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ALIMENTO DIARIO
La batalla que libramos no es contra gente de carne y hueso, sino contra principados y potestades, contra los que gobiernan las tinieblas de este mundo, ¡contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes! (Efesios 6:12).
Entonces dijo Dios: «¡Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza! … Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó (Génesis 1:26a-27).
Allí estaba una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias y había sufrido mucho a manos de muchos médicos, pero que lejos de mejorar había gastado todo lo que tenía, sin ningún resultado. Cuando oyó hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la gente, y le tocó el manto… Y tan pronto como tocó el manto de Jesús, su hemorragia se detuvo, por lo que sintió en su cuerpo que había quedado sana de esa enfermedad… Todavía estaba él hablando cuando de la casa del jefe de la sinagoga vinieron a decirle: «Ya no molestes al Maestro. Tu hija ha muerto.» Pero Jesús, que oyó lo que decían, le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas. Sólo debes creer»… Jesús la tomó de la mano, y le dijo: «¡Talita cumi!», es decir, «A ti, niña, te digo: ¡levántate!» Enseguida la niña, que tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar… (Marcos 5:25-27, 29, 35-36, 41-42a).
Porque al que se le da mucho, también se le exigirá mucho; y al que se le confía mucho, se le pedirá más todavía (Lucas 12:48b).
Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra (Génesis 1:1).
Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos ustedes. Amén (2 Corintios 13:14).
Honren en su corazón a Cristo, como Señor, y manténganse siempre listos para defenderse, con mansedumbre y respeto, ante aquellos que les pidan explicarles la esperanza que hay en ustedes (1 Pedro 3:15).
Pero se levantó una gran tempestad con vientos, y de tal manera las olas azotaban la barca, que ésta estaba por inundarse. Jesús estaba en la popa, y dormía sobre una almohada. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿Acaso no te importa que estamos por naufragar?» Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: «¡Silencio! ¡A callar!» Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma (Marcos 4:37-39).
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos (Gálatas 6:9).
Aunque todavía no florece la higuera, ni hay uvas en los viñedos, ni hay tampoco aceitunas en los olivos, ni los campos han rendido sus cosechas; aunque no hay ovejas en los rediles ni vacas en los corrales, 18 yo me alegro por ti, Señor; ¡me regocijo en ti, Dios de mi salvación! (Habacuc 3:17-18).