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ALIMENTO DIARIO
Por eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga, y no den lugar al diablo (Efesios 4:25-27).Por eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga, y no den lugar al diablo (Efesios 4:25-27).
Todos nos enojamos, ¿verdad? Aquí les va una lista pequeña de las cosas tontas que me hacen enojar y me llevan al mal humor: esperar en el tráfico en un día caluroso, cualquier día caluroso en general donde no pueda resguardarme del calor (ya me estoy enojando); ver las noticias y las injusticias sociales; que alguien de mi familia tome prestado mi cargador del celular o la computadora y no lo regrese al lugar donde lo encontró; que mi perro se siente encima de mis pies cuando llevo 7 años diciéndole que no lo haga; que mis hijos se quejen por los quehaceres … ¿termino aquí o tienen unos dos años mínimo para escuchar mi lista entera?
La ira o el enojo es una emoción que necesita ser gestionada si queremos tener relaciones saludables. A Dios le importa nuestra vida en la tierra y nuestras relaciones. Así que enfrentar la ira implica reconocer la necesidad de la gracia divina.
La buena noticia es que la redención de Jesús se convierte en el fundamento para transformar nuestros corazones y fortalecer la capacidad de perdonar, de pedir perdón y de gestionar nuestras emociones. El perdón, arraigado en la obra redentora de Jesús, se vuelve esencial para una gestión saludable del enojo, permitiendo que la paz de Dios reine en nuestro corazón y relaciones humanas.
Y aquí, el consejo va más allá de simplemente evitar el pecado: nos invita a buscar la reconciliación antes de que la oscuridad se instale en nuestro corazón. Así que, en medio de la ira, el enojo, el mal humor y todas las demás emociones que requieren ser gestionadas y canalizadas, recordemos el consejo bíblico de no solo no pecar en nuestra respuesta a esas emociones, sino también el llamado a la reconciliación.
Dios misericordioso, ayúdanos a gestionar nuestras emociones, especialmente el enojo, de manera que reflejen tu gracia redentora. Que nuestras palabras y acciones contribuyan a la edificación y a la paz en nuestras relaciones, siendo conscientes de que somos miembros unos de otros. En Cristo, Amén.
Para reflexionar:
* ¿De qué manera puedes aplicar el principio de reconciliación antes de que el sol se ponga en tus relaciones cotidianas?
* ¿Qué puedes hacer para ser más consciente de las palabras que dices, asegurándote de que contribuyan a la edificación y sean de bendición para quienes te rodean?
Diaconisa Noemí Guerra
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