ALIMENTO DIARIO

  • "Valor relativo"


  • febrero 24, 2011
  • Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. Santiago 1:17Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras. Santiago 1:17


  • Yongle fue el Emperador de China a comienzos del 1400. Sus artesanos produjeron algunas piezas de cerámica preciosas y funcionales.

    Hace poco, un anciano que se había jubilado de una fábrica de chocolate en Gran Bretaña, fue a una casa de remates llevando consigo una caja de cartón. Dentro de la caja había un florero de 30 cm. conocido como moonflask… era un florero hecho por artesanos de Yongle.

    Cuando los entendidos vieron tal obra de arte, no lo podían creer. Sólo las personas muy ricas compraban ese tipo de cosas. Además, ese florero había sobrevivido 600 años, y estaba en perfectas condiciones.

    Todo esto significa que, cuando lo vayan a rematar, ¡va a llegar a alrededor de $1.6 millones de dólares!

    Imagino que más de uno estará pensando: ‘Ojalá a mí me sucediera algo así. Sería tan lindo que una vez me tocara a mí’.

    No se enoje con lo que le voy a decir, pero… algo así ya le ha sucedido.

    Santiago escribió: «Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto». Él sabía muy bien de qué estaba hablando, así como también sabían muy bien de qué estaban hablando los ángeles que anunciaron el nacimiento del Niño a los pastores en las afueras de Belén.

    ¿Cómo lo registró Lucas? «Pero el ángel les dijo: ‘No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor'» (Lucas 2:10-11).

    Piense por un momento en lo que esas palabras significan… en las riquezas que ellas contienen. Gracias a Jesús, ya no tenemos miedo de lo que nos va a suceder cuando respiremos por última vez. Gracias al Salvador ya no estamos solos, ya no andamos por la vida sin esperanza, y nuestros pecados ya no nos condenan.

    Gracias al Salvador que nació, vivió, murió y resucitó, somos ricos… inmensamente ricos, pues hemos recibido todas las riquezas que no merecíamos de un Redentor.

    ORACIÓN: Padre celestial, gracias por ser el dador de toda buena dádiva y don perfecto. Ayúdame a apreciar tu gracia. En el nombre de Jesús, el mayor regalo de todos. Amén.

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