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ALIMENTO DIARIO
La autora de esta devoción nos dice: hace unos años, cuando comencé en un nuevo trabajo, estaba muy feliz. Mi jefe era increíblemente amable y prometió cosas maravillosas para el futuro.
Si escuchas las noticias, el abuso y la injusticia están a la orden del día. Yo trato de no verlas todos los días porque, la verdad, deprime.
Pero ¿cómo puede habitar el amor de Dios en aquel que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano pasar necesidad, y le cierra su corazón? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad (1 Juan 3:17-18).
Haces crecer la hierba para los ganados, y las plantas que el hombre cultiva para sacar de la tierra el pan que come (Salmo 104:14).
Aparta de mí la vanidad y la mentira, y no me des pobreza ni riquezas. Dame sólo el pan necesario, no sea que, una vez satisfecho, te niegue y diga: «¿Y quién es el Señor?» O que, por ser pobre, llegue yo a robar y ofenda el nombre de mi Dios (Proverbios 30:8-9).
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él (Juan 2:11).
La respuesta apacible desvía el enojo, pero las palabras ásperas encienden los ánimos. La lengua de los sabios hace que el conocimiento sea atractivo, pero la boca de un necio escupe tonterías (Proverbios 15:1-2).
Todos los seres esperan de ti que a su tiempo les des de comer. Si abres tu mano y les das su pan, ellos lo toman y quedan satisfechos. Si te escondes de ellos, se desconciertan; si les retiras su espíritu, mueren y vuelven al polvo (Salmo 104:27-29).
Para que sean ustedes hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos (Mateo 5:45).
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy (Mateo 6:11).