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PARA EL CAMINO
A lo largo de los años, la táctica usada por Satanás para engañar a las personas le fue siempre tan exitosa, que no dudó en usarla también con Jesús. ¿Desea saber cual es?
Lerdo, obtuso, tonto. Estas son palabras duras e hirientes que por educación NO deberíamos usar al referirnos a alguien, ya que son un insulto ofensivo. Ya en la Biblia, en Mateo 5:22, encontramos que Jesús urgió a sus seguidores a que no insultaran ni maldijeran a aquellos a quienes él había venido a salvar.
Lo mismo se aplica a nosotros hoy. Supuestamente, debemos ser amables con los demás, animarlos, y apoyarlos con todo lo que decimos. Supuestamente… pero hay momentos en que se nos hace difícil hacerlo.
Y es que hay veces en que la gente hace o dice cosas increíblemente tontas. ¿Cómo qué? Por ejemplo: una importante agencia de noticias publicó hace poco una historia que decía: «De acuerdo a un reciente estudio, las personas sin seguro médico tienen un 40% más de probabilidad de morir que quienes sí tienen seguro.» ¿Qué? ¿Acaso por tener seguro médico van a vivir para siempre? Hasta donde yo sé, teniendo o no teniendo seguro, el porcentaje de muerte de la humanidad es bastante constante, y muy cercano al 100%.
Lo cierto es que todos nosotros hemos escuchado y hemos dicho tonterías. (En mi caso, debo reconocer que he dicho demasiadas tonterías en lo que llevo de vida.)
Veamos algunos ejemplos. En 1896, Kid McCoy, fue el campeón mundial de boxeo de peso medio. Kid McCoy fue una mezcla perfecta de poder, conocimiento del cuadrilátero y astucia. En una de sus peleas, McCoy enfrentó a un boxeador que era sordo. Cuando McCoy se dio cuenta de la incapacidad de su oponente, decidió aprovecharla para su beneficio. Estando cerca del final del tercer asalto, McCoy retrocedió, bajó sus guantes, apuntó hacia la esquina de su oponente, e hizo señas como que la campana había sonado. «Oh, muchas gracias,» dijo su oponente. «Muy amable de su parte dejarme saber que el asalto ha terminado.» Pero lo cierto es que la campana no había sonado, y la pelea no había terminado. Tan pronto como el otro boxeador bajó los brazos y se volteó, McCoy lo golpeó con toda su fuerza, y lo dejó momentáneamente inconsciente. Cuando el hombre despertó, se dio cuenta que había sido tontamente engañado.
¿Nunca le ha pasado que después de buscar durante media hora las llaves del coche se da cuenta que todo el tiempo las había tenido en el bolsillo? ¿Nunca se pasó buscando sus anteojos por toda la casa para después descubrir que los llevaba colgados sobre el pecho? ¿Y qué me dice de las veces que ha empujado una puerta donde claramente dice «tire», o encendido el motor del automóvil que ya estaba encendido? Todos hacemos y decimos cosas tontas… sin excepción.
… Incluyendo las personas que aparecen en los relatos bíblicos. Por ejemplo, Adán y Eva fueron expulsados del jardín del Edén porque prefirieron hacer caso a Satanás y no a Dios… una tontería. Moisés no llegó a pisar la Tierra Prometida, porque pensó que sabía cómo hacer un milagro mejor que Dios… una tontería. Sansón, ciego y sin fuerzas por haberse cortado el cabello, moliendo granos en una cárcel de sus enemigos, sin duda debe haber reflexionado en las muchas veces que la tentación lo hizo malgastar las bendiciones que Dios le había dado… una tontería. David cedió a la tentación de Satanás, y pecó con una mujer hermosa, lo que lo llevó a sacrificar la vida de un soldado fiel… una tontería.
Seguramente Satanás se debe sentir muy satisfecho con las muchas victorias que ha obtenido a través de los siglos por medio de sus tentaciones. No cabe duda que debe sonreír cuando ve todas las almas que ha ganado con sólo poner una baratija brillante o una recompensa tonta frente a las narices de algunas almas desprevenidas.
Lo hago sonar simple, pero ciertamente no lo es. El demonio sabe que, para ganar un alma, la persona debe tener la actitud adecuada, y él tiene que ser sagaz, perspicaz, astuto y selectivo, para idear la seducción y trampa perfecta, la atracción acertada y muy personal.
El diablo sabe que la tentación que resulta irresistible para los ambiciosos, no les interesa para nada a los glotones y a los chismosos. También sabe que el que sueña con poder y riquezas, no estará interesado en un bello rostro, ni será cautivado por un físico perfecto. El demonio sabe estas cosas y nunca se olvida que debe haber un equilibrio entre la velocidad y la lentitud, el poder y la suavidad con que se presenta un pecado. Sólo el diablo puede realmente apreciar la técnica malévola que se debe emplear para que un alma humana se sienta cómoda y contenta con la aceptación de un mal que lentamente envolverá y estrangulará su alma. Si Satanás estuviera hablándole hoy, no tengo duda que le diría que este asunto de la tentación es una forma de arte más que una ciencia. Y si es una forma de arte, él es el experto.
En verdad, cuando usted rememora, ¿no puede ver esos momentos en que el demonio tan obviamente lo engañó? ¿No se siente impulsado a confesar: «Señor, me arrepiento de no haber estado espiritualmente alerta, confieso las muchas veces que Satanás puso tentaciones en mi camino y yo, sin darme cuenta, gustosamente las acepté»? Alguna vez no ha querido decir: «Señor, algunas veces me pregunto, ¿será que alguna vez voy a aprender?» Si usted nunca se ha hecho estas preguntas, no se preocupe. Yo tampoco me las he hecho, y así como el resto de la humanidad, me encontré respondiendo: «Por mí mismo, estoy hundido.»
A lo largo de mi ministerio, he casado a cientos de parejas. Hasta donde yo sé, cada una de esas personas que contrajo matrimonio planeó vivir feliz para siempre. Vivir «feliz para siempre», eso es lo que esperaban, lo que realmente creían que les iba a ocurrir. Seguro que sabían que los resultados de las estadísticas no son optimistas, pero ellos también sabían que un amor tan puro y poderoso como el de ellos les permitiría atravesar cualquier cosa que este mundo les hiciera, y vencer cualquier tentación que Satanás pusiera frente a ellos. En otras palabras, ellos creían que serían diferentes… pero no todos lo fueron.
Antes de escribir las tarjetas de agradecimiento por los regalos de boda, Satanás ya se hizo presente entre ellos, retorciendo, cambiando, y transformando la relación que parecía ser casi perfecta. Sus actitudes, que hasta entonces habían sido lindas y agradables, comenzaron a ser insoportables, y pasaron a ser un conflicto constante. Matrimonios que empiezan bien, terminan en desastre; un desastre elaborado minuciosamente por el demonio. Pero sería un error pensar que tales tragedias diabólicas ocurren exclusivamente en el hogar. No, el demonio derrama su oscura maldad en todas las esferas de la vida humana.
¿Tiene dudas? Mire a su alrededor. Las cárceles están llenas de personas que, al mirar su pasado dice: «Fui un tonto.» Las cortes de justicia están saturadas de casos de gente que suspira y dice… bueno, usted ya sabe lo que dicen. Mire los programas de televisión que tratan de casos de la vida real. Observe cómo las personas pueden estar tan perturbadas, que a veces nos hacen sentir bien acerca de nosotros mismos. Sin embargo, la verdad es ésta: tarde o temprano, las tentaciones de Satanás transforman a cada persona en una victima voluntaria. No hay esperanza; no hay salida; no hay escape; estamos perdidos.
Estamos perdidos debido a que el éxito de Satanás se basa en una muy simple fórmula que gustosamente compartiré con usted. ¿Está listo? Aquí va: el demonio gana al prometernos algo bueno si hacemos algo malo. Simplemente eso, él nos promete algo bueno si hacemos algo malo. Eso es lo que hizo con Adán y Eva. ‘Eva, ser inteligente es bueno, ¿no crees?’ ‘Sí, lo creo, Señora Serpiente.’ ‘Entonces, Eva, ¿no crees que sería bueno ser inteligente como Dios?’ ‘Sí lo creo, efectivamente lo creo.’ ‘Entonces, Eva, todo lo que tienes que hacer es comer de esta fruta prohibida.’
Ésa es la parte mala que sale a relucir. El demonio prometió algo bueno si Adán y Eva hacían algo malo. Si usted se fija en las Escrituras, casi siempre encontrará que ésa es la fórmula no tan secreta de Satanás. Ahora, si rememora en su pasado, encontrará que ésa fue la técnica que él ha usado con usted: le prometió algo bueno si usted hacía algo malo.
A lo largo de los años, esta táctica usada por el diablo le había sido tan exitosa, que no dudó para nada en usarla también con Jesús. Sí, Jesús fue el Hijo de Dios omnipotente e inocente… pero Jesús fue también el hijo de María y, como tal, un ser humano como usted y como yo. Y justamente la humanidad de Jesús fue la que se convirtió en el punto de ataque del demonio.
Si se fija en el capítulo 4 del Evangelio de Mateo, verá el primer registro de la interacción entre el tentado y el tentador. En cada una de las tres persuasiones, Satanás sugiere que algo bueno sucederá si Jesús hace algo malo. Lo invito a que lea la historia usted mismo, pero acá le adelanto un resumen. En la primera tentación, Satanás dice algo así como: ‘Jesús, después de ayunar 40 días, estás que te mueres de hambre. Te sentirás mejor si sigues mi sugerencia y comes algo de pan. Sólo rompe este ayuno ridículo y auto-impuesto, y escúchame’. Vemos que Satanás prometió algo bueno si Jesús hacía algo malo.
En la segunda tentación, el demonio dice: ‘Jesús, si quieres que la gente sepa que eres el Hijo de Dios, lo cual es después de todo, la razón por la que naciste, tomemos el camino fácil. Arrójate de lo alto del templo. Los ángeles te traerán seguro al suelo, la gente se impresionará, y tú no tendrás que morir en la cruz.’ Una vez más, algo bueno si Jesús hace algo malo.
Y en la tercera y última tentación, Satanás sugiere: Jesús, si tú realmente quieres impactar a todos los reinos del mundo, entonces arrodíllate y obedéceme, y te haré mi mano derecha. Una vez más Satanás prometió hacer algo bueno, si Jesús hacía algo malo.
¿Ve cómo funciona? Es así de simple. Ahora que usted entiende el estilo de Satanás, y ve cómo envuelve el pecado con papel de regalo y hace que las tentaciones se vean tanto deliciosas como apetecibles, ¿cree usted que podrá resistir? Bueno, tal vez, quizá alguna vez. Oraré para que eso ocurra. Pero, creo que la mala noticia es ésta: antes de terminar el día, aun cuando usted entiende cómo es que el demonio obra, y aun cuando se da cuenta de los trucos de Satanás, usted caerá en la tentación nuevamente. No sé cuál será esa tentación, pero sé que vendrá. El demonio aparecerá y susurrará en su oído la promesa de darle algo bueno si usted hace sólo un poco de maldad. Y, aún cuando usted sabe qué es lo correcto, escuchará y pecará y más tarde recordará y dirá: ‘¡Qué tontería que hice!’
Usted caerá en las tentaciones de Satanás debido a que usted es pecador, y no lo puede evitar. Es lo mismo que poner un hueso frente a un perro: usted puede entrenar al perro a que no toque el hueso, puede entrenarlo para que no lo mire, puede lograr que se aleje de ese hueso, pero no va lograr nunca que el perro deje de pensar en el hueso. De la misma forma, usted se puede entrenar para no cometer un cierto pecado, puede hacer cosas para alejarse intencionalmente de ese pecado, pero no puede entrenarse a sí mismo a no pensar en ese pecado. Usted piensa en lo bueno que sería cometer el pecado, y en un abrir y cerrar de ojos el demonio le ganó. Y cuando quiere acordar, se encuentra a sí mismo diciendo: ‘¡Qué tonto que fui!’
Es por eso por lo que usted necesita a Jesús. Cuando el demonio le dijo a Jesús: ‘Te estoy prometiendo algo bueno si haces algo malo’, Jesús le dijo que ‘no’, y le citó la Biblia, como deberíamos hacer nosotros. Jesús en ningún momento dudó en rechazar las sugerencias del diablo. Al contrario, sin siquiera pensarlo, le dijo: «¡Vete, Satanás!» Y no sólo estas tres veces mencionadas en Mateo, sino que cada vez que el demonio regresaba a tentar a Jesús, su respuesta fue ‘no’. Él hizo lo que ningún otro ser humano, desde Eva hasta nuestros días, ha sido capaz de hacer. Jesús resistió la tentación por usted y por mí. Si le preguntara a los cristianos: ‘¿Qué hizo Jesús por usted?’, la mayoría le diría: «Jesús murió por mí.» Y esa es una buena respuesta, es una respuesta verdadera y los bendigo por ello. Pero también es verdad que Jesús vivió por mí, y por usted. Jesús vivió por mí y por usted al decir que ‘no’ en forma constante, fiel, y regular a las engañosas tentaciones de Satanás. Sí, él vivió, sufrió, murió, y resucitó por usted y por mí.
¿Qué hacer con todo esto? Hace décadas, un misionero extranjero llamado John Paton, tradujo el Nuevo Testamento a una lengua nativa. Durante su trabajo, encontró que los nativos no tenían una palabra que significara ‘creer’, lo cual suscitaba un problema. ¿Cómo se puede hablar de la historia de salvación de Jesús sin la palabra creer? Paton estaba bloqueado, hasta que un día un nativo llegó y se estiró en el sofá. El nativo comentó calmadamente lo cómodo que se sentía al ‘recostar su peso completo en’ ese sofá. Paton escribió esas palabras. Es por ello que, en donde su Biblia dice creer, la Biblia de Paton dice: «debemos recostar nuestro peso completo en Dios.» Juan 3:16 dice: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» Recueste su peso completo en Jesús y su vida será cambiada. Recueste su peso completo en Jesús y verá que cada vez cometerá menos tonterías.
Si podemos ayudarle a recostar su peso en Jesús, por favor siéntase en libertad de comunicarse con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén