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ALIMENTO DIARIO
En su camino a Jerusalén, Jesús pasó entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se quedaron a cierta distancia de él, y levantando la voz le dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Cuando él los vio, les dijo: «Vayan y preséntense ante los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras ellos iban de camino, quedaron limpios (Lucas 17:11-14).
En ese cruce de caminos entre Samaria y Galilea, diez almas afligidas se encontraron con la esperanza en persona. Los leprosos, marcados por la enfermedad y el rechazo, se atrevieron a alzar sus voces: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Sus palabras resonaron en el aire, atravesando la distancia que los separaba de aquél que podía cambiar sus vidas.
Y Jesús, el Salvador, no los ignoró ni los rechazó, sino que les dio una instrucción aparentemente simple: «Vayan y preséntense ante los sacerdotes». En obediencia comenzaron su camino hacia los sacerdotes, y en ese proceso ocurrió el milagro: mientras caminaban, sus cuerpos se sanaron. La lepra desapareció y la piel se volvió limpia y nueva.
Aquí podemos comprobar cómo la compasión de Jesús trasciende las barreras físicas y emocionales. Él ve más allá de la piel manchada y las heridas visibles. Su amor penetra en lo más profundo de nuestro ser. Cuando clamamos a él con todo nuestro ser, él nos responde. A veces, la respuesta puede ser una simple instrucción: «Ve y preséntate ante los sacerdotes». Pero en la obediencia encontramos sanidad y restauración.
Si hoy te sientes marginado, solo o herido, recuerda que Jesús está cerca. Clama a él con todas tus fuerzas: «¡Ten compasión de mí!» Confía en que su amor y poder pueden transformar tu vida. Así como los leprosos experimentaron sanidad, tú también puedes experimentar su gracia y compasión.
Querido Jesús, gracias por tu compasión inagotable. Escucha mis clamores y necesidades. Sana mis heridas y lléname de tu amor. Ayúdame a obedecer tus instrucciones y a confiar en tu poder transformador. En tu nombre. Amén.
Para reflexionar:
* ¿A quién acudes cuando te sientes solo y abandonado?
* ¿De qué manera Dios se hace presente en medio de tu soledad?
Sr. Cristian Morales
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