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ALIMENTO DIARIO
El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que es cuando se sacrifica el cordero de la pascua, sus discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la pascua?» (Marcos 14:12).El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, que es cuando se sacrifica el cordero de la pascua, sus discípulos le preguntaron: «¿Dónde quieres que hagamos los preparativos para que comas la pascua?» (Marcos 14:12).
Desde la salida del pueblo de Israel de Egipto hasta la última pascua celebrada por Jesús y sus discípulos, pasaron mil quinientos años. Mil quinientas veces las familias israelitas mataron un codero para que su sangre recordara la milagrosa liberación de Egipto. El otro milagro de Dios, de abrir y cerrar el mar, fue como abrir la puerta a una nueva vida y cerrar el pasado para siempre. Cuánta sangre inocente de miles de corderos derramada durante miles de años.
Porque la pascua era la manifestación concreta de que la sangre del cordero inocente cubriría los pecados del pueblo, los discípulos quieren preparar todo para celebrarla. Nada sabían que en esta pascua el cordero inocente de Dios moriría sacrificado en el altar de la cruz.
Elegir el cordero para la pascua era una tarea difícil para los israelitas. El animal tenía que ser sano, sin manchas, para simbolizar al inmaculado cordero de Dios. El Padre en los cielos no encontraría a nadie sano y sin mancha entre los millones de habitantes de la tierra. Podía matarlos a todos en algún altar y hacer el mayor derramamiento de sangre de la historia, pero de nada serviría, porque la sangre de cada ser humano está contaminada por el pecado que condena.
Viene la gran decisión entonces de que en el tiempo oportuno Dios enviaría a su Hijo (Gálatas 4:4) para redimir a toda la humanidad con la sangre de su propio cordero: Cristo. Y ahora, no más muertes, no más sacrificio por el pecado. Cristo derramó su sangre por nosotros. Él es nuestra pascua. Él nos liberó, él le cerró la puerta al pecado para que no nos condenara y nos abrió los cielos, la Tierra Prometida eterna.
Gracias, Jesús, por liberarnos del pecado y de la muerte para siempre. Amén.
Para reflexionar:
* ¿En qué «momento oportuno» te encontró el Cordero de Dios?
* ¿Cuán a menudo celebras la nueva pascua, la Santa Cena, junto con tus hermanos en la iglesia?
Rev. Héctor Hoppe
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