PARA EL CAMINO

  • El agua que cambia nuestra vida

  • enero 10, 2021
  • Rev. Germán Novelli Oliveros
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Marcos 1:4-11
    Marcos 1, Sermons: 12

  • El Bautismo es el comienzo de nuestra vida espiritual y de nuestra relación con Dios, no es un algo que pasó hace muchos años y ya. ¡No! Nuestro Bautismo tiene que ser una experiencia espiritual diaria, porque diariamente Dios viene a nosotros, porque la fe se vive diariamente y no una vez en la vida.

  • «El Bautismo no es solo agua, es agua comprendida en el mandato de Dios, y ligada con la Palabra de Dios» (Catecismo Menor del Dr. Martín Lutero, Bautismo). Estas palabras me transportan en el tiempo a mis clases de confirmación, cuando aprendíamos en la iglesia el significado y el poder del Bautismo en nuestras vidas.

    Es quizás lo primero que le digo a las personas cuando vienen a mi congregación a planificar el bautismo de sus hijos. Es algo que se dice con certeza, con el poder del evangelio… que se dice sabiendo que el bautismo salva, redime, limpia y nos prepara para la vida eterna. No en vano dijo Jesús: «Todo aquél que crea y sea bautizado, será salvo» (Marcos 16:16).

    En una ocasión vino a la iglesia una pareja deseosa de bautizar a su hija de unos cinco o seis años. Cuando les pregunté por qué no habían venido antes, me dijeron mil excusas: estábamos ahorrando para la celebración, estábamos esperando por los padrinos, no habíamos tenido tiempo… en fin… Y es que a veces creemos, especialmente en nuestra cultura occidental, que el bautismo es el rito, la fiesta y los padrinos… y no lo que Dios hace.

    Pero luego de hablar un poco más con esta pareja, descubrí que el papá de la niña no había sido bautizado. De pronto, lo que aparentaba ser una conversación pre bautismal para bautizar a una niña, se convirtió en un extenso diálogo lleno de preguntas y respuestas. Al final del día, la pareja aceptó hacer un bautismo inolvidable: el papá y su hija, sumergidos juntos en el agua de perdón, liberación y salvación que solo Dios puede obrar.

    Un par de años más tarde este hombre, que tenía menos de 35 años, murió inesperadamente. Fue un gran dolor para la familia, especialmente para su esposa e hijos… pero dentro de mi corazón atesoré el recuerdo de lo que Dios había hecho por él en las aguas de su bautismo, recordando las palabras de Romanos 6:3: «por el bautismo fuimos sepultados con Cristo en su muerte, para que así como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva«.

    El Bautismo es el comienzo de nuestra vida espiritual y de nuestra relación con Dios. Es por esta razón que hoy quiero que hablemos de este santo sacramento y de nuestra condición como creyentes bautizados. Para ello, quiero hacer énfasis en tres pasos que nosotros, en el poder de Dios y en la fe que hemos recibido por gracia, damos constantemente en nuestras vidas diarias.

    Mis queridos amigos, el Bautismo no es un algo que pasó hace muchos años y ya. ¡No! Nuestro Bautismo tiene que ser una experiencia espiritual diaria, porque diariamente Dios viene a nosotros, porque la fe se vive diariamente y no una vez en la vida.

    Pero antes de saber cuáles son estos tres pasos, tenemos que viajar a las riberas del río Jordán, el sitio donde bautizaba Juan, ese río extraordinario donde hoy día muchos van de todas partes del mundo a bautizarse, porque fue allí donde Jesús fue bautizado. Así que, siguiendo las palabras de Marcos 1, versos 4 al 11, demos inicio a este viaje y al descubrimiento de esos tres pasos esenciales en nuestra vida bautismal.

    El primer paso es el arrepentimiento. Mira lo primero que nos dice Marcos en los versículos 4 y 5 sobre el Bautismo que Juan estaba realizando antes de la llegada de Jesús:

    «Juan se presentó en el desierto, y bautizaba y proclamaba el bautismo de arrepentimiento para el perdón de pecados. Toda la gente de la provincia de Judea y de Jerusalén acudía a él, y allí en el río Jordán confesaban sus pecados, y Juan los bautizaba».

    La palabra arrepentimiento significa cambio, transformación, renovación. Esto es, dejar de hacer algo que nos perjudica a nosotros o a otros, y empezar a hacer algo totalmente diferente que nos hace bien. Es cambiar completamente de dirección, dar una vuelta en «U». Hay gente que quiere resultados diferentes en sus vidas, pero siguen haciendo lo mismo todo el tiempo. Hay gente que quiere un matrimonio diferente, una familia diferente, pero se niegan a cambiar esperando que el otro (o los otros) cambien… pero ellos no.

    Si quieres que te vaya mejor, si quieres vivir nuevas experiencias, si quieres poner fin a los mismos problemas de siempre… entonces revísate… cambia tus acciones diarias… deja de cometer los mismos errores… y, sobre todas las cosas, perdona y pide perdón. Esta era la invitación de Juan en aquellos días, y esta es mi invitación para ti en esta ocasión: confiesa tus pecados, deja de cometerlos y recibe con alegría el perdón que Cristo ganó para ti y que solo Dios puede darte. Déjate abrazar por el amor y la misericordia del Señor.

    Tienes que saber que el Bautismo pone la semilla de la fe en nuestro corazón. Desde ese momento somos adoptados como hijos de Dios. Y en esa relación PADRE — HIJOS, el Señor nos recuerda que está allí para escuchar nuestra confesión, y mejor aún, está allí para perdonarnos por TODOS nuestros pecados.

    Así que el primer paso para renovar y vivir nuestra experiencia bautismal involucra revisar las cosas que estamos haciendo mal, confesar nuestras faltas, pedir perdón, cambiar nuestras acciones (con la ayuda de Dios, por supuesto) y recibir con alegría el perdón de Dios. Dios siempre va a estar con nosotros para hacer posible nuestras transformaciones.

    El segundo paso tiene que ver con el Espíritu Santo. Vamos nuevamente a nuestro evangelio del día, donde en el versículo 8 leemos:

    «A ustedes yo [Juan] los he bautizado con agua, pero él [Cristo] los bautizará con el Espíritu Santo.»

    El Bautismo trae a nuestra vida la presencia del Espíritu Santo. En el capítulo 19 de Hechos vemos que, en su visita a Éfeso, Pablo se reunió con unos discípulos que no habían oído hablar sobre el Espíritu Santo. Pablo los bautizó, y la Escritura dice que ellos recibieron el Espíritu Santo… El mismo Espíritu Santo que descendió como una paloma en el Bautismo de Jesús… El mismo Espíritu Santo que vino a los discípulos en Pentecostés… El mismo Espíritu Santo que vino a tu vida cuando fuiste bautizado y que toca tu corazón cada vez que escuchas la Palabra de Dios.

    A veces no nos gusta hablar sobre el Espíritu Santo o sobre experiencias espirituales, porque para algunos suena más a ciencia ficción que a verdad. Hay personas que le tienen miedo a las experiencias sobrenaturales, pero no se dan cuenta que nuestra relación con Dios es, de principio a fin, una relación y una experiencia sobrenatural. Lo natural es que nazcamos y nos muramos. Esto es consecuencia del pecado, por lo tanto es natural que pase. Lo sobrenatural es que muramos y resucitemos… esto es loco de creer… ¡pero es lo que Dios hace con nosotros!

    Ante la realidad del pecado, Dios nos trae perdón por gracia (esto es sobrenatural)… Ante nuestra incapacidad de transformar nuestras vidas, Dios nos envía a su Espíritu Santo quien nos renueva, nos cambia, nos lleva a creer en Jesús y nos hace santos (esto también es sobrenatural)… ante la realidad de la muerte, Dios nos da la sobrenatural vida eterna.

    Hermano… hermana… no tengas miedo de vivir una experiencia espiritual… de decirle a Dios: Señor, envía tu Espíritu Santo a mi vida, a la vida de mi familia, a mi hogar… quiero vivir una vida de fe, una vida sobrenatural.

    Muchas veces esta experiencia espiritual ocurre en tu corazón o en situaciones cotidianas, y no en eventos sobrenaturales sacados de las películas de Hollywood. La gente quiere ver vientos, fuego, gente volando por todas partes, dando brincos, pretendiendo hablar en idiomas que no tienen sentido alguno. Pero créeme cuando te digo que en cosas pequeñas, como que un joven le diga no a las drogas, o cuando alguien deja de hacer algo malo que los daña a ellos y a sus familias, en esas cosas simples Dios está actuando sobrenaturalmente.

    El paso 1 es arrepentimiento. Esto es confesar nuestros pecados, dejar de hacer lo que siempre hacemos, recibir el perdón de Dios y vivir una transformación de fe. El paso 2 es recibir al Espíritu Santo en nuestro corazón y tener una relación espiritual con el Señor orando, meditando en su Palabra, renovándonos más y más cada día y entendiendo que Dios viene a nosotros de una forma sobrenatural. Ahora quiero que descubramos el tercer y último paso que encontramos en el texto de hoy.

    El tercer paso es vivir en el amor de Jesucristo. En los dos pasos anteriores, los creyentes somos #1 perdonados por Dios y #2 acompañados por Él. ¡Cómo estar solos si sabemos que el Espíritu Santo está a nuestro lado y mora dentro de nosotros! Para este último paso, «vivir en el amor de Jesucristo», quiero que recuerdes que Dios te ama y que ese amor tan grande que siente por ti lo manifestó en el sacrificio de Jesucristo, su único Hijo. Esto obviamente nos da ánimo para vivir la vida, fuerza para luchar contra los desafíos que vienen y amor para hacer que otros se acerquen a Dios y sean salvados por Él.

    Un creyente bautizado debe entenderse a sí mismo como un misionero, como un evangelizador, una persona que ama y que habla con otros sobre el amor de Jesús. Es como cuando tú te sientes amado por alguien y quieres contarle al mundo entero del amor que esa persona siente por ti. ¡Es lo mismo! Cuenta a otros sobre el amor de Dios por ti manifestado en Jesús, recordando que las mismas palabras que Dios le dijo a Cristo , registradas en el versículo 11, también te las dice a ti:

    «Y desde los cielos se oyó una voz que decía: ‘Tú eres mi Hijo amado, en quien me complazco’.»

    Hoy te invito a que te sientas amado por Dios. En el Bautismo fuimos limpiados de todo pecado, adoptados por Dios como sus hijos y revestidos por la pureza de Jesucristo. Él no pecó, nunca lo hizo, así que su Bautismo no fue para limpiarlo de sus pecados (que nunca tuvo) sino de los tuyos y los míos. Su muerte en la cruz no fue para pagar sus culpas (que nunca tuvo), sino las tuyas y las mías. Sus heridas sanaron las nuestras, y su resurrección es señal de que la nuestra también ocurrirá. Hoy te invito a que te sientas amado por Dios y que ese amor te lleve a amar a los demás.

    ¿Hay pecados en tu vida? Confiésalos a Dios y Él te perdonará. Vivir la vida de arrepentimiento, que es el paso número uno, consiste en que Dios penetra nuestros corazones con su Palabra y nos lleva a pedir perdón y creer con fe en el perdón que ÉL nos da.

    ¿Te sientes solo o abandonado? No temas, porque el Espíritu Santo mora dentro de ti y fortalece tu conexión espiritual con el Creador. Paso número dos: la experiencia del Espíritu Santo no se queda en brincos, saltos e idiomas sin sentido. Es sobrenatural porque hace de nosotros, pecadores y culpables, personas santificadas en el poder de Dios. Este es el Espíritu Santo que mora dentro de nosotros, el que prometió Jesús antes de morir en la cruz y el que recibieron los discípulos después de la resurrección. El mismo Espíritu que tú has recibido en tu bautismo.

    ¿Sientes que Dios no te ama o que te ha olvidado? De ninguna manera. Dios te ama y te amará siempre: eres su hijo, eres su hija, y en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, Dios obró tu salvación y la del mundo entero.

    Por amor, Dios fue al Jordán a ser bautizado en nuestro lugar… por amor este Jesús, Dios hecho hombre, vivió entre nosotros sanando a los enfermos y predicando sobre Su reino…. por amor, este mismo Jesús tomó la pesada cruz y sufrió en ella para pagar por nuestros pecados… por amor, Cristo resucitó de entre los muertos, y en nuestro Bautismo nosotros hemos resucitado con Él. A Él sea la gloria, por los siglos de los siglos. Amén

    Si deseas saber más sobre el Bautismo, si quisieras bautizarte o que lo haga alguien en tu familia, o para conocer más acerca de Jesucristo, estamos preparados para ayudarte. A continuación te diremos cómo comunicarte con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones.