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ALIMENTO DIARIO
Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo: -Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: "Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna." Mateo 4:5-6Luego el diablo lo llevó a la ciudad santa e hizo que se pusiera de pie sobre la parte más alta del templo, y le dijo: -Si eres el Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: "Ordenará que sus ángeles te sostengan en sus manos, para que no tropieces con piedra alguna." Mateo 4:5-6
¿Recuerda la respuesta de Jesús a esa invitación del diablo? El Salvador dijo: «No pongas a prueba al Señor tu Dios».
Buen consejo. Consejo que se aplica muy bien a la historia que apareció en estos días en un periódico de la ciudad de Chicago.
Permítame preguntarle: ¿alguna vez, cuando volvía de un viaje de vacaciones, pensó que qué lindo sería si ese viaje nunca terminara?
Así pensó un hombre que estaba volviendo de un crucero de cuatro días por las Bahamas. La última noche, cuando el barco en el que iba ya estaba regresando al puerto de salida, este hombre se lanzó al mar. El barco dio vuelta para buscarlo… los guardacostas enviaron un helicóptero, una lancha y un bote para también tratar de encontrarlo, pero ninguno tuvo suerte.
Ese habría sido el final de la historia de ese hombre, si no hubiera sido por un crucero de Disney que pasaba por allí. Increíblemente, el crucero vio al náufrago, lo rescató, y lo llevó al Cabo Cañaveral. ¡Otra que poner a prueba a Dios! Uno no salta de un barco esperando que alguien lo recoja.
No es común que hablemos de poner a prueba a Dios. Sin embargo, es algo que la mayoría de nosotros hacemos. Cuando Dios nos dice que evitemos algo, algo que realmente queremos, ya saben lo que generalmente pasa: la mayoría de las veces terminamos haciendo lo que nosotros queremos, y no lo que Dios nos dice.
Pero luego esperamos que nuestro amoroso Señor nos rescate del lío, desastre, o catástrofe en que nos metimos. Eso también es poner a prueba a Dios, y es algo sumamente injusto de hacer.
El Padre no necesita probar su amor, su cuidado, y su compasión por la humanidad pecadora. En la vida, sufrimiento, muerte y resurrección de su Hijo, Dios ya nos ha demostrado cuánto nos ama.
Es mucho mejor para nosotros si en vez de probarlo, confiamos en él; si en vez de rebelarnos en su contra, hacemos lo que nos dice, y si aprendemos a orar: «que se haga tu voluntad, y no la mía».
ORACIÓN: Querido Padre celestial, perdóname por poner a prueba tu amor. Dame gracia para ver la sabiduría de tu Palabra y la maravillosa profundidad del sacrificio de Jesús. En su nombre. Amén.