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ALIMENTO DIARIO
¿O qué mujer, si tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con cuidado la moneda, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: "¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido!" Yo les digo a ustedes que el mismo gozo hay delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:8-10).
Imagina por un momento a esa mujer. Sus pasos son apresurados, su corazón late con ansiedad. En la obscuridad de su hogar, busca desesperadamente. Cada rincón, cada sombra, se convierte en un refugio de esperanza. Enciende una lámpara, y su luz parpadeante ilumina los rincones olvidados. El polvo se agita bajo la escoba mientras barre con determinación. ¿Qué busca? ¿Qué tesoro anhela encontrar?
Así es como Dios nos busca a nosotros, sus hijos perdidos. En medio de nuestras noches oscuras, cuando el pecado nos envuelve como una niebla densa, Él no se queda de brazos cruzados. Nos sigue incansablemente, como un pastor que busca a la oveja extraviada. No importa cuán lejos hayamos ido, cuán profundo sea el abismo en el que nos encontramos, Dios no nos abandona. Su amor es más grande que nuestras faltas, su gracia más amplia que nuestros errores.
Jesús, la luz del mundo, brilla en medio de la densidad de nuestra oscuridad. Su amor es como un faro que atraviesa las sombras más profundas de nuestra vida. Penetra en los rincones más oscuros de nuestro corazón, allí donde guardamos secretos, donde se esconden las heridas y las culpas. No hay pecado demasiado grande, ni fracaso demasiado abrumador para su gracia redentora.
Nos sentimos solos, pero Él está allí. Nos alejamos, pero Él nos sigue. Nos perdemos, pero Jesús no deja de buscarnos. Como la lámpara en manos de la mujer buscadora, su luz nos guía de vuelta a casa. No importa cuán lejos hayamos ido, cuán perdidos nos sintamos, Él no dejará de buscarnos.
Querido Señor, gracias por no rendirte conmigo y buscarme aun en la más densa obscuridad. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Alguna vez se te perdió algo de mucho valor? ¿Cómo te sentiste?
* ¿Cómo crees que se siente Dios cuando nosotros nos perdemos?
Sr. Cristian Morales
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