PARA EL CAMINO

  • El único camino

  • mayo 10, 2020
  • 10
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Juan 14:1-14

  • El mundo trata de convencernos que todas las religiones son iguales. Pero, ¿qué otra religión se atreve a decir, como dice el cristianismo, que su fundador venció a la muerte para que todos los que creen en él puedan recibir la salvación?

  • En junio del 2007, el cajero automático en una parada de camiones en el noreste de Luisiana estaba funcionando mal: en lugar de entregar billetes de cinco dólares, estaba repartiendo billetes de veinte dólares. Según los registros de la máquina, en un periodo de cinco días veintiséis personas habían recibido más dinero del que les correspondía. Cuando la supervisora de la parada de camiones se enteró de lo que estaba sucediendo al escuchar a algunas personas hablar sobre ello, desconectó la máquina, pero cuando llegó a trabajar al día siguiente, alguien la había vuelto a conectar. Si bien el error inicial fue cometido por la máquina, los propietarios de la misma llamaron a la policía para que buscaran a los «ladrones».

    En febrero del 2008, Benjamín Lobato se sorprendió cuando recibió su extracto bancario. Ese papel le decía que en su cuenta bancaria tenía mucho más dinero de lo que supuestamente debía tener: exactamente cinco millones de dólares más. Pero Benjamín Lobato no actuó como esas personas del cajero automático que tomaron el dinero que no era suyo. No. Lobato es muy honesto, por lo que, extracto en mano, se dirigió al banco. Decidido a hacer lo correcto, le informó al empleado que el banco había cometido un error y que todo ese dinero en realidad no le pertenecía. El empleado le agradeció por su honestidad y se puso a revisar su cuenta. ‘Señor Lobato, lo siento, pero no hay ninguna equivocación. Todo ese dinero es suyo. Puede hacer con él lo que quiera.’

    Habiendo hecho lo que creía correcto, y basándose en lo que el empleado del banco le había dicho, Lobato retiró un poco de ese dinero. Con una parte hizo una donación y con otra hizo algunas inversiones (que por cierto fueron bastante malas). En total retiró alrededor de dos millones, lo que significa que aún le quedaban alrededor de tres millones de dólares en la cuenta. Pero resulta que un día el banco se dio cuenta que sí había cometido un error, ya que había confundido dos cuentas cuyos titulares llevaban el mismo apellido por lo que, sin dar explicaciones, el banco acreditó cinco millones de dólares a la cuenta correcta, mientras que el pobre Sr. Lobato fue arrestado y acusado de robo y fraude.

    Si preguntara cuál es la característica común entre estas dos historias, probablemente la mayoría de ustedes diría que ambas tienen que ver con dinero, y algunos quizás digan que ambas tratan sobre robos y castigos. Cualquiera de estas respuestas sería correcta; sin embargo, ninguna de ellas es el punto al cual estoy tratando de llegar. Por más que ciertas cosas tengan algunas similitudes superficiales, no quiere decir que necesariamente estas cosas sean iguales. En la primera historia vemos que, aunque tanto los billetes de cinco dólares como los de veinte están impresos en el mismo color de papel y con el mismo color de tinta, eso no significa que son lo mismo. En la segunda historia vemos que sólo porque dos personas tienen el mismo apellido, no significa que arbitrariamente podemos tomar cinco millones de dólares de uno y dárselos al otro. En otras palabras, sin bien son cosas parecidas, no son iguales.

    ¿Qué tienen que ver estas historias con el mensaje cristiano? Les diré. Vivimos en un mundo que sigue tratando de convencernos que todas las religiones son básicamente lo mismo. Cada día son más las personas que tratan de convencerse a sí mismas que el budismo, el islamismo, el hinduismo, el cristianismo y todas las otras religiones menos conocidas, son iguales; de que cada una viaja por caminos ligeramente distintos, pero que al final todos esos caminos terminan en el mismo lugar; de que así es como una persona de mente abierta debe pensar… y hoy en día tener la mente abierta es lo correcto cuando se trata de religión y moral, ¿no es cierto?

    Lo fascinante de esto es que, cuando se trata de otros temas, las personas no son tan abiertas. Por ejemplo, nadie esperó que los dueños del cajero automático tuvieran la ‘mente abierta’ y permitieran que la máquina siguiera dando billetes de veinte dólares en lugar de cinco. Y tampoco nadie esperó que el Sr. Lobato millonario tuviera la ‘mente abierta’ como para regalarle los dos millones que ya había gastado el otro Sr. Lobato, aun cuando todo había sido culpa del banco.

    Debido a mi trabajo, viajo bastante. Cuando regreso a casa, ¿le parece que puedo estacionar mi vehículo en el garaje de cualquier casa, o debo estacionarlo en el mío? Pregunto porque, si vamos a ser de mente abierta y sin prejuicios, ¿acaso no da lo mismo un garaje que otro? Cuando entro a casa le doy un beso a mi esposa Pam. Aunque si una persona es de mente abierta, políticamente correcta y no tiene prejuicios, entonces… ¿no podría darle un beso a cualquier otra esposa, aunque no fuera la de uno? Si vamos a ser constantes en nuestra posición, tenemos que decir que en realidad no hace ninguna diferencia a qué esposa le doy un abrazo y un beso. Sin embargo, si mi esposa estuviera aquí, le diría a usted, a mí, y a todo el mundo de manera incuestionable, que las esposas NO son intercambiables, y que una esposa NO es igual a cualquier otra. Y si usted piensa que mi esposa es de mente cerrada, pregúntele a su esposa a ver lo que ella le dice.

    Le daré otros ejemplos de cómo cosas parecidas, no son lo mismo. Supongamos que yo lo estoy llevando a usted de mi casa a su casa: ¿importa qué camino tomo? ¡Por supuesto que sí! Siempre habrá un camino que será mejor o más directo que otros. Más aún, algunos caminos hasta pueden terminar en un callejón sin salida. Cuando usted está enfermo: ¿importa qué medicamento le prescribe el médico, o acaso un medicamento es tan bueno como cualquier otro? Usted sabe la respuesta a esa pregunta, ¿verdad? Entonces, si un camino es mejor que los demás, y un medicamento es más eficaz que otros, ¿por qué tantas personas insisten en sostener la idea tan absurda y peligrosa de que todas las religiones son lo mismo, y que al final todas llevan al mismo lugar?

    Simplemente no es así. Las religiones son diferentes. Y el cristianismo no es la única que afirma eso. Por ejemplo, supongamos que usted habla con alguien que creció en la fe islámica. Le puedo asegurar que esa persona le va a decir que el cristianismo y el islamismo no son lo mismo. Es cierto que compartimos algunos patriarcas y profetas, y que ambos creemos en Jesús. Pero el Dios de los musulmanes, el cielo de los musulmanes, y la forma en que ellos llegan al cielo, está muy lejos de las creencias y del Dios de los cristianos.

    Esto me lleva a decir que, si hay alguna similitud importante entre las religiones del mundo, es ésta: ¡Que todos estamos de acuerdo en que somos diferentes! Es cierto que la mayoría de las religiones afirman ser dueñas de la verdad, y que la mayoría de ellas tienen un libro sagrado y personas realmente buenas en las listas de su iglesia. Pero cuando llegamos a las enseñanzas, somos diferentes. ¿Qué tan diferentes? La respuesta a esa pregunta se encuentra en las palabras de Jesús, el fundador, la piedra angular, el principio y el fin de la fe cristiana. En el capítulo catorce del Evangelio de Juan, Jesús va en contra de todas las especulaciones y conjeturas, y declara: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mí». Estas pocas palabras de Jesús no son políticamente correctas y, si salieran de la boca de cualquier otra persona, sería una mentira.

    Pero Jesús no está mintiendo. ¡Yo sé que Jesús no está mintiendo porque él es único!, y es capaz de respaldar su afirmación de ser el único camino hacia el perdón y la salvación. Si usted duda de él, lo invito a que revise su afirmación y vea por qué él es el único camino al cielo. Lo animo a realizar un profundo estudio de las otras religiones del mundo para ver cómo su vida eterna, en el cielo o en el infierno, está en juego. Le puedo asegurar que ese estudio no será una pérdida de tiempo. Evalúe y examine cada palabra de sus enseñanzas. Juzgue esas palabras para ver si tienen sentido, verifíquelas para ver si son verdad.

    Jesús es el Salvador de la humanidad, el único camino al cielo. La única y exclusiva afirmación de Jesús es que él es el Salvador del mundo. Y eso es cierto. El islam no tiene un salvador. Un sinnúmero de veces en el Corán, Mahoma pide perdón. Lo mejor que el profeta pudo hacer fue fabricar un quíntuple camino, el cual se supone una persona va a seguir en caso de que tenga alguna oportunidad de entrar al cielo. Y, por supuesto, a la manera de pensar de un musulmán… ya que Alá no está obligado por las normas y reglamentos, nadie puede estar seguro de entrar en el paraíso.

    Pregunte a un budista si ellos tienen un salvador. Si esa persona conoce su religión le dirá que debe recorrer un camino de ocho etapas que al final se supone lo llevará a un nirvana que no es más que «la nada», sin dolor. Y como no tienen un salvador, se ven obligados a resolver las cosas por sí mismos. ¿Y qué de los hindúes? Ellos también están en la búsqueda del nirvana… pero sin un salvador; los hindúes están volando solos. Una y otra vez deben nacer en este mundo, una y otra vez deben tratar de hacer las cosas mejor de lo que las hicieron en el pasado, una y otra vez están condenados a fracasar hasta que algún día logren hacerlo bien y estar con Brahma, la fuerza omnipresente del universo. ¿Lo lograrán? Eso es lo que desean, pero no pueden hacer nada más que esforzarse y desearlo…

    Parado solo, separado de todas las demás religiones del mundo, está el cristianismo. Está solo no por la sabiduría o la excelente vida llevada por sus miembros. Está solo porque sigue al Hijo perfecto de Dios, el único Salvador de la humanidad pecadora. Está solo porque todas las demás religiones dicen que el hombre debe escalar solo la escalera creada por el pecado, la cual supuestamente lo llevará a la presencia de una deidad que en realidad está disgustada y decepcionada por su rendimiento pasado. Está solo porque solamente el cristianismo afirma que somos salvos no por nuestras propias obras, sino por medio de la fe en Jesús… quien es el camino, la verdad y la vida.

    ¿Comprende? ¡Dios está disgustado y siempre se sentirá decepcionado con nuestro rendimiento! Él no está satisfecho con nosotros porque él es perfecto y nosotros no. Somos pecadores. Debido a nuestras palabras, pensamientos y acciones, estamos lejos del estándar establecido para nosotros. Su perfección se convierte en nuestra montaña imposible de escalar, y nos lleva a concluir que estamos espiritualmente hundidos y eternamente perdidos. Perdidos a menos que… y hasta que alguien nos ayude. Y ese alguien, amigos míos, es Jesucristo. De acuerdo a la promesa de su Padre, Jesús vino a este mundo para hacer lo que nosotros no podíamos hacer. Mientras todas las otras creencias del mundo nos dicen que debemos luchar y esforzarnos para llegar a Dios, Jesús nos dice y nos muestra que Dios ha venido a nuestro rescate. Mientras todas las demás religiones dicen que una persona debe, sin cesar, esforzarse para tratar de encontrar el camino que lo llevará a Dios, Jesús viene y anuncia que él es el camino que lleva a los creyentes al cielo. Mientras todas las demás creencias del mundo tratan de proporcionar a sus seguidores alguna forma de librarse de sus pecados, el cristianismo anuncia que el Hijo de Dios tomó nuestros pecados sobre sus hombros… tomó nuestros pecados y los cargó a la cruz, donde fue sacrificado injustamente: el inocente Hijo de Dios pagó el precio por nuestro rescate. Para librarnos, Jesús ofreció su propia vida en sacrificio para remover nuestros pecados y la condenación a la que nos llevaban.

    Por supuesto que ni yo ni nadie puede evitar que usted piense que, así como yo digo que el cristianismo es la verdadera religión, las otras religiones afirman lo mismo. Nosotros tenemos la Santa Biblia, y ellos sus escritos sagrados. Nosotros tenemos el camino a la salvación, ellos también. Pero todas esas similitudes no quieren decir que cualquier religión dé igual. Es comprensible que usted piense que elegir una creencia es un acto de fe. Incluso es comprensible que usted haya decidido que todo lo que puede hacer es elegir una religión, creer sinceramente en ella, y esperar lo mejor.

    Eso es, más o menos, lo que muchas personas hacen, porque para ellos encontrar a la verdadera religión es una mera conjetura. ¿Se sorprendería si le dijera que Dios está de acuerdo? Dios dijo: ‘Mis incrédulos hijos, tienen toda la razón. Tratar de encontrar la religión verdadera sin tener pruebas, nunca va a dejar de ser más que una simple conjetura’. Es por ello que Dios, que sabe lo que usted necesita y cuánto usted necesita algún tipo de prueba… ¡se la ha dado! Dios nos ha dado pruebas de que su Hijo es el Salvador. Él nos ha dado pruebas de que usted y yo podemos ser perdonados y rescatados si creemos en él como nuestro Redentor.

    ¿Cuáles son esas pruebas? Bueno, podría señalarle el hecho que Jesús cumplió todas las profecías que fueron escritas sobre él en el Antiguo Testamento. Siglos antes que Jesús naciera, Dios inspiró a sus escritores a registrar más de cien señales por las cuales el Salvador sería reconocido. Dichos escritores profetizaron, por ejemplo, que él iba a nacer de una virgen en la ciudad de Belén, y que unos sabios llegarían desde muy lejos para adorarlo. También profetizaron, entre muchas otras cosas más, sobre su sufrimiento y muerte en la cruz. Y Jesús cumplió todas y cada una de esas profecías.

    ¿Cuáles son esas pruebas? Hablemos sobre sus milagros… milagros de sanidad en que los ciegos pudieron ver, los lisiados pudieron caminar, y los sordos pudieron escuchar. Incluso hubo milagros en los que, con el poder de su divinidad, devolvió la vida a personas muertas y enterradas.

    ¿Cuáles son esas pruebas? Después de haber vivido una vida perfecta resistiendo todas las tentaciones del diablo, y después de haber vencido el pecado y cumplido con la promesa de Dios de morir por nosotros en la cruz, después de hacer todo eso… Jesús aún hizo algo más: resucitó victorioso de entre los muertos.

    Piense en esto por un momento. ¿Qué otra religión del mundo se atreve a decir que su fundador venció a la muerte para que todos los que creen en él puedan recibir la salvación? Así como los profetas habían profetizado y como él mismo lo había prometido, tres días después que su corazón había dejado de latir en la cruz romana, Jesús se levantó de la tumba. Sus apariciones regulares durante los días siguientes dejaron de lado cualquier duda de que él todavía estuviera muerto, o que su cuerpo hubiera sido robado o extraviado. La resurrección del Redentor es la prueba positiva de que él ES quien afirma ser: «EL ÚNICO CAMINO, LA ÚNICA VERDAD, LA ÚNICA VIDA». La resurrección de Cristo es la garantía de Dios de que todos los que creen en Jesús como su Salvador no perecerán, sino que tendrán vida eterna.

    La muerte siempre anda cerca. En los últimos meses, en especial, han muerto alrededor de cien mil personas a causa del coronavirus. Pero para los cristianos la muerte no es el fin, sino el comienzo de una nueva vida en la eternidad junto a Dios.

    Es mi esperanza y oración que usted conozca el gran valor del Salvador que dio su vida por su salvación. Si usted desea saber más acerca de Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida, comuníquese con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.