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ALIMENTO DIARIO
Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, y de ello dan testimonio la ley y los profetas. La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él. Pues no hay diferencia alguna, por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios; pero son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que proveyó Cristo Jesús… Entonces, ¿dónde está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley….Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los que están circuncidados, y por medio de la fe a los que no lo están. Entonces, ¿por la fe invalidamos la ley? ¡De ninguna manera! Más bien confirmamos la ley (Romanos 3:21-24, 27-28, 30-31).
¿Entonces, qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque ya hemos demostrado que todos, judíos y no judíos, están bajo el pecado. Como está escrito: «¡No hay ni uno solo que sea justo! No hay quien entienda; no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido. No hay quien haga lo bueno, ¡no hay ni siquiera uno!… No hay temor de Dios delante de sus ojos.» Pero sabemos que todo lo que dice la ley, se lo dice a los que están bajo la ley, para que todos callen y caigan bajo el juicio de Dios, ya que nadie será justificado delante de Dios por hacer las cosas que la ley exige, pues la ley sirve para reconocer el pecado (Romanos 3:9-12, 18-20).
El rey Asuero impuso tributo sobre el país, hasta las costas del mar. Y todos los hechos de su poder y autoridad, y el relato de la grandeza que Mardoqueo recibió de parte del rey, quedaron registrados en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia. Porque Mardoqueo el judío fue el segundo en poder, después del rey Asuero. Mardoqueo fue un gran personaje entre sus hermanos judíos, y muy estimado por todos ellos, pues se preocupó por el bienestar de su pueblo y procuró la paz para todo su linaje (Ester 10).
En aquel tiempo, el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomaron sus lámparas, y salieron a recibir al novio… Las insensatas, tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite; en cambio, las prudentes llevaron sus lámparas y también vasijas con aceite… A la medianoche se oyó gritar: «¡Aquí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!»… Entonces las insensatas dijeron a las prudentes: «Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando. «Pero las prudentes les respondieron: «A fin de que no nos falte a nosotras ni a ustedes, vayan a los que venden, y compren para ustedes mismas. «Pero mientras ellas fueron a comprar, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas, y se cerró la puerta. Estén atentos, porque ustedes no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre vendrá (Mateo 25:1,3-4, 6, 8-10, 13).
Mardoqueo escribió todo esto, y envió cartas a todos los judíos que vivían en todas las provincias del rey Asuero, cercanos y lejanos. Les ordenó celebrar cada año los días catorce y quince del mes de Adar, como los días en que los judíos se libraron de sus enemigos para vivir en paz, y como el mes en que la tristeza se cambió en alegría y el luto en un día feliz. Les ordenó declararlos días de banquete y de alegría, y de compartir cada uno su comida con su vecino, y de ayudar a los pobres… Esta norma regiría sobre todos sus descendientes y allegados, y estos días serían recordados y celebrados por todas las generaciones, familias, provincias y ciudades. Los días de «Purim» no dejarían de ser observados por los judíos, ni sus descendientes dejarían jamás de celebrarlos (Ester 9:20-22, 27b-28).
El día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, debía ser ejecutado el decreto del rey, que ordenaba que los judíos debían ser exterminados por sus enemigos. Pero sucedió todo lo contrario, porque fueron los judíos los que se vengaron de quienes los aborrecían… Entonces el rey le dijo a la reina Ester: «… ¿Qué otra petición tienes? Te será concedida. ¿O qué más quieres? Se hará lo que pidas.» Ester respondió: «Si a Su Majestad le parece bien, concédase a los judíos hacer mañana en Susa lo mismo que hicieron hoy…» El rey ordenó que se hiciera así (Ester 9:1, 12-14).
[Dijo Ester:] «Si a Su Majestad le parece bien … emita una orden por escrito que revoque las cartas que autorizan la destrucción de los judíos, ordenada por Amán. » El rey Asuero les respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «… Escriban a todos los judíos, a nombre mío lo que a ustedes les parezca bien, y sellen ese escrito con mi anillo. Como saben, un edicto que se escribe a nombre del rey, y que se sella con su anillo, no puede ser revocado.» Mardoqueo escribió el edicto a nombre del rey Asuero… Ese edicto facultaba a los judíos en todas las ciudades a reunirse y defenderse, y hasta destruir, matar y acabar con toda fuerza armada del pueblo o provincia que los atacara… y apoderarse de sus bienes… Cuando Mardoqueo salió de la presencia del rey, llevaba puesto un vestido real de azul y blanco, una gran corona de oro, y un manto de lino y púrpura. Al verlo, la ciudad de Susa se alegró y regocijó mucho, y a los judíos se les iluminó el rostro de alegría, gozo y honra (Ester 8:5, 7a-8, 10, 15,16).
El texto para hoy lo encontramos en Mateo capítulo 23 … versículos 1 al 7, 11 y 12 … donde dice:
Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los escribas y los fariseos se apoyan en la cátedra de Moisés. Así que ustedes deben obedecer y hacer todo lo que ellos les digan, pero no sigan su ejemplo, porque dicen una cosa y hacen otra. Imponen sobre la gente cargas pesadas y difíciles de llevar, pero ellos no mueven ni un dedo para levantarlas. Al contrario, todo lo que hacen es para que la gente los vea. Ensanchan sus filacterias y extienden los flecos de sus mantos, y les encanta ocupar los mejores asientos en las cenas y sentarse en las primeras sillas de las sinagogas, y que la gente los salude en las plazas y los llame: «¡Rabí, Rabí!»… El que sea más importante entre ustedes, sea siervo de todos. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:1-7, 11-12).
Lleno de ira, el rey se levantó… mientras que Amán se quedó para suplicarle a la reina Ester que le perdonara la vida… Cuando el rey volvió… y vio que Amán estaba recostado sobre el lecho donde estaba Ester, le dijo: «¿Acaso quieres también violar a la reina en mi propia casa?» Al proferir el rey estas palabras, le cubrieron el rostro a Amán. Entonces Jarboná… dijo: «En la casa de Amán hay una horca … La mandó hacer Amán para colgar a Mardoqueo, que fue quien habló en favor del rey.» Y el rey ordenó: «¡Cuelguen de ella a Amán!» Y así Amán fue colgado en la horca que había mandado preparar para Mardoqueo (Ester 7:7-10a).
La reina Ester respondió: «Si en verdad soy del agrado de Su Majestad, y si a Su Majestad le parece bien, mi petición es que se me conceda la vida de mi pueblo y mi propia vida. Porque a mi pueblo y a mí se nos ha vendido. ¡Se nos quiere destruir, matar y exterminar! …» «El enemigo y adversario es este malvado Amán.» Entonces Amán se trastornó ante el rey y la reina (Ester 7:3-4a, 6).