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ALIMENTO DIARIO
… tres veces le he rogado al Señor que me lo quite, pero él me ha dicho: «Con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí (2 Corintios 12:8-9).
Tú, Señor, eres mi roca y mi redentor; ¡agrádate de mis palabras y de mis pensamientos! (Salmo 19:14).
Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán un solo ser. Y aunque Adán y su mujer andaban desnudos, no se avergonzaban de andar así (Génesis 2:24-25).
Por tanto, no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2).
Después Dios el Señor dijo: «No está bien que el hombre esté solo; le haré una ayuda a su medida.» … Con la costilla que sacó del hombre, Dios el Señor hizo una mujer… (Génesis 2:18, 22a).
Por tanto, vivan en el Señor Jesucristo de la manera que lo recibieron: arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe y rebosantes de acciones de gracias, que es como fueron enseñados (Colosenses 2:6-7).
Así que ustedes deben mantenerse despiertos, porque no saben cuándo vendrá el señor de la casa, si al caer la tarde, o a la medianoche, o cuando cante el gallo, o al amanecer; no sea que venga cuando menos lo esperen, y los encuentre dormidos. Esto que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Manténganse despiertos! (Marcos 13:35-37).
La oración de fe sanará al enfermo, y el Señor lo levantará de su lecho. Si acaso ha pecado, sus pecados le serán perdonados. Confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es muy poderosa y efectiva (Santiago 5:15-16).
Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22-23).
Presten atención, que les voy a contar un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final. Pues la trompeta sonará, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados (1 Corintios 15:51-52).