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ALIMENTO DIARIO
SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. Salmo 139:1-3SEÑOR, tú me examinas, tú me conoces. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; aun a la distancia me lees el pensamiento. Mis trajines y descansos los conoces; todos mis caminos te son familiares. Salmo 139:1-3
Los ingenieros de Toyota han inventado algo absolutamente fantástico: una silla de ruedas que puede ser dirigida por las ondas del cerebro de una persona. Funciona de la siguiente manera: los pensamientos de la persona son leídos por un transmisor que alimenta una computadora; la computadora analiza dichos pensamientos, y activa los comandos correspondientes en la silla de ruedas.
La persona que está imposibilitada de moverse puede pensar que la silla se mueva hacia delante o atrás, a la derecha o la izquierda. Para detenerse de «emergencia», la persona sólo necesita inflar sus mejillas.
De acuerdo con los inventores, en una semana la computadora aprende a leer las ondas cerebrales con un 95% de precisión, lo cual, si bien no es perfecto, es bastante acertado. No debemos olvidar que éste es sólo el comienzo, por lo que no sabemos a dónde llegará la asistencia robótica a los discapacitados en el futuro.
Pero por más grandioso que sea lo que han logrado los ingenieros de la Toyota, no tiene ni punto de comparación con lo que Dios ha hecho. En el Salmo se nos dice que Dios nos conoce, que Él sabe cuándo nos levantamos… y no requiere de una computadora para discernir nuestros pensamientos.
El Señor sabe dónde iremos y el camino que recorreremos aún antes de que lo hagamos. Dios nos conoce perfectamente y, a pesar de nuestra naturaleza pecadora, nos ama. Él nos amó tanto, que envió a su Hijo a morir en nuestro lugar.
Gracias al sacrificio de Jesús, todo el que cree tiene abierto el camino al cielo.
ORACIÓN: Amado Padre celestial, gracias por haber hecho todo lo necesario para que seamos salvos y no vayamos al infierno, sino al cielo. Gracias por habernos creado, por conocernos, y por amarnos. En el nombre de Jesús te alabamos. Amén.