+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Después Jesús entró en el templo, y comenzó a echar de allí a todos los que vendían y compraban. Les decía: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración." ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!» (Lucas 19:45-46).
En el Antiguo Testamento, Dios había designado a los sacerdotes como mayordomos para cuidar el templo. Su deber principal era proclamar la palabra de Dios y mantener la paz en el lugar sagrado, permitiendo que las personas se acercaran para escuchar la proclamación de la Palabra y elevaran sus oraciones. Sin embargo, con el paso del tiempo, estos mayordomos olvidaron su responsabilidad y se corrompieron por el dinero, permitiendo que se llevaran a cabo negocios en los pasillos del templo. Las monedas tintineaban, las palomas se vendían, los comerciantes regateaban y las palabras sagradas se ahogaban en el bullicio de las transacciones.
Entonces un día Jesús entró en el templo y vio a los gentiles luchando por escuchar su Palabra. Pero los gritos de los comerciantes los sofocaban. En ese instante la ira ardió en el corazón de Jesús. Sin titubear, se dirigió al patio central. Allí, entre las mesas de cambio y los puestos de ofrendas, encontró lo que necesitaba. Con manos firmes trenzó un látigo, y con un grito que retumbó en las paredes expulsó a todos los comerciantes del templo. Las monedas volaron, las palomas escaparon y los vendedores huyeron. El templo quedó en silencio, como si la misma tierra contuviera la respiración.
Jesús miró a los gentiles, ahora libres para escuchar. «Mi casa es casa de oración», dijo con voz firme. «No permitiré que se convierta en un mercado». La paz volvió a inundar los pasillos. La Palabra de Dios resonó con claridad. Y así, nuestro Señor Jesucristo purifico el templo, regresándolo a su propósito original: ser una casa de oración donde se proclame su Palabra.
Querido Señor, ayúdanos a recordar siempre la importancia de escuchar tu voz por encima del bullicio del mundo. Amén.
Para reflexionar:
* Si los líderes sacerdotes y maestros de la ley eran tan rigurosos, ¿por qué crees que permitieran que se hicieran negocios en el templo?
* ¿Qué ruidos te impiden escuchar la voz de Dios?
Sr. Cristian Morales
© Copyright 2025 Cristo Para Todas Las Naciones