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ALIMENTO DIARIO
Si tú, SEÑOR, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, SEÑOR, sería declarado inocente? Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido. Salmo 130: 3-4Si tú, SEÑOR, tomaras en cuenta los pecados, ¿quién, SEÑOR, sería declarado inocente? Pero en ti se halla perdón, y por eso debes ser temido. Salmo 130: 3-4
No soy la clase de persona que piensa que los ladrones debieran ser liberados sin castigo.
Probablemente usted, así como la mayoría de nosotros, tenemos la convicción que si una persona está dispuesta a cometer un crimen, tiene que estar dispuesta a pasar el tiempo en la cárcel que merece como castigo por ese crimen. Al parecer el capitán Moussa Camara, que ha sido designado por la junta militar de Guinea para luchar contra el crimen, tiene una forma diferente de manejar el tema.
Sabiendo que la violencia criminal, violaciones y robos están en aumento, el Capitán Camara dijo: «Se debe quemar a todos los criminales que son atrapados cometiendo un robo a mano armada». Luego explicó: «Nuestras cárceles y centros correccionales ya no pueden recibir más reclusos, y la situación ya no puede seguir así».
Nadie puede decir que el buen Capitán no ha tomado su trabajo en serio… quizás demasiado serio.
Aunque si el país sigue sus ideas, probablemente no habrá muchos criminales recurrentes.
Cuando leí esta historia que salió la semana pasada en la BBC, di gracias porque nuestro Dios no piensa como el Capitán Moussa Camara.
Como dijo el Salmista: «Si el Señor mantuviera registro de nuestras transgresiones, todos nosotros estaríamos condenados a morir en las llamas del infierno.» Hubiera sido un lamentable… e interminable fin para nosotros.
Para que nosotros no tuviéramos que sufrir eternamente en el infierno, el Padre envió a su Hijo al mundo. Siendo verdadero Hombre y verdadero Dios, Jesús tomó nuestros pecados sobre sí mismo y por su propia voluntad los cargó hasta la cruz del Calvario, donde pagó el precio con su propia vida.
Descendiendo al infierno, el Cristo crucificado mostró su victoria al diablo y a todas las fuerzas del mal; en el Domingo de Resurrección, el Salvador resucitado triunfó, y así reveló al mundo que lo había redimido.
Ahora, gracias a Jesús y por la fe que tenemos en Él, somos perdonados. ¿Para qué? Para que así el Señor sea temido, y el Salvador sea alabado.
ORACIÓN: Querido Padre celestial, si quisieras castigarnos por los pecados que cometemos en pensamiento, en palabra y en obra, estaríamos perdidos. Pero somos salvos por tu gracia, y por el sacrificio de nuestro Salvador y el llamado del Espíritu Santo, podemos darte gracias, ya que en ti hay perdón. En el nombre de nuestro Salvador. Amén.