+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Hebreos 13:1-2Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. Hebreos 13:1-2
Aunque a los más jóvenes les cueste creerlo, hubo un tiempo en que las gasolineras utilizaban algo más que el precio de la gasolina para atraer clientes: ofrecían un servicio. Es por eso que, en algunos lugares, todavía hoy se las conoce como «estaciones de servicio»: porque allí median el aceite, el aire de las gomas, y cualquier otra cosa que necesitara ser controlada.
Cualquiera que haya volado o que utilice un teléfono celular sabe que, en algunos lugares, el concepto de servicio deja mucho que desear. Algunos llegan al punto de decir que el servicio ya no existe.
Como cristianos no tenemos la capacidad de cambiar cada aspecto de la sociedad ingrata en que vivimos, ni de enseñar a cada persona a ser amable. Pero eso no quiere decir que tenemos que darnos por vencidos, porque sí podemos ser generosos y hospitalarios.
Cuando mi esposa y yo visitamos iglesias, la mayoría de las personas me reconocen, por lo que me saludan muy amigablemente. Pero mi esposa no es tan conocida. Lamentablemente, ha habido ocasiones en que ha entrado a la iglesia, participado de la adoración, y salido, sin que nadie le haya sonreído o dado la bienvenida.
El escritor de la carta a los hebreos tenía un problema con ese tema, razón por la cual, con la inspiración del Espíritu Santo, los alentó diciendo: «Sigan amándose unos a otros fraternalmente. No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles».
Con esto no quiero decir que mi esposa es un ángel, ni que cada persona nueva que llega a su iglesia sea un mensajero salido de las huestes celestiales. Pero sí es cierto que todas esas personas son amadas por Jesús.
La persona desconocida que se sienta al lado suyo en la iglesia no es desconocida para Dios. Ese rostro extraño para usted, no es extraño para el Salvador. Jesús vio el rostro de esa persona cuando estaba en el jardín de Getsemaní. No sólo vio su rostro y su pecado, sino que la amó tanto como para dejarse arrestar, golpear, escupir, maltratar, coronar con una corona de espinas, y crucificar.
Fue por ese extraño, y por cada uno de nosotros, que Jesús murió y resucitó, lo que quiere decir que ese extraño y yo tenemos mucho en común, y que, si bien puede ser difícil ser amable con los extraños, no es tan difícil ser amable con un hermano en la fe. Ese es el servicio que los cristianos podemos hacer.
ORACIÓN: Querido Señor, gracias por hacerme miembro de tu familia a través del sacrificio de tu hijo Jesucristo. Abre mis ojos cada día para que pueda ver en los demás a tus hijos redimidos, y amarlos como Jesús me ama a mí. En su nombre te lo pido. Amén.