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PARA EL CAMINO
TEXTO: Apocalipsis 7:9-10
Apocalipsis 7, Sermons: 3
Por más importante que sean las elecciones presidenciales, el mensaje de hoy nos habla de un voto mucho más importante, un voto que cambió la historia del mundo para siempre, un voto que trajo vida.
Y al final, ¿quién ganó las elecciones? Ah, pero… esa no es la pregunta correcta, ¿no es cierto? Todavía no ha llegado el momento de votar aquí en los Estados Unidos. Sin embargo, hay muchas personas, tanto en la radio como en la televisión, que nos alientan a que no dejemos de «ir a emitir nuestro voto». Por nuestra parte nosotros aquí, en Cristo Para Todas Las Naciones, también queremos alentarte a que, si vives en un país democrático, ejerzas en forma responsable tu privilegio y deber como ciudadano, emitiendo tu voto cada vez que haya elecciones.
Las elecciones presidenciales siempre están rodeadas de una gran expectativa, y también de una gran incertidumbre por saber quién va a ser el ganador. Evidentemente, quienes votaron por el ganador terminan contentos con los resultados. El problema es que, como en casi todas las cosas de la vida, y mucho más aún en la política, no siempre gana el mejor.
Hasta quienes creen saberlo todo por contar con información que el resto de la población no tiene, a veces se equivocan. Un buen ejemplo es lo que sucedió en las elecciones presidenciales del año 1948, cuando Thomas Dewey se presentaba como el candidato firme y favorito contra Harry Truman, quien era en esos momentos el Presidente de los Estados Unidos. Según las encuestas Dewey le ganaba a Truman, por lo que todo apuntaba a su victoria, mientras que Truman parecía estar peleando una batalla ya perdida. Esa noche, antes que se supiera el resultado oficial de las elecciones, el conocido y confiable periódico Tribuna de Chicago, fue a la imprenta con el titular de primera página: «Dewey vence a Truman.» Pero la verdad se vio claramente a la mañana siguiente cuando, en la primera plana de todos los periódicos, apareció la famosa foto del sonriente Presidente Harry Truman luego de haber sido re elegido, sosteniendo en su mano una copia del Tribuna de Chicago donde se veía claramente el titular: «Dewey vence a Truman.» Esa noche se habían impreso ciento cincuenta mil copias de ese periódico, y cada una de ellas estaba equivocada.
Para el periódico Tribuna de Chicago, ese fue el titular más famoso en sus ciento cincuenta años de historia… y estaba equivocado.
Así es con las elecciones: traen consigo mucha incertidumbre. ¿Cómo te sientes tú con las elecciones que se aproximan? ¿Estás ansioso por ver lo que va a suceder y por saber quién va a ganar? ¿Estás preocupado por el país, por tu futuro y el futuro de tu familia? ¿O estás cansado de tanta campaña política? Son muchas las personas que dicen que ésta es uno de las elecciones más importantes en la historia de los Estados Unidos.
Aún así, y por más importante que sea, en medio del clamor de esta época de elecciones, hoy quiero hablarte de un voto mucho más grande y más importante que el de cualquier elección. Es un voto que cambió todas las cosas no sólo en un país, sino en cada ser humano del mundo, incluyéndonos a ti y a mí. Un voto que trajo vida abundante y eterna, confianza en medio del caos, y esperanza en medio de la desesperación.
El voto del que estoy hablando fue el que Dios mismo emitió cuando, movido por su inmenso amor por nosotros, decidió enviar a su único Hijo al mundo a vivir, sufrir y morir en la cruz, pagando así el precio que su justicia demandaba por causa de nuestros pecados, nuestros errores, nuestras debilidades y nuestras flaquezas. Sí, Dios decidió entregar a Jesús como sacrificio por la maldad y corrupción del mundo, y ofrecer a todos su vida abundante como un regalo a través de la fe. La Biblia dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16).
Ese fue el voto de Dios por ti y por mí, el voto que cambió tu vida y la mía. Y en el capítulo siete de Apocalipsis, versículos 9 y 10, leemos el resultado que su voto redentor trae: «Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
La figura que se nos pinta es clara: en el glorioso hogar celestial que Cristo nos ha preparado, nos esperan una unidad y paz perfectas. El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo ha ganado la restauración completa y la salvación. Y todavía hay más: «Por eso están delante del trono de Dios, y le rinden culto en su templo de día y de noche; y el que está sentado en el trono los protege con su presencia. No volverán a tener hambre ni sed, ni les hará daño el sol ni el calor los molestará, porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará y los llevará a fuentes de agua de vida, y Dios mismo secará de sus ojos toda lágrima» (vs. 15-17).
No habrá más sufrimiento, ni ansiedad, ni tristeza. El voto de Dios en contra de su único Hijo en la cruz da como resultado nuestra salvación, restauración, y paz perfecta. ¡Qué figura y promesa!
Pero quizás estés pensando: todo muy bien para después de la muerte, pero, ¿y qué para esta vida, para el aquí y ahora? ¿Qué va a pasar si las elecciones no resultan como espero? ¿Qué hago cuando siento que la vida me supera? El cielo podrá ser perfecto, pero este mundo es corrupto y está lleno de cosas malas, de errores y de dolores. ¿Cómo puedo confiar cuando todo parece ir mal?
¿Recuerdas el titular del periódico de Chicago que decía «Dewey vence a Truman»? Lo que parecería un incidente aislado, en realidad fue el resultado final de una serie de acontecimientos. Más o menos un año antes de las elecciones de 1948, una huelga del personal había obligado al periódico a ir a la imprenta varias horas antes de lo acostumbrado. A eso se sumó que, más o menos al mismo tiempo, cambiaron la manera de imprimirlo, por lo cual tenía que estar listo con mayor anticipación que antes. Lo cierto es que, ese día de las elecciones de 1948, había llegado el momento en que debían decidir qué titular poner para poder lanzar la primera impresión de la noche. Las encuestas favorecían ampliamente a Dewey. Además, el corresponsal que tenían en Washington, y cuyas predicciones habían sido correctas en cuatro de las cinco elecciones presidenciales, aseguraba que Dewey iba a triunfar. Hasta la revista «Life» había publicado una foto de Dewey bajo el título: «El próximo Presidente de los Estados Unidos». Teniendo en cuenta todos esos datos, el jefe editor del periódico se convenció que debían ir a la imprenta con ese titular. Lo demás, como solemos decir, es historia.
La Biblia, por su parte, es muy clara y terminante en cuanto a lo que dice. Las cosas son como Dios dice, y no como parecen ser por el momento. Nuestro mundo está lleno de errores, de imperfecciones, y de defectos. Nuestra vida dista mucho de ser celestial. Estamos rodeados de corrupción y maldad, de problemas económicos y de injusticia. El sufrimiento y el dolor nos dejan abatidos. Nuestras fallas y pecados nos atormentan y nos complican la vida.
Apocalipsis 7 es muy claro en presentarnos el futuro. Un futuro que está a disposición de cada uno de nosotros. Pero la pregunta que hay que contestar, es: ¿en qué ponemos nuestra esperanza? O, mejor aún, ¿en quién depositas tu esperanza? ¿En el gobierno, en tu familia, en algún santo, en la lotería, en ti mismo? Si has vivido unos cuantos años, sabes bien que el optimismo que produce la euforia por los resultados de una elección pronto se apaga y la vida vuelve a la normalidad, con sus cosas buenas y malas. Aún cuando haya salido electo el candidato que votamos porque creímos que era el mejor para el país, pronto nos damos cuenta que los problemas, las culpas, las desilusiones y los dolores de nuestra vida personal, siguen estando.
Los Padres fundadores de los Estados Unidos hicieron algo único en la historia humana. Ellos querían que eligiéramos líderes que protegieran nuestra libertad personal. Pero eso no era más que el comienzo, porque para que «Nosotros, el pueblo» de veras podamos resolver nuestros problemas y vivir nuestras vidas, dijeron que «Debemos ser un pueblo religioso».
El capítulo siete de Apocalipsis lo dice más claramente aún. Para poder vivir la vida a pleno, debemos conocer a Dios el Salvador, el dado y sustentador de la vida. El versículo diez, declara: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
En el libro de Apocalipsis Jesús, el Salvador resucitado, el Cordero de Dios victorioso, es revelado como Aquél que está sentado en el trono. No es un simple líder que lleva registro de las cuentas y mantiene la paz temporal. No. Jesús conquistó el pecado y la muerte y venció la corrupción, el mal, la pena y el dolor eternos. Luego de haber sido crucificado y de haber resucitado de entre los muertos, Jesús fue puesto al frente de todas las cosas en el cielo y en la tierra. En él podemos depositar nuestra confianza hoy y para siempre.
Dios tiene el control de todas las cosas, aun cuando a veces nos parezca que el mundo es un caos. Si lees la Biblia, verás cómo Dios ha cumplido todas y cada una de las promesas que hizo a su pueblo. ¿Recuerdas cuando el pueblo de Israel estaba atrapado entre el Mar Rojo y el ejército egipcio que lo perseguía? La muerte era inminente. No tenían ninguna posibilidad de salir con vida: o se ahogaban en el mar, o morían en manos del ejército enemigo. Pero Dios intervino separando las aguas del Mar Rojo para que su querido pueblo pudiera pasar al otro lado sin que nada le sucediera, cambiándole así su presente y su futuro.
En el capítulo tres del libro del profeta Daniel encontramos la historia de Sadrac, Mesac y Abednego, tres fieles que insistieron en adorar sólo al Dios verdadero, al punto de estar dispuestos a morir por causa de su fe en un país donde se adoraban muchos dioses. Al negarse a postrarse delante de los dioses paganos de ese país, estos tres fieles fueron echados en un horno con fuego para ser incinerados. Pero Dios intervino y su ángel los salvó de que fueran quemados, cambiándoles así su presente y su futuro.
En el capítulo doce del libro de Hechos leemos lo que sucedió cuando el apóstol Pedro estaba en la cárcel a punto de ser enjuiciado y condenado a muerte por proclamar a Cristo. Pedro estaba atado con cadenas, y vigilado por dieciséis soldados, por lo que escapar era totalmente imposible. Al apóstol Santiago ya lo habían matado. El próximo en la lista era él. Pero Dios envió un ángel que le quitó las cadenas, abrió las puertas de la cárcel y lo sacó de allí, llevándolo a un lugar seguro, cambiándole así su presente y su futuro.
¿Recuerdas el acontecimiento más importante de la historia, el día en que Jesús, el Hijo de Dios, murió colgando de una cruz por ti y por mí? Sus seguidores lloraron. Sus discípulos tuvieron miedo y se escondieron. Aquél que había obrado milagros estaba muriendo. Todo parecía estar perdido. Sin embargo, la última palabra aún no había sido dicha. Al tercer día, cuando sus seguidores fueron a terminar de preparar su cuerpo, ¡se encontraron con la tumba vacía! ¡Dios, el Padre, había resucitado a Jesús de los muertos, quebrando las cadenas del pecado y la muerte para que nosotros podamos tener una vida nueva! ¡Nuestro Señor y Salvador vive! Dios cambió nuestro presente y nuestro futuro.
Cuando Jesús es tu Señor y Salvador, tus preocupaciones, tus heridas, tus dolores y tus penas están en sus manos y, gracias a él, no van a prevalecer. Porque gracias a él, no hay nada en esta vida que pueda separarte del amor de Dios. Aun cuando todo parezca estar fuera de control, él sigue estando en control de todo.
Después de su resurrección, teniendo bien presentes todos los infiernos de este mundo y todas las incertidumbres del futuro, Jesús proclamó: «Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28:18). ¡Jesús tiene el control de todo, y él es quien nos guía por este camino de la vida! El caos que hay en el mundo es el caos de un mundo que todavía se rebela contra el señorío de Jesucristo. Pero tú no tienes por qué vivir en ese caos, porque ¡Jesucristo es el Señor de todo! Por el poder del Espíritu Santo, confía hoy en él como tu Señor y Salvador.
Sí, Dios reina y prevalece. Todos los reyes y gobernantes del mundo están en sus manos. No tenemos motivo para perder la esperanza ni para temer. Pero recuerda: el mundo ya tiene preparados los titulares de tu vida, así como el que el periódico de Chicago tuvo preparado para distribuir en las elecciones de 1948 antes que la verdad saliera a la luz. El mundo va a hacer circular la noticia de que has fallado, que no tienes otra oportunidad, que no hay motivos de esperanza, que todo está perdido, o que los problemas nunca se van a terminar.
Pero, debido a la muerte y la resurrección de Jesucristo, todos esos no son más que errores de circulación. El titular verdadero es el que encontramos en la Palabra de Dios, en Apocalipsis 7:14, donde dice: «Éstos han salido de la gran tribulación. Son los que han lavado y emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero.» Ésa es la verdadera historia de la esperanza que tenemos, que es la esperanza que nuestra nación también puede tener cada vez que hay elecciones.
Cuando Dios emitió su voto y envió al mundo a su único Hijo, todo cambió. A partir de ese momento, el futuro resplandeció. Como dice Apocalipsis 7:9-10: «Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma, y a grandes voces gritaban: «La salvación proviene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Quizás en estos momentos te estés preguntando qué tienes que hacer para vivir hoy en ese futuro. Si es así, lo primero de todo es asegurarte que estás alimentando tu fe con la información correcta. La noche de las elecciones del año 1948, cuando se supo finalmente que el Presidente Truman había sido reelecto, el periódico Tribuna de Chicago cambió su titular y la siguiente impresión salió a la calle con la información correcta. La información que dieron esa vez, después que los resultados se habían anunciado, estaba bien.
Dios tiene toda la información que necesitas para tu vida de ahora, y para la eternidad. Para saber cuál es debes conocer su Palabra, donde aprenderás sobre la dignidad de la vida humana, sobre el poder del auto sacrificio en servicio a los demás, y sobre las buenas noticias de la gracia. Debes bañar tu fe en el poder perdonador de Jesucristo, y recibir el poder que el Espíritu Santo te da a través de sus dones, la Palabra y los Sacramentos. La Palabra de Dios crea, da fuerza, y sostiene la fe y la vida de fe.
En esta época de elecciones se nos recuerda e insiste en que debemos votar. Y es cierto que todos debemos ejercer nuestro deber y derecho como ciudadanos y votar por el próximo presidente. Pero si realmente quieres marcar una diferencia en el mundo o en la vida de alguien, vota por Dios compartiendo con los demás todo lo que él ha hecho por ti a través de su Hijo Jesucristo. Ese es el único voto que, en definitiva, cuenta. Ese es el voto que cambia todas las cosas y que, cuando llegue el último día, aparecerá en todos los titulares.
Si podemos ayudarte a comprender mejor a Aquél que cambió tu futuro y te abrió las puertas de la eternidad, comunícate con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.