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ALIMENTO DIARIO
Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Salmo 22:9Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Salmo 22:9
Hace muchos años, el desaliento y la depresión eran compañeros constantes de un joven abogado. Llegó a caer en tan profunda oscuridad emocional, que sus amigos decidieron hacer desaparecer de su casa todos los cuchillos y las hojas de afeitar.
En su momento de mayor oscuridad, este abogado escribió: «Soy el hombre más miserable del mundo. No sé si algún día me mejoraré. Creo que ni siquiera lo merezco.»
Después de un tiempo ese joven, Abraham Lincoln, superó el desaliento y llegó a un puesto de poder y autoridad. Por la gracia de Dios, Lincoln, al igual que Martin Luther King, Jr. cuyo cumpleaños celebramos hace dos días, se dedicó a mejorar la vida de los demás.
Pero eso no quiere decir que fuera inmune al desaliento.
No tengo dudas que usted también ha experimentado desaliento. Todos pasamos por momentos en los que parece que el mundo se nos viene abajo, y que nada sale como quisiéramos. Quizás hasta alguna vez hayamos jugado con la idea de dejar este ´valle de lágrimas´.
Si esta es una descripción de lo que usted siente en estos momentos, es hora de que el Espíritu Santo le cambie la vida, ya sea a través de aconsejamiento, o de confesión, o aclarándole la visión que tiene de lo que el Señor ha hecho por usted.
Preste atención a las personas que le rodean y verá que hay algunas que están dispuestas a ayudarle. Entre ellas se encuentra el mismo Dios. Él quiere que sepa que lo que está sufriendo sólo es pasajero. Es más, se lo garantiza con su promesa.
A través de Jesucristo Dios nos lleva de la desesperación a la victoria. Así fue para Lincoln, y que así sea también para usted.
De una devoción escrita originalmente para «By the Way»
ORACIÓN:Querido Señor, tú eres mi escudo y quien me reanima cuando estoy desalentado. Te doy gracias por la victoria que es mía a través de Jesucristo. En su nombre. Amén.