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ALIMENTO DIARIO
¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! 1 Juan 3:1a¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos! 1 Juan 3:1a
A la mayoría de las personas no les gusta su nombre.
Un estudio realizado ha demostrado que a la mayoría de las personas, al menos durante un período de su vida, no les gusta el nombre que sus padres le pusieron.
Teniendo eso en cuenta, me pregunto cómo se va a sentir Dixon Willoughby Partin (quien todavía no ha nacido) cuando crezca, con respecto a su nombre. Se me ocurre que no va a estar muy contento.
Lo que sucedió es que el papá de Dixon Willoughby ganó un concurso en un programa de radio al prometer que le pondría a su hijo el nombre de los dos anfitriones del programa. ¿Sabe cuál fue el premio que el papá de Dixon Willoughby ganó? Una tarjeta de cien dólares para gasolina.
Me cuesta creer que una razón como esa vaya a ayudar la autoestima del niño cuando crezca. En realidad, un nombre, que dura toda una vida, debería valer más que una tarjeta para gasolina que hoy tiene valor, pero que en cuanto se usa no sirve más.
Yo sé que mi nombre vale más. Y el suyo también… si usted se llama «cristiano».
Eso es lo que San Juan estaba tratando de transmitir al pueblo de Dios cuando escribió: ¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! Juan quería que supieran que ser llamados «hijos de Dios» es algo maravilloso y honorable.
Juan pudo ofrecer ese aliento porque había visto el amor del Padre en la persona de Jesucristo. Juan había estado allí y había visto la maravilla, la compasión, y el poder de los milagros de Jesús; él había escuchado las palabras de sabiduría del Salvador, y había presenciado el arresto, el juicio, y la crucifixión de Cristo. Él fue uno de los primeros en ver que la tumba de Jesús estaba vacía, y fue bendecido con varios encuentros con el Redentor resucitado.
¿Qué clase de amor hace que podamos ser llamados «hijos de Dios»? Un amor que nunca ha dejado de darse, de sacrificarse, y de solidarizarse. Un amor que, gracias a Jesús, perdona nuestros pecados y nos saca del infierno para llevarnos al cielo. Un amor que sólo puede venir de un Padre maravilloso y único.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, es maravilloso poder ser llamado hijo de Dios. Ayúdame para que todo lo que hago y digo sea un reflejo de mi Padre. En tu nombre. Amén.