ALIMENTO DIARIO

  • "La ley en el corazón"


  • abril 28, 2009
  • ... cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige... muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige. (Tomado de Romanos 2:14-15)... cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por naturaleza lo que la ley exige... muestran que llevan escrito en el corazón lo que la ley exige. (Tomado de Romanos 2:14-15)


  • Aunque mi barba ya se ha puesto canosa, todavía puedo recordar cuando era joven, e incluso los tiempos de sinvergüenza en los que hacía travesuras.

    La mayoría de ustedes también pasaron por esa época, ¿verdad?

    La semana pasada, Adar Hassan le dijo a la cadena informativa BBC que su hijo se había comportado como un pequeño sinvergüenza. Dijo que su hijo Abde, de 16 años, era inocente, menor de edad, y que no era responsable de nada, por lo que pidió al Presidente Obama que lo dejara libre.

    Abde estaba en un barco de guerra de la marina de los Estados Unidos donde le estaban curando una infección en la mano, cuando francotiradores de la marina dispararon a sus amigos, los tres piratas que mantenían secuestrado al Capitán Richard Phillips.

    Puedo entender que un joven se meta en ciertos problemas, pero en este caso, EL MUCHACHO ERA UN PIRATA. Se había subido a un barco que no era suyo, había secuestrado personas a punta de revólver, y había pedido un rescate. Es cierto que era un pirata joven y novicio, pero aún así seguía siendo un pirata.

    Todo esto me lleva a preguntarme: ¿cuándo vamos a dejar de poner excusas por lo que hacemos? Adán se excusó echándole la culpa a Eva, y Eva se excusó echándole la culpa a la serpiente. Nadie quiere asumir su responsabilidad.

    Lo cierto es que al Señor no lo engañamos con nuestras excusas. La Escritura es clara: aún cuando no tengamos una Biblia, la ley de Dios está en nuestro corazón. Y siendo que la paga del pecado es la muerte, todos estábamos destinados a la condenación.

    Al vernos totalmente impotentes, y para salvarnos de esa condenación, el Señor envió a su Hijo para que viviera y diera su vida como pago por la culpa de todos nuestros pecados, asegurándonos así el perdón y la salvación.

    Gracias a Jesús, todos los que creen en él y confiesan sus pecados son perdonados no por un presidente, sino por el Juez divino.

    ORACIÓN: Padre celestial, confieso mis pecados sin dar excusas, y te pido perdón por todos ellos. Ayúdame para que, con fe en el Salvador, pueda vivir como testigo suyo. En su nombre. Amén.