ALIMENTO DIARIO

  • "Fidelidad"


  • noviembre 16, 2009
  • El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. Lucas 16:10El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho. Lucas 16:10


  • De acuerdo a un artículo que leí recientemente, una señora de 68 años, originaria de Corea del Sur, es una muestra clara de lo que significa la palabra «compromiso». Según ese artículo, esa señora:

    • Ha gastado $4,200 en solicitudes para dar el examen para obtener la licencia de conducir.
    • Desde el 13 de abril del 2005 ha estado tratando de aprobar el examen escrito.
    • Después de dar 950 veces la parte escrita del examen, finalmente logró obtener el 60% necesario para aprobarlo. Ahora le falta aprobar la parte práctica para obtener su licencia de conducir.

    ¿Se puede imaginar dar 950 el mismo examen? Yo me habría rendido mucho antes de eso. Pero no esta señora, quien dice: «Creo que uno puede alcanzar sus metas si las persigue persistentemente… así que no dejen de soñar… sean fuertes, y den su mejor esfuerzo.»

    Lamentablemente, hay áreas en nuestras vidas en la que, por más que nos esforcemos, no lograremos triunfar. Hay metas que nunca alcanzaremos… sin importar todo lo duro que tratemos de lograrlas… sin importar cuán persistentes seamos… sin importar la sinceridad con que creamos en nuestro sueño.

    ¿Necesita un ejemplo? Acá va uno: somos pecadores estancados en nuestra triste situación de pecadores. Una persona puede soñar con eliminar sus pecados; puede trabajar día y noche para deshacerse de ellos; puede esforzarse por llevar una vida limpia de pecado, y dedicar todos sus esfuerzos a ese fin, pero aún así no lo logrará.

    El tercer capítulo del Evangelio de Juan nos dice muy claramente cómo son las cosas: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» (Juan 3:16)

    Somos salvos por el amor y la gracia de Dios, no por nada que nosotros hagamos. Sólo la gracia de Dios, expresada a través del sacrificio de su Hijo Jesucristo, puede salvarnos.

    ORACIÓN: Amado Jesús, sin tu sacrificio estaría perdido. Con mis sueños, mi trabajo, o mi dedicación, nunca podría ganar el perdón y la salvación. Gracias a tu sacrificio en la cruz del calvario y a tu resurrección soy salvo. Por todo ello te doy gracias. En tu nombre. Amén.