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ALIMENTO DIARIO
Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. Hechos 2:44-45Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. Hechos 2:44-45
De acuerdo con el libro de Hechos, hubo un tiempo en la historia de la iglesia en que todas las cosas eran propiedad común y compartida por todos.
En la ciudad de Nueva York, recientemente una mujer fue arrestada cuando salía de la iglesia Nuestra Señora de la Esperanza porque, aparentemente, tenía por costumbre robar de las carteras de quienes estaban sentados cerca de ella.
Cada vez que los feligreses se arrodillaban para orar o iban a tomar la comunión, esta mujer rebuscaba las carteras para sustraer el efectivo.
Cuando fue interrogada por la policía, dijo que, como era pobre, creía que tenía derecho a que los demás compartieran sus bienes con ella, lo cual no fue visto con agrado por los demás miembros de la iglesia.
Supongo que hay ciertas ventajas en robar dentro de la iglesia, ya que la gente es más bien cortés y menos violenta, por lo que probablemente no sacarán una pistola. Pero, por otro lado, robar no es una actividad muy apreciada.
En sus comienzos, la iglesia cristiana supo organizarse para ayudar a quienes sufrían necesidades. En estos días también hay muchos que están en necesidad: hay personas sin trabajo, hay quienes están preocupados porque quizás vayan a perder su casa, hay quienes no tienen dinero para pagar las cuentas médicas, hay quienes no saben cómo van a hacer para dar de comer a su familia…
Ante todo esto, ¿qué podemos hacer? Nosotros que hemos recibido tanto del Salvador; nosotros, que no teníamos esperanza, ni futuro, ni salvación, es tiempo de que nos pongamos en marcha para dar esperanza y futuro a quienes hoy no lo tienen.
Si usted es un empresario que están ofreciendo trabajo, publíquelo en el boletín de su iglesia y de las otras iglesias y supermercados de su barrio. Si tiene algo que ya no necesita más, ofrézcaselo a su vecino o compañero de estudio o de trabajo, o alguien que pueda necesitarlo.
Nunca se sabe lo mucho que Dios puede hacer con nuestras ofrendas de amor.
ORACIÓN: Amado Jesús, gracias por haber comprado mi perdón y eternidad con tu sangre. Ayúdame a ayudar a otros. Te lo pido y hago en tu nombre. Amén.