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ALIMENTO DIARIO
Pedro y los apóstoles respondieron: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, el mismo al que ustedes mataron y colgaron de un madero. Pero Dios, por su poder, lo ha exaltado y sentado a su derecha como Príncipe y Salvador, dando a Israel la oportunidad de arrepentirse y de que sean perdonados sus pecados. De esto somos testigos nosotros, y también el Espíritu Santo, que Dios ha dado a quienes lo obedecen.» Al oír esto, ellos se enfurecieron tanto que querían matarlos. Entonces Gamaliel, un fariseo que era doctor de la ley y a quien todo el pueblo respetaba, se levantó ante el concilio y ordenó que sacaran por un momento a los apóstoles; luego dijo: «Varones israelitas, piensen bien en lo que van a hacer con estos hombres… Olvídense de estos hombres. Déjenlos. Porque si esto que hacen es de carácter humano, se desvanecerá; pero si es de Dios, no lo podrán destruir. ¡No vaya a ser que ustedes se encuentren luchando contra Dios!» Todos estuvieron de acuerdo con él, así que llamaron a los apóstoles y, después de azotarlos, les advirtieron que no siguieran hablando en el nombre de Jesús y los pusieron en libertad (Hechos 5:29-35, 38b-40).
Lunes de Pascua La noche de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban reunidos a puerta cerrada en un lugar, por miedo a los judíos. En eso llegó Jesús, se puso en medio y les dijo: «La paz sea con ustedes.» Y mientras les decía esto, les mostró sus manos y su costado. Y los discípulos se regocijaron al ver al Señor (Juan 20:19-20).
Pascua de Resurrección Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; y al ver todo eso, creyó. Y es que aún no habían entendido la Escritura, de que era necesario que él resucitara de los muertos (Juan 20:8-9).
Sábado de Gloria José de Arimatea era discípulo de Jesús, aunque por miedo a los judíos lo mantenía en secreto. Después de todo esto, José le rogó a Pilato que le permitiera llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Entonces José fue y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, llegó con un compuesto de mirra y de áloes, como de treinta kilos (Juan 19:38-39).
Viernes Santo Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos y los partieron en cuatro… Tomaron también su túnica, la cual no tenía ninguna costura, y de arriba abajo era de un solo tejido. Y dijeron entre sí: «No la partamos. Más bien, echemos suertes, a ver quién se queda con ella.» Esto fue así para que se cumpliera la Escritura, que dice: «Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.» (Juan 19:23a, 24).
Jueves Santo [Jesús dijo] Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes unos a otros. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros (Juan 13:34-35).
Jesús se conmovió en espíritu, y declaró: «De cierto, de cierto les digo, que uno de ustedes me va a entregar… Enseguida, Jesús mojó el pan y se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón… En cuanto Judas tomó el bocado de pan, salió. Era ya de noche (Juan 13:21, 26b, 30).
De cierto, de cierto les digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, se queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto (Juan 12:24).
Una gran multitud de los judíos se enteró de que él [Jesús] estaba allí, así que vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, pues sabían que él lo había resucitado de los muertos. Pero los principales sacerdotes acordaron matar también a Lázaro, pues por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús (Juan 12:9-11).
Los discípulos fueron e hicieron como les había mandado Jesús. Llevaron la burra y el burrito, y pusieron encima sus mantos, sobre los cuales se sentó Jesús. Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! -¡Hosanna en las alturas! (Mateo 21:6-11).