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ALIMENTO DIARIO
Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: «Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!» … Pero Jesús le dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres» (Lucas 5:8,10).
La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos. La lengua de los sabios hace que el conocimiento sea atractivo, pero la boca de un necio escupe tonterías (Proverbios 15:1-2 NTV).
Y no nos dejes caer en tentación (Mateo 6:13a NIV).
El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso (1 Corintios 13:4-5).
Pero si ustedes no perdonan a los otros sus ofensas, tampoco el Padre de ustedes les perdonará sus ofensas (Mateo 6:15).
Este domingo es el cuarto domingo después de la Epifanía y recordamos que Jesús tiene autoridad para perdonar nuestros pecados y darnos vida. En la lectura de hoy, vemos a Jesús en Cafarnaúm, enseñando y haciendo milagros.
El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado (Salmo 34:18 NTV).
Aquí Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces debe perdonar a alguien que le ha hecho daño, y Jesús le responde enseñándonos que el perdón debe ser ilimitado, igual que el perdón constante de Dios hacia nosotros. En lugar de poner un número fijo, Jesús nos dice que debemos perdonar siempre, como Dios lo hace con nosotros.
Esta es la hermosa oración de lo profundo del corazón de un publicano o recaudador de impuestos que se acerca a Dios en humildad y arrepentimiento. Nos da una gran lección.
El perdón es un tema central en la vida cristiana, y Jesús lo destaca claramente cuando nos enseña a orar. Entender y vivir el perdón según los principios del Reino de Dios significa reconocer la gracia inmensa que Cristo nos ha ofrecido y dejar que esa gracia transforme nuestras actitudes hacia quienes nos han hecho daño.