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ALIMENTO DIARIO
Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Hebreos 10:24-25Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. Hebreos 10:24-25
La Pascua pasó; ya hemos comido la mayoría de los huevos de chocolate, y hemos guardado las decoraciones hasta el año que viene.
Este domingo que viene va a ser el domingo después del Domingo de Resurrección, lo que me recuerda una historia que quiero compartir ahora con ustedes. Hace varios siglos, en una villa en los Alpes, un noble decidió dejar de legado a su pueblo, una pequeña capilla.
Como iba a ser un regalo, nadie tuvo permiso para ver el interior de la misma hasta que estuvo terminada. Cuando llegó el día de su dedicación, los habitantes de la villa se quedaron maravillados ante su belleza, elegancia, y perfección. Tenía todo lo que una iglesia debía tener… menos luces.
¿Cómo era posible que no tuviera luces, comenzaron a preguntarse entre ellos? Con una sonrisa, el sabio noble señaló unos soportes que había en las paredes y, mientras lo hacía, sus sirvientes iban entregando una lámpara a cada familia. Luego el noble les dijo: «Cada vez que vengan a adorar, el lugar donde se sienten se iluminará; pero cada vez que no vengan, su lugar permanecerá oscuro».
Déjenme explicar por qué me gusta esta historia. Durante 25 años serví como pastor en diversas parroquias, y todavía recuerdo que el domingo después de Pascua y el domingo después de Navidad es cuando menos gente va a la iglesia.
No haga usted lo mismo. No permita que su lugar permanezca oscuro. El Salvador resucitado sigue estando allí y es tan digno de adoración este fin de semana como lo fue el fin de semana que pasó.
Desde aquí le aliento a que siga creciendo en el amor y en las buenas obras… y a que no deje de congregarse con sus hermanos en la fe.
ORACIÓN: Querido Señor, te doy gracias por el Salvador crucificado y resucitado, y te pido que me ayudes a cantarle alabanzas este domingo con el mismo entusiasmo con que las canté el domingo pasado. Haz que mi testimonio, junto con el de mi familia y mi iglesia, sea una luz brillante que refleje el amor que hemos recibido de Cristo. En su nombre. Amén.