ALIMENTO DIARIO

  • "Hasta el final"


  • agosto 19, 2008
  • Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: "¡Consumado es!" E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19:30Cuando Jesús tomó el vinagre, dijo: "¡Consumado es!" E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. Juan 19:30


  • Seguramente a esta altura ya estará un poco cansado de escuchar tantas noticias sobre las Olimpíadas (y sobre las futuras elecciones en los Estados Unidos), razón por la cual he tratado de no tocar esos temas en estas devociones.

    Pero aún así, hoy quiero compartir con ustedes la historia de John Steven Aquari, de Tanzania. John corrió el maratón en los juegos de México en 1968.

    John corrió el maratón, pero no lo ganó, porque al comienzo de la carrera se lesionó a raíz de una caída, por lo que llegó último a la meta. John llegó rengueando al estadio horas después que el resto de los competidores habían terminado y se habían ido.

    Un reportero le hizo la pregunta que todo el mundo se estaba haciendo: «¿Por qué, estando lesionado, no abandonó la carrera?» Sin vacilar, John contestó: «Mi país no me mandó a viajar siete mil millas para comenzar esta carrera. Mi país me mandó para que terminara la carrera.»

    Su respuesta me recuerda a otras personas que también se comprometieron a terminar la carrera, finalizando así la obra que se les había encargado.

    Miremos al Salvador colgando en la cruz. En sus 33 años de vida sufrió los celos de los reyes, el odio de quienes había venido a salvar, las tentaciones de Satanás, y el abandono, negación, y traición de sus amigos más cercanos.

    Aún así, Jesús había sido enviado para salvarnos, y a pesar de todo lo que el mundo pecador le puso en su camino, mantuvo su compromiso hasta terminar el trabajo que se le había encargado. Antes de morir, desde la cruz victoriosamente proclama: «¡Consumado es!»

    Años más tarde, San Pablo, habiendo sido salvo por el sacrificio de Jesús, dijo algo muy similar.

    A pesar de haber sobrevivido naufragios, lapidadas, encarcelamientos y rechazos, Pablo seguía proclamando a Cristo en todos los lugares donde iba. Antes de ser ejecutado, le escribió a Timoteo las siguientes palabras, que resumen su vida: «He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día» (2 Timoteo 4:7-8).

    Terminar la carrera.

    Es mi oración que usted también pueda decir: «Estoy comprometido a terminar la carrera que se me ha otorgado». Más allá de que su carrera sea larga o corta, fácil o difícil, por el Espíritu Santo, en Jesús, termine su carrera.

    ORACIÓN: Querido Señor Jesús, no dejo de asombrarme ante la dedicación que tuviste para salvarme. Tu carrera fue muy dura y difícil, pero la terminaste por mí, y porque así lo hiciste, soy salvo. Envíame tu Espíritu Santo para que, a través de su poder, pueda correr mi carrera hasta el final y recibir la corona de la vida. En tu nombre. Amén.