadir una intervención humanitaria y militar.

    Entonces recordé las palabras de Jesús. En su última cena Jesús dijo que, a pesar que los reyes y autoridades opriman a sus súbditos pero aún así se crean benefactores, los seguidores de Jesús deben servirse mutuamente.

    Hace casi 2.000 años que Jesús dijo esas palabras, y nada ha cambiado. Muchos gobernantes todavía se aferran al poder, y algunos aún permiten que sus pueblos sufran. Por otro lado, hay iglesias y hogares cristianos en los que los hijos de Dios sirven el uno al otro, y también a sus enemigos.

    Los cristianos servimos con alegría. Y no puede ser de otra forma, porque hemos visto al Salvador que dejó su trono en el cielo y vino a un pesebre en la tierra. Para servir y salvar a la humanidad, Jesús vivió una vida perfecta y dejó que lo crucificaran, para que todos los que creen en él como Salvador, sean perdonados y reciban la promesa de un lugar en el cielo.

    Juan lo dice mejor aún: «Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero. Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto» (1 Juan 4:19-20).

    ORACIÓN: Querido Señor Jesús, por tu sacrificio y servicio soy salvo. Te pido que me ayudes para que mi agradecimiento se demuestre en la forma en que trato a los demás. Envía tu Espíritu Santo a los gobernantes y autoridades de este mundo para que se conviertan en verdaderos «benefactores». En tu nombre. Amén.