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ALIMENTO DIARIO
Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. Juan 12:46Yo soy la luz que ha venido al mundo, para que todo el que crea en mí no viva en tinieblas. Juan 12:46
Hace unos años un amigo mío le regaló a su hijo un globo terráqueo, con la esperanza de que le inspirara un poco de interés en geografía. Pero no dio resultado. El niño le dio una mirada al globo, lo puso sobre una mesita en su pieza, y allí lo dejo.
La primera vez que alguien le dio uso fue cuando su padre escuchó hablar de una isla remota cerca de la India. Como no encontró ningún mapa de la India en su casa, decidió ir a buscar el globo al cuarto de su hijo, que estaba durmiendo.
Caminando en puntas de pie cuidadosamente buscó el globo, y cuando comenzó a dirigirse hacia la puerta, el hijo se despertó y le dijo: «Papá, ¿qué vas a hacer con mi mundo?»
Pregunta bastante profunda que muchas veces los jóvenes nos preguntan a los mayores. ¿Qué vas a hacer con mi mundo? Me pregunto qué les contestamos.
Nuestros éxitos parecen ser cada vez menos que nuestros fracasos. El mundo está lleno de fanáticos religiosos, terrorismo, inflación y polución. Las naciones se dividen por problemas internos. La violencia y las drogas se han convertido en una forma de vida en muchos vecindarios.
Si el mundo no ha podido solucionar todos esos problemas con sus propios métodos, quizás sea el momento de buscar guía y ayuda. Creo firmemente que esa guía y ayuda que necesitamos la podemos encontrar solamente en el Señor Jesucristo, quien tiene toda una historia de victorias.
Jesús puede, si lo dejamos, cambiar el mundo, el mundo en el que él vivió, murió y resucitó para salvarlo.
Si Jesús estuviera a cargo de nuestras vidas y del mundo, ya no temeríamos responder a las generaciones más jóvenes cuando preguntan: «¿Qué van a hacer con nuestro mundo?» Si Jesús fuera nuestro Jefe, podríamos decir: «No se preocupen… no haremos nada malo».
De una devoción escrita originalmente para «By the Way»
ORACIÓN: Querido Señor, así como has salvado mi alma, puedes transformar este mundo. Tú prometiste llevar luz a la oscuridad. Concédenos sabiduría para ver que tus promesas son verdaderas. En tus manos nos encomendamos. En el nombre de tu Hijo. Amén.