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ALIMENTO DIARIO
Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Isaías 9:6Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Isaías 9:6
La lista de nombres es impresionante. Está George Marshall, General de los Estados Unidos, y Albert Schweitzer, el doctor-organista de África. Los cuáqueros figuran como una organización, y John Raleigh Mott como ejecutivo de la YMCA. Teddy Roosevelt estaría complacido de ver que su nombre no quedó por fuera, al igual que el de Jean Dunant, fundador de la Cruz Roja.
Y ahora el Presidente Obama tiene su nombre inscrito junto con el de todos los otros que han ganado el Premio Nóbel de la Paz.
Esta noticia ha causado reacciones encontradas. Hay quienes dicen que ‘no lo merece’, y otros que dicen que ‘todavía no lo merece’.
La noticia me hizo pensar en el pasaje de Isaías que nos sirve como texto para la Devoción Diaria de hoy.
Siglos antes del nacimiento de Cristo en Belén, Isaías profetizó que Jesús sería el Consejero Admirable, el Dios fuerte, el Padre eterno, el PRINCIPE DE PAZ.
Esa es la parte que quiero enfatizar: Jesús es el Príncipe de Paz. El único Príncipe de Paz. En realidad, el Salvador es único.
A pesar de que todas esas otras personas y organizaciones se pasan la vida tratando de traer la paz al mundo, los resultados de sus esfuerzos no han probado ser exitosos a largo plazo.
Por otro lado, la paz que reciben los pecadores a través de su fe en la vida, sufrimiento, sacrificio, muerte y resurrección de Jesús, es única.
El perdón que Cristo trae a las mentes confundidas, y la alegría que trae a los corazones heridos es permanente, completa y total.
Y ninguna otra persona en la lista de ganadores de premios de paz, ni aún el mayor de ellos, podría reclamar ese premio. Sólo Jesús permanecerá como el único, el Divino Príncipe de Paz.
ORACIÓN: Amado Señor Jesús, Isaías profetizó que tu sacrificio traería paz a la mente, al corazón, y al alma de todos los que creen. Cuando resucitaste de la muerte, derramaste paz sobre tus temerosos discípulos. Te doy gracias por regalarnos tu gracia, y te pido que nos envíes tu Espíritu Santo como una fuerza poderosa que toque nuestra alma. Danos fe, perdón, y paz permanente. En tu nombre. Amén.