ALIMENTO DIARIO

  • "Hijos del Dios viviente"


  • enero 16, 2024
  • Como también se dice en Oseas: «Llamaré "pueblo mío" al que no era mi pueblo, Y llamaré "amada mía" a la que no era mi amada. Y en el lugar donde se les dijo: "Ustedes no son mi pueblo", Allí serán llamados "hijos del Dios viviente"» (Romanos 9:25-26).Como también se dice en Oseas: «Llamaré "pueblo mío" al que no era mi pueblo, Y llamaré "amada mía" a la que no era mi amada. Y en el lugar donde se les dijo: "Ustedes no son mi pueblo", Allí serán llamados "hijos del Dios viviente"» (Romanos 9:25-26).


  • Los judíos, a pesar de haber recibido tantas bendiciones de Dios, seguían en su incredulidad y no comprendían ni estaban dispuestos a admitir la diferencia entre el Israel basado en el linaje biológico y el Israel basado en la fe en la promesa. Creían que la salvación no dependía únicamente de la compasión divina y del impecable mérito de Cristo, sino que también la atribuían a ciertos aspectos de nuestra naturaleza.

    Pero en estas dos citas del profeta Oseas, Pablo les recuerda a los judíos de esa época, y a nosotros hoy que, así como Dios pudo restaurar las diez tribus del reino del norte de Israel a pesar de su abandono, también puede extender su invitación a los gentiles para que reciban su misericordia.

    Quizá en tu vida haya personas que crean que tú no deberías ser hijo o hija del Dios viviente. Le dan un vistazo a tu pasado (o quizá a tu presente) y deciden que no eres parte del pueblo de Dios. Si es así, déjame decirte que Dios esOremo un Padre amoroso y misericordioso que defiende a sus hijos. Casi puedo escuchar su tono de voz, refutando a los que te juzgan y diciendo: Yo le llamaré «pueblo mío» y «amada mía». Aunque tú digas lo que digas, aunque no comprendas ni estés dispuesto a admitir que la salvación depende únicamente de la compasión divina y del impecable mérito de Cristo, ¡esta persona es un hijo del Dios viviente porque yo lo digo!

    Solamente Dios ve tu interior. Este es un llamado a un corazón penitente y una confianza que depende cien por ciento de la gracia y la misericordia divina. No hay nada que tú y yo podamos hacer para ganarnos el ser hijos del Dios viviente. Cristo lo ganó por nosotros y nadie puede arrebatarnos de su mano.

    Padre, gracias por llamarme «pueblo mío» cuando no era tu pueblo, y «amada mía» cuando no te amaba. En medio de las voces que me juzgan y las dudas que me rodean, te agradezco por tu amor incondicional y tu misericordia. Así como restauraste a las tribus de Israel y extendiste tu invitación a los gentiles, te pido que me ayudes a confiar en tu promesa de considerarme hijo tuyo sin importar mi pasado o lo que otros opinen. Dame un corazón penitente y la confianza plena y exclusiva en tu gracia. En Cristo. Amén.

    Para reflexionar:
    * ¿Cómo cambia tu vida al saber que Dios te llama «pueblo mío» y «amada mía» a pesar de las opiniones negativas de otros o de tus propias inseguridades?
    * ¿En qué áreas de tu vida has sentido la necesidad de demostrar que eres digno o merecedor del amor de Dios en lugar de simplemente recibir su gracia?

    Diaconisa Noemí Guerra


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