ALIMENTO DIARIO

  • "Príncipe de obediencia"


  • febrero 9, 2024
  • Seis días después, Jesús se llevó aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevó a un monte alto, y allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ¡Nadie en este mundo que los lavara podría dejarlos tan blancos! Y se les aparecieron Elías y Moisés, y hablaban con Jesús. Pedro le dijo entonces a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.» Y es que no sabía qué decir, pues todos estaban espantados. En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sólo Jesús estaba con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les mandó que no dijeran a nadie nada de lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos (Marcos 9:2-9).Seis días después, Jesús se llevó aparte a Pedro, Jacobo y Juan. Los llevó a un monte alto, y allí se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron resplandecientes y muy blancos, como la nieve. ¡Nadie en este mundo que los lavara podría dejarlos tan blancos! Y se les aparecieron Elías y Moisés, y hablaban con Jesús. Pedro le dijo entonces a Jesús: «Maestro, ¡qué bueno es para nosotros estar aquí! Vamos a hacer tres cobertizos; uno para ti, otro para Moisés, y otro para Elías.» Y es que no sabía qué decir, pues todos estaban espantados. En eso, vino una nube y les hizo sombra. Y desde la nube se oyó una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado. ¡Escúchenlo!» Miraron a su alrededor, pero no vieron a nadie; sólo Jesús estaba con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les mandó que no dijeran a nadie nada de lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre hubiera resucitado de los muertos (Marcos 9:2-9).


  • Este domingo celebramos la Transfiguración de Jesús. Jesús subió a una montaña con tres de sus amigos: Pedro, Jacobo y Juan, donde sucedió algo asombroso. De pronto, la apariencia de Jesús cambió: su rostro resplandeció como el sol y sus ropas se volvieron tan blancas como la luz, al tiempo que Moisés y Elías, dos personas importantes de la historia, aparecieron allí para confirmar que Jesús era el Hijo de Dios. Y, como si eso fuera poco, desde una nube en el cielo la voz del Padre lo reconoció como su Hijo y nos llamó a escucharlo.

    ¿Te has puesto a pensar por qué Jesús no permaneció en ese estado todo el tiempo mientras estuvo en la tierra? ¿No hubiera sido mucho más fácil que todos lo aceptaran si veían su gloria? Pero si Jesús hubiera caminado constantemente en su gloria divina, todos lo habrían reconocido y no habría podido cumplir su propósito de asumir nuestro lugar bajo la ley y morir en la cruz por nuestros pecados. Y él sabía que la crucifixión era esencial para el plan de redención.

    Gracias le damos a Dios por esto y porque en nuestro último día también nosotros lo veremos en todo su esplendor. Hasta entonces, lo experimentamos de la única manera que necesitamos hacerlo: como nuestro Salvador crucificado y resucitado, revelado a través de su Palabra y los Sacramentos.

    Dios bueno, en este domingo de la Transfiguración te damos gracias porque elegiste retener tu poder, caminar como un hombre y morir por nuestros pecados. Esperamos el día en que te veamos en toda tu gloria. Hasta entonces, nos alegramos en conocerte como nuestro Salvador crucificado y resucitado a través de tu Palabra y los Sacramentos. Ayúdanos a seguir tu ejemplo de obediencia y amor, confiando en que un día te veremos cara a cara. Amén.

    Para reflexionar:
    * ¿Qué significado tiene para ti el hecho de que Jesús retuvo su poder y gloria divina para cumplir su propósito de morir en la cruz por tus pecados?
    * ¿Cómo influye esto en tu relación con él como Salvador?

    Diaconisa Noemí Guerra


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