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ALIMENTO DIARIO
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes. 1 Pedro 1:3-4¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes. 1 Pedro 1:3-4
En la Provincia Sichuan de China, la ciudad de Yingziu prácticamente ha desaparecido. La ciudad que fuera sacudida por un terremoto de intensidad 7.9 apenas es reconocible.
Parece no haber esperanza.
La escuela primaria fue destruida; en ella murieron los 400 alumnos que estaban en clase. Las rutas se cortaron, en las montañas hubo derrumbes, y miles de miles están muertos. Parece no haber esperanza.
Muchos de los cuerpos han sido rescatados, pero las autoridades están convencidas de que hay más, muchos más todavía enterrados bajo los escombros. Un hombre dijo: «No sé qué va a ser de este lugar en el futuro. Este lugar ya no parece apropiado para vivir». Con palabras decía lo que muchos pensaban. Parece no haber esperanza.
Pero las cosas no siempre son lo que parecen ser, y la esperanza no muere tan fácilmente. Una semana después del terremoto, un hombre fue rescatado de entre los escombros. 178 horas, casi 7 días y medio después del terremoto, un ejecutivo que trabajaba en una planta de electricidad, fue rescatado vivo. Contra todas las probabilidades, ese hombre burló a la muerte.
Por lo menos por un tiempo. Porque la verdad es que, a pesar de que fue rescatado y de que todos están contentos de verlo vivo, su victoria contra la muerte sólo durará un tiempo. Un día… quizás pronto, quizás no tanto, la muerte vendrá a buscarlo. Y la próxima vez que venga, no escapará. La muerte vendrá y se apoderará de él de la misma forma que se apodera de toda la humanidad pecadora.
Esta es la razón por la cual, si queremos tener esperanza, pero esperanza de verdad, esperanza que dura para siempre, tenemos que volvernos a Jesucristo.
Como dijo San Pedro, Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva. A través de la vida, muerte, y resurrección del Salvador, tenemos una esperanza, una herencia indestructible e incontaminada. En Jesucristo tenemos una esperanza inmarchitable del cielo.
En Jesús recibimos una esperanza que ni siquiera un terremoto de intensidad 7.9 puede sacudir.
Por esa esperanza, junto con San Pedro decimos: «¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo!» Él nos ha hecho vuelto a nacer y nos ha dado una esperanza viva.
ORACIÓN: Querido Padre celestial, tú sabes que todo en este mundo pecaminoso es transitorio. Aún la tierra que pisamos puede abrirse. Por esto queremos darte gracias, porque en la Persona, vida, muerte y resurrección de Jesús, nos has dado una esperanza verdadera, duradera, e indestructible. Ayúdanos para que construyamos nuestras vidas en él. En su nombre. Amén.