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ALIMENTO DIARIO
Sálvanos, Señor, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: Amén! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 106: 47-48Sálvanos, Señor, Dios nuestro; vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que demos gracias a tu santo nombre y orgullosos te alabemos. ¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, eternamente y para siempre! ¡Que todo el pueblo diga: Amén! ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 106: 47-48
Hace poco tiempo un reservista de la Armada fue asaltado en la ciudad Milwaukee.
El informe policial dice que, apuntándolo con una pistola en el cuello, fue forzado a tirarse al suelo. Así tuvo que permanecer mientras cuatro ladrones robaron su billetera, sus llaves, su celular y 16 dólares.
Cuando uno de los ladrones vio la identificación de la Armada en su billetera, ordenó a los demás devolver todo lo robado, diciendo que debían respetar a los militares. Luego le dio gracias al soldado por todo lo que estaba haciendo, se disculpó por el inconveniente, y se desapareció en la oscuridad junto con los demás.
En pocos minutos el reservista se levantó…dando gracias por que no pasó nada de lo que pudo haber pasado.
Esta historia me recuerda una vieja anécdota acerca de Matthew Henry, el famoso estudioso de la Biblia.
Al reverendo Henry, así como al reservista, le robaron y le dejaron ileso. Esa noche, antes de irse a la cama, escribió estas líneas en su diario:
Amado Dios, «Quiero agradecerte
primero, porque nunca antes me habían robado;
segundo, porque aunque tomaron mi billetera, respetaron mi vida;
tercero, porque aunque tomaron todo lo que tenía, no era mucho, y
cuarto, porque yo fui robado y no fui yo quien robó.
Al celebrar el Día de Acción de Gracias, me pregunto si todos podremos decir una oración como esa.
ORACIÓN: Amado Señor, muchos hemos pasado por momentos difíciles, pero no imposibles. Hemos pasado por momentos de soledad, pero contrarestados por la presencia de nuestro eterno Salvador. Hemos cargado cruces, pero con Jesús a nuestro lado, no nos han quebrantado. Señor, te damos gracias por el dolor que nunca sentimos, por las heridas que nunca tuvimos, por las pérdidas que nunca ocurrieron. Y te damos gracias por tu dádiva de gracia, y libertad de la tiranía espiritual y terrenal. En el nombre de Jesús. Amén.