PARA EL CAMINO

  • Esperamos con esperanza

  • febrero 5, 2012
  • Rev. Dr. Gregory Seltz
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Isaías 40:31
    Isaías 40, Sermons: 2

  • ¿Vale la pena esperar? La respuesta depende de en quién esperamos. Porque cuando esperamos en las cosas o personas equivocadas, nos decepcionamos, desilusionamos, o nos perdemos. Entonces, ¿en quién debemos esperar?

  • ¿Has notado que a la gente no le gusta «esperar»? Cada vez queremos más que nos atiendan sin tener que bajarnos del auto: bajamos la ventanilla, pagamos, recogemos nuestro pedido, y seguimos de largo. Y queremos que sea rápido. ¿A quién le gusta esperar? ¿Quién piensa que «es mejor esperar»? La mayoría de nosotros sólo soporta la molestia de la espera:

    • Esperamos ansiosamente en los embotellamientos camino al trabajo,
    • en las largas filas para comprar los regalos obligatorios cada año,
    • soportamos los comerciales en los cines, esperando que empiece la película,
    • esperamos nuestro turno, quejándonos si hay demora…

    Pero también esperamos ansiosamente otras cosas, incluso más importantes:

    • Esperamos que llame esa persona especial,
    • Esperamos que aparezca esa oportunidad de trabajo que tanto necesitamos,
    • Esperamos que el médico nos dé los resultados del examen.

    Una encuesta reciente de una firma estadounidense estableció que: «Durante su vida, el estadounidense promedio pasa seis meses esperando en los semáforos, ocho meses abriendo correo, un año buscando objetos extraviados, dos años respondiendo infructuosamente llamadas telefónicas, y cinco años haciendo cola».

    Y lo peor es que, entre más tenemos que esperar, más nos irritamos. En el 2006, otras dos firmas encuestaron a 1.003 adultos en relación con las actitudes y comportamiento de los estadounidenses con respecto a la impaciencia. El estudio encontró que: al esperar en fila, la mayoría de la gente pierde la paciencia en un promedio de 17 minutos, mientras que en el teléfono esto sucede en 9 minutos. En las filas, las mujeres pierden la paciencia después de aproximadamente 18 minutos, mientras los hombres en un promedio de 15. Las personas con menores ingresos y menos educación son más pacientes que las que tienen educación universitaria e ingresos más altos, y las personas que viven en los suburbios son más pacientes que las que viven en la ciudad.

    El punto es que todos gastamos mucho tiempo de la vida esperando, y realmente no nos gusta. Pero, ¿por qué? Una razón puede ser que se nos ha enseñado a esperar las cosas ¡para ahora mismo! En esta era tecnológica nos gusta la «gratificación inmediata».

    Pero creo que el problema es más profundo. Creo que no nos gusta esperar porque no tenemos mucha confianza en lo que nos traerá el mañana. No nos gusta estar en la «sala de espera» del hospital, porque no estamos seguros del resultado de nuestra visita. No queremos «tomarnos el tiempo de conocer a alguien», porque podemos resultar heridos.

    ¡Cuando las cosas están fuera de nuestro control, odiamos esperar! De hecho, hasta tenemos la tentación de no esperar en el Señor, sino más bien de hacer algo, ¡cualquier cosa! ¿Esperar? ¿Quién tiene tiempo para esperar? ¿Quién tiene paciencia para esperar? ¿Quién tiene «fe» para esperar? ¡Sí, fe! Confianza en que el futuro nos traerá bendición, sin importar las circunstancias del momento.

    En nuestra lectura para hoy, el profeta Isaías le está hablando al pueblo de Israel, que era tan impaciente como nosotros, y no estaba dispuesto a esperar en Dios ni a hacer lo que Dios le decía, razón por la cual muchas veces habían abusado de su posición de gracia, de ser un pueblo bendecido y escogido por Dios. A menudo habían creído que ‘merecían’ el favor de Dios, por lo cual tenían derecho a actuar bajo sus propias condiciones y deseos, y en su propio tiempo. No sólo eran impacientes, sino que también eran desobedientes. Impaciencia, desobediencia, decisiones precipitadas… todas esas cosas van de la mano.

    Pero Isaías no sólo le está escribiendo a un pueblo impaciente, sino también a un pueblo que está bajo el juicio de Dios. Alrededor del año 700 aC, el pueblo de Israel estaba en problemas. Lo que les pasó a ellos nos sirve como advertencia e invitación. Su infiel impaciencia les trajo el juicio y castigo de Dios. Tanto a ellos, que estaban cautivos en tierra extranjera, como también a nosotros hoy, Dios nos dice: «Yo soy misericordioso y fiel, y quiero bendecirlos, ¡esperen en mí!»

    Leamos nuevamente las palabras de Isaías: «Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán».

    ¿¿Esperar?? Muchas veces, la pregunta que nos hacemos es si realmente vale la pena esperar. Y la respuesta depende de en quién esperamos. Debido a nuestro pecado, muchas veces esperamos las cosas equivocadas, o esperamos en las personas equivocadas. Entonces, para muchos, esperar significa decepción, desilusión, o pérdida. Es por ello que la lectura para hoy nos llama al arrepentimiento, a una vida en la que nuestra esperanza y confianza son puestas sólo en Dios. Isaías no sólo nos anima a esperar con confianza y obediencia por fe como pueblo de Dios, sino que literalmente une las palabras «esperar y confiar».

    ¡Podemos esperar con alegría, expectativa y esperanza en Dios, porque podemos confiar en él!

    La palabra hebrea para «esperar», en Isaías 40:31 significa: unir, reunir, buscar pacientemente, esperar algo o esperar en algo o en alguien. Esa «espera» aquí significa «unirse» con el Señor, «entrelazarse» con sus propósitos y promesas. Esa espera no sólo nos obliga a ser pacientes, sino que literalmente nos da esperanza. Podemos esperar en él con esperanza, porque podemos confiar en él.

    ¡Si los creyentes del Antiguo Testamento alguna vez necesitaron un mensaje de aliento, fue justo en ese momento! Muchos del pueblo «escogido» ya habían sido llevados a la esclavitud en Asiria, ¡y ahora Isaías estaba vaticinando la captura de Judá y su exilio en Babilonia! Su rebelión y desobediencia estaban amenazando su relación con Dios. Eran culpables. Sabían, o pronto habrían de saberlo, que habían desperdiciado la gracia de Dios. ¿Qué iba a ser de ellos ahora?

    Sin embargo, en este momento de prueba, incluso de disciplina, el mensaje fundamental de Dios a los que en él confiaban fue que los restauraría y que los restablecería misericordiosamente como PUEBLO en este mundo.

    Hoy los cristianos podemos ver esta promesa con más claridad aún, porque Dios no sólo liberó a Judá de su cautiverio en Babilonia, sino también liberó y restauró a todo el mundo a través de la persona y obra de su hijo Jesucristo. ¡Todo el mundo ha podido ver el cumplimiento de las promesas de Isaías! Dios tiene la última palabra de gracia, misericordia y vida eterna para los que confían en él.

    Entonces, en medio de la prueba, la lucha y la disciplina… podemos confiar y esperar en él para todas las cosas.

    Cuando tenía 16 años, el eximio pianista húngaro Foldes estaba atravesando un año difícil. En medio de sus luchas personales, Emil von Sauer, uno de los pianistas más renombrados de la época, fue a Budapest. Von Sauer no sólo era famoso por su talento, sino que además era el último alumno sobreviviente del gran Franz Liszt. Von Sauer solicitó que Foldes tocara para él, por lo que Foldes interpretó algunas de las obras más complejas de Bach, Beethoven y Schumann. Cuando terminó, Von Sauer caminó hacia él, lo besó en la frente y le dijo: «Hijo mío: cuando tenía tu edad, empecé a estudiar con Liszt. Después de mi primera clase él me besó en la frente, y me dijo: ‘Cuida bien este beso; viene desde Beethoven, quien me lo dio después de escucharme tocar’. Yo he esperado años para transmitir esa herencia sagrada, que ahora te doy a ti».

    El «beso de bendición» de Dios es ofrecido en Cristo a todo el que cree en él. En nuestra lectura para hoy, Isaías habla de la bendición de Dios, de sus nuevas fuerzas, de su don de vida para quienes han perdido todo. El Dios que cumplió sus promesas al antiguo Israel, cumple todas sus promesas al mundo enviando a su Hijo para traer el gran tesoro de vida y salvación para todos. A través de su Palabra y sacramentos, Dios literalmente nos da su espíritu, su gracia, y su amor. Por más espantosa y aterradora que la cruz de Jesús nos resulte, ella es el «beso de gracia» que Dios nos ofrece a ti y a mí para que seamos portadores de sus dones en este mundo.

    Su bendición está disponible para todos los que tienen esperanza y esperan en él.

    Una vez más, Isaías nos recuerda: «Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas,
    levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán».

    Entonces, nos disponemos a esperar. Esperamos con la motivación de las promesas de Dios, y con el sustento de su presencia. Pero esperar en el Señor no es una propuesta de ocio. En una vida de «espera en esperanza» hay acción, participación, y disposición para trabajar, pero siempre en esperanza. «Esperar en esperanza» significa vivir el presente con confianza en él para todas las cosas. Como nos recuerda Isaías, todos los que ponemos nuestra esperanza en Dios:

    Podemos elevarnos, con alas y ojos de águila…
    Podemos correr sin cansancio, en medio de las dificultades…
    Podemos caminar sin fatiga, en medio de lo mundano, de los desafíos de la rutina diaria.

    Con fortaleza renovada, en la certeza de las promesas de Dios, con la «perspectiva del ojo del águila» de su Palabra en nuestras vidas, nos ponemos manos a la obra esperando.

    Una autora de habla inglesa escribe: «Todos los pájaros pueden ver a dónde van y escogen su dirección y camino. (Pero las águilas ven y actúan distinto). Como las aves vuelan por instinto, se dirigen hacia donde su instinto les dice que deben ir, pero sólo pueden ver lo que está en frente de ellas. Las águilas son famosas por su visión, que se extiende hasta ocho kilómetros, y muchas veces va más allá de eso. El águila sabe a dónde va, y determina cómo va a llegar. Mientras que otras aves migran por instinto, el águila permanece en su territorio durante todo el año, estación tras estación. El águila es confiable, y mantiene su lugar en su territorio. Cuando se aproxima una tormenta otras aves vuelan con temor, mientras el águila se vigoriza con el desafío de la tormenta. El águila aprovecha el viento y se eleva sobre la tormenta. El águila vuela por su territorio durante la tormenta, y sólo dejará su posición si está herida y debe ir a sanarse».

    A todos los que esperamos en el Señor, Isaías nos recuerda que esperamos con su energía renovadora, con su presencia sustentadora, y con visión de la fe.

    El pueblo de Israel debía «esperar con esperanza»… esperanza en el Señor en todas las circunstancias. Los que estaban en el extranjero debían comenzar a vivir «vidas fieles» incluso en el exilio. Nosotros también somos llamados a «esperar con esperanza» en el Señor, a seguir su camino, a serle fieles sin importar las circunstancias.

    ¡Dios es fiel… confiemos en él…. esperemos en el Señor! ¡Esperemos en él, aunque obre en su tiempo!

    Muchas veces esperar es difícil porque la respuesta de Dios a nuestra oración es que «esperemos en él con esperanza». Aun en esos momentos de espera Dios está obrando por el bien de su pueblo, en su propio tiempo. Para muchos esto puede ser una «respuesta extraña», pero no lo es.

    El profeta Isaías dice en el capítulo 30 versículo 18: «Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!»

    Es una respuesta que Dios ha dado a las personas que dudan o que incluso se quejan, a lo largo del tiempo. En todas las cosas… él se muestra fiel para demostrar lo que verdaderamente significa «ser salvo sólo por su gracia», sin mérito alguno de nuestra parte.

    Por tanto, en medio del «pan de la adversidad», o las «aguas de aflicción», Dios te invita a esperar en él. No apartes la mano de su gracia; no actúes como si te hubiera dicho algo raro. Confía en él, incluso en esas ocasiones en que todo lo que tienes es su promesa… porque pase lo que pase, él no te va a decepcionar.

    En tiempos similares de necesidad, Dios nos dice siempre lo mismo. Veamos algunos ejemplos:

    – El Salmo 37, versículo 7 nos recuerda: «Guarda silencio ante el Señor, y espera en él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados…».

    – El profeta Isaías lo dice una y otra vez: «Nunca nadie oyó, nunca oídos percibieron ni ojo vio un Dios fuera de ti, que hiciera algo por aquel que en él espera» Isaías 64:4.

    El tiempo de Dios muchas veces nos parece «lento». Sin embargo, la Biblia dice que él obra para nuestro bien a su tiempo y a su manera. El profeta Isaías desafía a Israel, y a todos nosotros, a no olvidar nunca que Dios siempre obra en el tiempo y en la forma correcta.

    Un renombrado oficial que estaba recorriendo por primera vez el palacio real de Teherán, se quedó admirado por su esplendor, especialmente por los prismas de luz multicolor y el fastuoso brillo de la gran entrada al palacio. Entonces el guía explicó cómo habían logrado tal esplendor, diciendo: «Si miran de cerca, verán que lo que brilla no son diamantes, sino pequeños trozos de espejos. Originalmente, el arquitecto quería que la gran entrada estuviera recubierta con espejos de París. Pero, cuando llegaron los espejos, estaban todos rotos. La decepción fue muy grande. Cuando estaban a punto de desechar los espejos rotos, el arquitecto gritó «deténganse». Entonces, con un martillo, rompió más las piezas y las pegó hábilmente a la pared hasta que toda la entrada se llenó de luz brillante». El oficial sólo pudo pensar en una frase: «quebrados para ser más bellos».

    El Señor siempre obra «en el momento adecuado» para el bien de su pueblo… Aún en nuestro quebranto, él puede obrar la belleza de su gracia.

    El regreso de Judá de su exilio en Babilonia sucedió en el tiempo correcto. Los acontecimientos de Navidad sucedieron en el tiempo perfecto. Las promesas que se cumplieron mediante María y José a pastores y sabios igualmente, sucedieron en el tiempo correcto. Sea que te encuentres perdido y quebrantado, o victorioso y triunfante, este es el momento perfecto del favor de Dios para ti. Espera con esperanza en la guía del Señor… él nunca te va a decepcionar.

    No es demasiado bueno para ser verdad… Dios ha hecho posible que lo sea. Isaías llamó al pueblo escogido a creer y confiar en las promesas y misericordia de Dios sobre todas las cosas. Él también te llama a ti a confiar, porque la obra de Jesucristo por ti ha «abierto la puerta» para pasar de la esclavitud a una vida vigorosa y con esperanza, renovada y sustentada sólo por Dios.

    El gran Houdini era un mago experto. En realidad, era un muy buen «cerrajero». Tenía la fama de que no había celda en el país de la cual él no pudiera escapar. En una oportunidad, fue desafiado por una cárcel de las islas británicas, que había terminado de construir su celda «a prueba de escapes». Houdini aceptó el reto, y fue encerrado en esa celda. El cerrajero giró la cerradura en una dirección extraña, y dejó a Houdini que hiciera su trabajo.

    Houdini tomó su pieza especial de metal para abrir la chapa, y trabajó durante 30 minutos. Puso su oído en la cerradura y con habilidad hizo su trabajo, esperando oírla saltar. Después de una hora sin que nada sucediera, Houdini estaba sudando… después de dos, estaba agotado. Finalmente, desalentado y derrotado, se apoyó de espaldas contra la puerta y voila… ¡la puerta se abrió! ¡Nunca la habían cerrado, pero en su mente siempre había estado cerrada!

    Hoy Dios te ofrece una puerta abierta a una nueva vida con él. No dejes que el agotamiento del momento, o los problemas diarios, te tienten a apartar tus ojos de las promesas y bendiciones que él tiene preparadas para quienes confían en él.

    Sus promesas nos abren la puerta del «perdón, vida y salvación». Por el poder de la fe, los creyentes entramos a esa vida de gracia ahora mismo. Aún en medio de las pruebas, no asumas que a Dios no le importas… recuerda lo que dice la Biblia mediante el profeta Isaías: «Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas, levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán».

    Si de alguna manera podemos ayudarte a levantar alas como las águilas, comunícate con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Que Dios te bendiga. Amén.