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PARA EL CAMINO
TEXTO: Marcos 13:13
¿Se preguntó alguna vez cómo y cuándo será el fin del mundo? Durante siglos el hombre ha tratado de contestar esta pregunta, y hasta ha predicho su fin varias veces. Pero, ¿qué es lo que en realidad nos dice la Biblia?
Voy a compartir con ustedes un editorial que salió publicado en un periódico, para ver si están de acuerdo con lo que dice: «El mundo es demasiado grande para nosotros. Están sucediendo muchas cosas malas: demasiados crímenes, demasiada violencia, y demasiados conflictos… Por más que uno se esfuerce por mantenerse al día con los adelantos, no lo logra, pues la ciencia avanza más rápido que uno… Los gobiernos cambian tan seguido, que ya no se sabe quién está al mando. Se vive bajo una gran presión. ¡La humanidad no puede resistir así por mucho más!»
La mayoría de las personas que leyeron ese editorial estuvieron de acuerdo con lo que dice. ¿Qué le parece a usted? ¿Cree que es una descripción acertada de lo que sucede en el mundo? Le hago esta pregunta, porque el editorial antes citado fue publicado en el mes de junio del año 1833. Sí, hace más de 175 años, las personas estaban convencidas que el mundo estaba cambiando a un ritmo demasiado rápido. Parece que algunas cosas no cambian.
¿Qué clase de cosas no cambia? Una de las cosas, entre muchas otras, que no cambia, es que el ser humano tiene curiosidad por saber cuándo va a llegar el fin del mundo. Hoy día hay quienes dicen que el 21 de diciembre del año 2012 ya no tendremos que preocuparnos por nada, pues ese día será el fin de este mundo. Aun cuando no existe una prueba real de que esa fecha vaya a ser diferente que cualquier otro día, son muchos los que disfrutan imaginando cómo va a ser. ¿Seremos tragados por algún agujero negro gigante en el espacio? ¿Será que el sol va a explotar? ¿Vendrá una plaga que nos exterminará? ¿O se producirá el colapso del universo?
¿Cómo cree usted que será el fin? ¿Será que un meteorito nos va a destruir chocando contra la tierra, o un volcán gigante hará desaparecer toda clase de vida del planeta? ¿Seremos barridos por un tsunami, o será que un déspota decidirá apretar el botón rojo que desate una guerra nuclear para terminar con todas las guerras? ¿Qué es lo que va a traer el fin de este mundo?
Esa pregunta también se la han hecho, y siguen haciendo los creyentes. Ya que seguir a Cristo no elimina la curiosidad, muchos cristianos quieren saber cómo y cuándo la tierra va a llegar a su fin. Y para tratar de encontrar la respuesta de Dios a esa pregunta, muchos han dedicado mucho tiempo a estudiar la Biblia en busca de respuestas. Después de haber buscado meticulosamente y de haber seguido todas las pistas posibles, estos estudiosos confiesan haber descubierto una cosa: que los libros de la Biblia coinciden en decir que el fin del mundo, o sea, el día en que Jesús regresará a juzgarnos, se está acercando. Pero si cualquiera de ellos trata de encontrar detalles específicos acerca del Día del Juicio final, se encuentra con que no hay predicciones claras ni bien definidas.
Sabemos bien que al ser humano le gusta saber los hechos concretos. Pero, si no los puede saber, en vez de quedarse callados comienzan a especular y a hacer conjeturas. Y eso es lo que ha pasado tantas veces con respecto al fin del mundo. Por los años 150 después de Cristo, un hombre llamado Montano, predijo que Jesús iba a retornar en Asia Menor, en el país que hoy conocemos como Turquía. Por supuesto que Montano estaba equivocado, ya que Jesús nunca regresó. Cien años después, otro hombre llamado Hipólito predijo que Jesús regresaría antes del año 500, pero también estuvo equivocado.
Al acercarse el cumplimiento de los primeros mil años de la iglesia cristiana, era cada vez mayor la cantidad de personas que predecían que el retorno de Jesús era inminente. Parece muy lógico, porque en la Biblia se habla de mil años, y además el número mil es un número entero que simbolizaba la totalidad. Tenía tanto sentido que, en la primavera del año mil, muchos agricultores decidieron no sembrar. En las ciudades pequeñas, los edificios y los caminos fueron descuidados, el comercio se detuvo, y los negocios cerraron sus puertas. Pero Jesús no regresó como sus habitantes esperaban o temían. En los meses siguientes, desilusionados y decepcionados, uno a uno fueron regresando a sus viejas rutinas y vida normal -y si alguien mencionaba el año que supuestamente Jesús iba a retornar, se avergonzaban y rápidamente cambiaban de tema.
Pero ninguna de esas apariciones fallidas de Jesús detuvo a otras personas de otras generaciones a hacer sus propias predicciones y profecías. Todos hemos estudiado que Cristóbal Colón atravesó el océano en el año 1492. Pero, ¿sabía que Colón, además de ser un explorador, se auto-denominaba ‘experto en profecías bíblicas’? En su manuscrito: «El libro de las profecías», Colón dijo estar convencido que el mundo se iba a terminar en el año 1556. La cercanía de esa fecha debió haberle servido de gran motivación para descubrir la ruta más corta al Oriente. Colón estaba convencido que el reloj de la tierra avanzaba, y que no quedaba mucho tiempo para predicar a las almas perdidas y a los corazones sin Cristo del Lejano Oriente.
Pero Colón estaba equivocado, porque Jesús no regresó en 1556. Tampoco lo hizo en 1666 cuando, debido al oscuro simbolismo numérico de ese año, mucha gente pensaba que Jesús iba a aparecer. Un pastor escribió en su diario: «Cada vez que hay una tormenta, la gente va a la iglesia esperando el regreso de Jesús». Dudo que hayan seguido yendo a la iglesia una vez terminado ese año.
En el 1800, después de una exhaustiva investigación de las Escrituras, un hombre llamado William Miller convenció a más de 100,000 personas que el Salvador iba a regresar el 3 de abril de 1843. Algunos de los seguidores de Miller se subieron a las montañas para estar más cerca del cielo. Otros fueron a los cementerios donde estaban enterrados sus familiares, con la esperanza de ir al cielo junto con ellos. Pero el invitado de honor no se presentó esa noche, ni la siguiente, ni hasta ahora.
Es fácil pensar que todas esas personas eran supersticiosas porque no tenían educación o no sabían mucho. Pero, ¿qué me dice de los 900 miembros de Jonestown, Guyana, que creyeron en un falso profeta y su mundo acabó con unos sorbos de una bebida mezclada con cianuro? ¿Somos demasiado educados como para creer en falsos profetas? ¿Qué de las 75 personas que creyeron ciegamente en su líder, y murieron atrincheradas en el incendio de Waco, Texas? ¿Demasiado educadas?
No hace muchos años, el Reverendo Deal publicó un libro que decía que Jesús regresaría en 1988, pero no sucedió. Muchos dijeron que Jesús regresaría al comienzo del nuevo milenio, y algunos estaban tan convencidos, que viajaron a Israel para estar allí y darle la mano. Y la lista continúa. Sólo hace una semana o dos que escuché a un evangelista en la televisión decir que Jesús regresaría antes del año 2013. Yo no estaría tan seguro.
¿Tenemos siquiera una idea de cuándo va a llegar el fin? La respuesta es: «sí». Para los que desean saber, Jesús sí dio algunas pistas. Si lee el capítulo 13 del Evangelio de Marcos, encontrará una predicción que Jesús hizo acerca del magnifico templo de Herodes, cuando dijo a los discípulos: «¿Ves todos estos grandiosos edificios? No quedará piedra sobre piedra; todo será derribado.» Como es entendible, los discípulos continuaron preguntando, «¿Cuándo es que sucederá eso? ¿Y cuál será la señal de que todo está a punto de cumplirse?» En respuesta, Jesús dio una lista de cosas que debemos esperar… cosas que sucederán antes del fin del mundo.
Lo primero que figura en la lista de Jesús es la llegada de falsos profetas: hombres y mujeres que dirán que hablan de parte del Salvador, y que se harán pasar por el Salvador. El mensaje de esos impostores parecerá sólido y sonará suave como terciopelo a los oídos, pero su contenido será contrario a las enseñanzas de Jesús. Esos falsos profetas seducirán y alejarán almas del perdón y la salvación del Salvador, y las llevarán al infierno de Satanás.
Pero la aparición de falsos profetas no es más que el comienzo de la lista de cosas que ocurrirán antes del fin del mundo. El Salvador también dijo que habrá guerras y amenazas de guerra -nación contra nación y reino contra reino. Ninguno de nosotros ha logrado escapar al terrible y trágico derramamiento de sangre de las guerras. Ni tampoco hemos escapado a los «terremotos y al hambre» predichos por Jesús. El 26 de diciembre del año 2004, mientras las personas se dedicaban a realizar sus actividades de todos los días, se produjo el tsunami que, con sus 50 a 100 pies de altura, se tragó comunidades enteras, llevándose consigo cientos de miles de personas. Muchos murieron instantáneamente; otros murieron en los meses que siguieron a causa de enfermedades y de falta de alimentos.
Sorprendentemente, Jesús dice a sus seguidores que no se alarmen por todas esas cosas, porque no son más que el comienzo de lo que vendrá antes del Juicio Final, cuando sus seguidores serán traicionados por sus propios familiares y perseguidos por quienes deberían protegerlos. Pero también les dice que en esos días, el Espíritu Santo dará fuerza a sus redimidos para que sean testigos ante quienes los acosan y odian, y les pondrá en la boca las palabras que deberán decir a quienes los persigan, los castiguen, y los martiricen.
¿Quieren que les diga cómo, en muchos lugares del mundo, la predicción de Jesús ya se ha convertido en realidad? El 27 de julio de este año, cuatro cristianos que trabajaban con los huérfanos de Somalia fueron secuestrados por una organización terrorista islámica. De acuerdo a testigos oculares, a los cuatro cristianos les dieron la oportunidad de renunciar al cristianismo y volver a su religión original, a cambio de su libertad. El testigo ocular dijo que ‘todos declinaron tan generosa oferta’. El resultado: los cuatro fueron decapitados. A sus familias les dijeron que no les regresarían los cuerpos para ser enterrados, ‘debido a que Somalia no tiene cementerios para paganos’.
Démosle una rápida revisada a la lista de cosas que Jesús dijo que habrían de suceder antes de su regreso. ‘Destrucción del templo de Jerusalén.’ Dicho y hecho. El Templo fue destruido allá por el año 40 después de que Cristo fuera crucificado y resucitado. ‘Falsos profetas.’ Dicho y hecho. ‘Guerras.’ Dicho y hecho. ‘Amenazas de guerra’. Dicho y hecho. ‘Terremotos y hambre.’ Dicho y hecho. ‘Persecución,’ Dicho y hecho. ‘Mártires asesinados.’ Dicho y hecho.
Olvidaba que Jesús también dijo: «el Evangelio tiene que ser proclamado a todas las naciones.» Eso también está sucediendo. Cristo Para Todas Las Naciones está presente en más de 40 países del mundo contando cómo, hace 2.000 años, Jesús vino a este mundo para ser nuestro Salvador. Y este es sólo un ejemplo.
Jesús dedicó toda su vida a restablecer nuestra relación con el Padre celestial. Él asumió mansamente esa dura tarea, y se comprometió a cumplir fielmente esa labor monumental. La mayoría de las alegrías y los placeres de la vida que usted y yo recibimos a diario, y que frecuentemente damos por sentado, a él le fueron negados. Sus mejores amigos malinterpretaron su misión y los sacrificios que hizo para ganar nuestra salvación. Los líderes de su comunidad y de su iglesia lo consideraron una molestia, una amenaza que debía ser eliminada. Las autoridades, que debían proteger al inocente y castigar al culpable, en el juicio de Jesús eligieron hacer exactamente lo contrario.
Es por todo eso que, en una mañana de viernes hace casi 2000 años, el Hijo de Dios, el inocente Salvador del mundo, fue clavado a una cruz romana en las afueras de la ciudad de Jerusalén. Allí, en esa cruz, Jesús pagó el precio de nuestros pecados, muriendo la muerte que por nuestra desobediencia merecíamos. Pero Jesús no se quedó muerto; no. Tres días después de ser sepultado, Jesús volvió a la vida… y ese mismo Señor vivo habrá de regresar una vez más.
Ese es el tema de este mensaje: que Jesús va a regresar. Lo más importante no es saber cuándo será el fin del mundo, o cuándo vendrá Jesús a juzgar a los vivos y a los muertos. Lo más importante es que usted esté preparado para cuando le llegue ese momento. Y la forma de estar preparado, mi amigo, es teniendo a Jesús junto a usted.
Cuando la muerte le llegó a Pedro y Pablo durante las persecuciones en Roma, Jesús estuvo junto a ellos. Cuando los cuatro cristianos en Somalia fueron decapitados por no renunciar a su fe, Jesús estuvo con ellos. No sé dónde pusieron sus cuerpos, pero sí sé que el Señor Jesús llevó las almas de esos mártires al cielo.
Como diría San Pablo: «Estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor.» (Romanos 8:38-39)
La muerte nos va a llegar… el día del juicio también nos va a llegar. Al comenzar este mensaje puse en mi computadora el reloj de la Organización Mundial de la Salud que cuenta, entre otras cosas, cuántas muertes ocurren por segundo en el mundo. Desde que este mensaje empezó hasta ahora, la Organización Mundial de la Salud dice que la muerte le llegó a 2.336 personas.
La muerte nos llega a todos. Dentro de una semana algunos de ustedes ya no estarán entre los vivos. ¿Está usted listo? ¿Está su familia lista? ¿Sus amigos? Cuando llegue la muerte, ¿estará Jesús con ellos, con usted? Con fe en el Cristo hay perdón, hay esperanza, hay victoria, y hay eternidad. La muerte le va a llegar, pero no tiene por qué enfrentarla solo. Gracias a su gloriosa resurrección, Jesús ha vencido la muerte y promete hacer lo mismo por usted. Él lo dice claramente: «Porque yo vivo, también ustedes vivirán.» (Juan 14:19b)
Mi amigo, yo no sé cuándo llegará el fin del mundo, ni tampoco sé cuándo le llegará a usted su final. Pero sí sé que, si usted tiene fe en Jesús como su Salvador, cuando lleguen esos días no tendrá nada que temer, pues la victoria de Jesús será también su victoria.
Si de alguna forma podemos ayudarle a estar seguro de esa victoria, comuníquese con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.