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ALIMENTO DIARIO
Después Dios el Señor dijo: «No está bien que el hombre esté solo; le haré una ayuda a su medida.» ... Con la costilla que sacó del hombre, Dios el Señor hizo una mujer... (Génesis 2:18, 22a).
Lo primero que Dios dice que «no está bien», es la soledad. Así que, Dios planea una estrategia militar, una intervención divina: decide crear a la mujer. La palabra «ayuda» usada aquí, en hebreo es ezer, o «aliado» y se usa cuando Dios interviene en su creación de una manera especial. De hecho, se usa para describir a Dios mismo.
Por ejemplo, en el Salmo 33:20 leemos: «Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda (ezer) y nuestro escudo es él». Y en el Salmo 121:2: «Mi ayuda (ezer) viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra». Y en Juan 14:16, Jesús promete enviar al Espíritu Santo, nuestro «Ayudador» [El Nuevo Testamento está en griego. La palabra griega para «ayudador» en este contexto es parakletos], para estar con nosotros siempre. De hecho, la palabra ezer se usa para describir a Dios más a menudo de lo que se usa para describir a cualquier otra persona en el Antiguo Testamento.
Ezer significa algo así como «dar un paso al frente y ayudar a cumplir una misión». Describe con frecuencia la ayuda militar, especialmente de naturaleza divina, como cuando Dios destruye a los enemigos de Israel como un poderoso guerrero. También se usa para describir la ayuda a los pobres, los huérfanos, los enfermos y los oprimidos por los enemigos; y de los justos.
Mujer, eres una estrategia militar de Dios para la humanidad. Eres un regalo de Dios a su creación. Nos recuerdas la intervención divina fuerte y totalmente necesaria. Nos recuerdas que tenemos un Dios que interviene en nuestro mundo. Eres creada a imagen y semejanza de Dios, nuestro azar.
Demos gracias a Dios por las mujeres en nuestra vida y digamos hoy con Samuel: Ebenezer… «Hasta aquí nos ha ayudado el Señor.» (1 Samuel 7:12).
Padre nuestro, te damos gracias porque en Cristo, nuestro Salvador y Ayudador, encontramos tu intervención divina que nos libera del pecado y la muerte. Te agradecemos por el regalo de la mujer como una ayuda adecuada y poderosa, reflejando tu amor y cuidado. Capacítanos con tu Espíritu Santo para ser ayudadores en este mundo, siguiendo el ejemplo de tu divina intervención. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Cómo puedes reflejar hoy el amor de Cristo, nuestro azar, en tus relaciones y comunidad?
* ¿De qué maneras puedes reconocer y agradecer a Dios por las mujeres en tu vida que actúan como azar, reflejando su intervención divina?
Diaconisa Noemí Guerra
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