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ALIMENTO DIARIO
He escogido el camino de la verdad; he puesto tus ordenanzas delante de mí. Me apego a tus testimonios; Señor, no me avergüences. Salmo 119:30-31 (LBLA)He escogido el camino de la verdad; he puesto tus ordenanzas delante de mí. Me apego a tus testimonios; Señor, no me avergüences. Salmo 119:30-31 (LBLA)
Recién cuando leí el artículo de AP de la semana pasada me enteré que en este país tenemos un concurso filosófico en el cual cualquier persona tiene la posibilidad de exponer su punto de vista con respecto a los grandes temas de la vida y de la sociedad.
El tema de este año fue: «Para los Estados Unidos, ¿es la inmigración una ventaja, o una amenaza?». El ganador de la competición fue Craig Allen del estado de Oregon, quien recibió la medalla de oro. Craig dijo que la política de inmigración de nuestro país debe ser corregida porque, con la que hay ahora, los inmigrantes ilegales son una amenaza para el país.
Deana Cavaliere sacó el segundo puesto. Ella dijo que los inmigrantes han hecho que hoy tengamos un país con diferentes culturas e ideas ricas e innovadoras.
Dos personas salieron en tercer puesto, recibiendo medallas de bronce. Una de ellas dijo que la inmigración fortalece a los Estados Unidos, la otra que es una amenaza.
Por lo que se puede ver, los ganadores cubrieron todas las posibilidades de opinión con respecto a la inmigración. Algunos estuvieron a favor y otros en contra.
¿Quién tiene razón? No lo sé.
Cuando el salmista escribió el texto de esta devoción, debe haber estado pasando por un dilema similar. Pero aún así, el Señor le dio una respuesta, y bajo la guía del Espíritu Santo, pudo decir: «…he puesto tus ordenanzas delante de mí. Me apego a tus testimonios…» En otras palabras, confiar en Dios, en su voluntad, en sus caminos, en su plan de salvación. Eso no sólo es lo correcto sino que también es lo más sabio que podemos hacer.
Después de todo, la palabra de Dios es verdad (Juan 17:17).
Es cierto que quizás haya quienes se burlen de nosotros y nos traten de tontos e ingenuos. Eso no es nada nuevo. Ya hace miles de años el salmista pidió no ser avergonzado.
Vergüenza o no, tanto el salmista como todos los rescatados por Dios se mantuvieron fieles al Padre celestial y a Jesucristo, nuestro Salvador. De esto estoy totalmente seguro.
ORACIÓN: Querido Señor Jesús, si bien no quiero ser burlado ni ridiculizado, si ese es el precio que tengo que pagar por creer en ti, dame la fuerza para que sea un fiel discípulo tuyo. Ayúdame para que, como el salmista, pueda decir: «Me apego a tus testimonios». En tu nombre. Amén.