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PARA EL CAMINO
¿Comprende la importancia de tener a Cristo como guía en su vida en pareja? ¿Tiene estabilidad y armonía en su hogar? ¿Será posible que sea hora de encomendar su vida de pareja al cuidado del Maestro?
Hoy, al dedicarnos una vez más al estudio de las Sagradas Escrituras, lo hacemos con una gran expectativa para conocer, recibir y aplicar las enseñanzas que Dios da a nuestras vidas. Lo hacemos pidiendo que el Espíritu Santo nos ilumine y nos oriente, para que su Palabra siempre sea el centro de nuestra vida, tanto en nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. Que así sea, Señor.
La meditación para este día nace en el Nuevo Testamento, con palabras dichas por Jesús.
El día antes de ser crucificado, Jesús estaba reunido con sus discípulos, orando por ellos. Parte de esa oración incluye las siguientes palabras: «Padre santo, a los que me has dado guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros… Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad» (Juan 17:11 y 17).
¡Qué preciosas palabras! Y más precioso aún es saber que Jesús las oró también por nosotros hoy, lo cual es motivo de mucha alegría. ¡Qué magnífica petición a favor nuestro! Hoy vamos a aplicar el significado de esas palabras a nuestra vida de cada día, a la realidad de nuestra vida en pareja, y a la realidad de nuestra familia.
Pero, antes de continuar, los invito a que imaginen estar en una fiesta en la que reina la alegría, la concurrencia vibra de emoción, y el ambiente es de gran gozo. ¿Por qué les hago esta invitación a una fiesta tan feliz? Porque hoy vamos a celebrar el regalo del matrimonio. Porque cuando Dios creó al hombre y a la mujer, los creó para que fueran una pareja y vivieran unidos como una sola persona. ¡Qué hermoso regalo! ¡Felicitaciones a todas las parejas!
Cuando el matrimonio se fortalece a través del estudio de la Palabra de Dios, se fortalece la familia entera, se fortalecen las comunidades, y se fortalece la nación. Pero, ¿cómo se fortalece la pareja para fortalecer la familia?
Dios, en su gran sabiduría, inspiró al Apóstol San Pablo a escribir las siguientes palabras a los hermanos de la congregación de Éfeso: «Sométanse unos a otros en el temor a Dios» (Efesios 5:21).
Por un momento dejemos, una vez más, correr nuestra imaginación, y comparemos diferentes aspectos de la relación de pareja con una guitarra.
La guitarra tiene seis cuerdas. Para que lo que suene al tocarla sea una melodía, es necesario que esas seis cuerdas estén afinadas; de lo contrario saldrán sonidos, pero difícilmente serán sonidos armoniosos. Vivir en pareja es como aprender a afinar y tocar juntos dos guitarras. Es una tarea que requiere paciencia, dedicación y perseverancia. Habrá momentos cuando será preciso escuchar a una guitarra para poder afinar la otra, y habrá momentos cuando una sonará mejor que la otra. Pero es importante recordar que cada una tiene sus propias cualidades y capacidades para producir música. Nunca sonarán de una manera idéntica, pero sí podrán acompañarse, complementarse y producir preciosas melodías. Vivir en pareja es entender que la vida en pareja es como el charrasqueo de dos guitarras; precisan el buen funcionamiento de todas las cuerdas, compartir un mismo ritmo, y sonar al unísono.
El amor en la pareja es como el ejemplo de la guitarra. Las seis cuerdas representan seis diferentes componentes que tiene el amor. Por ejemplo, para muchos el amor es compromiso, sacrificio, afecto, fidelidad, paciencia y comunicación, seis importantes características. Para ustedes como pareja, ¿cuáles son las seis diferentes cualidades que tiene su amor, representadas en el ejemplo de las seis cuerdas de la guitarra?
Quizás es la comprensión, el afecto, el respeto, la ternura, el saber que uno es considerado importante y valorizado por su cónyuge, o el poder compartir una misma fe en Cristo.
Una vez más, para que la guitarra produzca un sonido melódico, es preciso que sus seis cuerdas estén afinadas. Ninguna cuerda es más que otra, sino que cada una tiene su propio tono y resonancia. El buen músico está constantemente pendiente de que cada cuerda mantenga su propio tono, para que juntas puedan producir dulces melodías de acuerdo con el ritmo del charrasqueo y las debidas pisadas. Mientras más experiencia tiene el músico, mejores son las melodías. Mientras más dedicado es el músico a su guitarra y a la música, mayor variedad de tonos producirá y más profundas y variadas serán sus piezas. Lo mismo sucede con la pareja que pone todo su empeño, y dedica tiempo y energías en fortalecer su relación.
Siguiendo con esta misma ilustración, es correcto afirmar que Dios, nuestro Creador, es el más excelente músico, el «guitarrista» perfecto. Él mismo creó la guitarra, dándole una infinidad de posibles notas, ritmos y tonadas. Dios creó una gran variedad de guitarras, pequeñas, grandes, clásicas, eléctricas, rústicas, finas, y común y corrientes. En otras palabras, Dios creó guitarras ¡para todos los gustos! Y no sólo eso, sino que además, Dios «entrega» a cada persona enamorada una guitarra, a fin de que aprenda a producir como pareja, y con su pareja, bellos cantos de amor. Y con la guitarra también vienen las instrucciones para aprender a tocarla.
Es probable que para todo guitarrista que recién se inicia, al comienzo las notas le suenen débiles y discordantes y se frustran por no poder obtener los resultados deseados. También hay otros que no van más allá de producir solamente bulla porque, debido a su egoísmo, no están dispuestos a ejercer la paciencia y el respeto hacia su pareja y por ende, no quieren aprender a amarla. ¿Verdad que esta relación de pareja a menudo se ve en dificultades?
Es por todo eso que Dios también nos enseña a tocar, motivándonos con Su amor.
Imaginemos por un momento a Jesucristo, el Hijo de Dios, como el más perfecto guitarrista, el Maestro de los maestros. Al oír sus excelentes e inspiradoras melodías nos damos cuenta que nunca podremos tocar bien sin su orientación y acompañamiento. Y lo más asombroso es que Él nos inspira aliento y confianza, nos perdona nuestras equivocaciones, nos corrige, y siempre nos anima. Jesucristo nunca se aparta de nuestro lado. Sin embargo, no toca por nosotros, sino que nos acompaña, nos inspira y nos alienta.
A partir del noviazgo y a lo largo de nuestra relación de pareja, por ejemplo, Él es el tercer guitarrista, siempre presente para acompañarnos. Si la pareja decide tocar sin Él, la música nunca logrará su profundidad e inspiración. Pero con Él, todo es distinto. Nunca llegaremos a ser novios perfectos ni la pareja de esposos perfectos, pero sí tendremos la certeza de contar con el amor incondicional de Dios, y éste sí es perfecto.
Aún cuando Jesucristo no es realmente un guitarrista, Él es el más excelente y perfecto maestro del amor que el mundo haya conocido. Cristo no es presumido ni distante, como si fuese una sofisticada eminencia. Al contrario, Él nos ama y desea estar cerca de todos nosotros, dándonos lo mejor. Además, Él sufre por nosotros a raíz de nuestra arrogancia, autosuficiencia y rebeldía en contra de Su voluntad. Por eso fue que aceptó morir en una cruz para perdonarnos y devolvernos lo que habíamos perdido debido a nuestra naturaleza egoísta y orgullosa. En Él tenemos un nuevo propósito en la vida, y con su poder estamos confiados de vivir con renovado ánimo.
Tomen el tiempo y dediquen esfuerzo para hacer una reflexión sobre el matrimonio: ¿Te has dedicado a comprender la importancia de tener a Cristo como guía en tu vida personal, y en especial para tu vida en pareja? Y, como consecuencia, ¿has podido tener estabilidad y armonía en el hogar? Como pareja, ¿qué necesitan saber de Cristo para confiar en Él, para que Él los instruya y los corrija, especialmente cuando el orgullo se convierte en impedimento? El «canto de amor» que ustedes cantan como pareja, ¿está afinado al de Jesucristo, o piensan que pueden crear una mejor música solos, aún cuando otros les dicen que están desafinados? ¿Será posible que sea hora de encomendar su vida de pareja al cuidado del Maestro, a fin de ser afinados por Él, guiados por Él y acompañados por Él?
Hoy es el día. Hoy es el primer día del resto de su vida en pareja. En Cristo siempre hay esperanza, fortaleza y vida para fortalecer el matrimonio, para fortalecer la familia, y para que así fortalezcan las comunidades y la nación.
Y sobre todo recuerden:
La voluntad de Dios en Cristo les llevará por la vida:
donde la gracia de Dios en Cristo les perdonará;
donde los brazos de Dios les apoyarán;
donde las bondades de Dios suplirán sus necesidades;
donde el poder de Dios les cubrirá y les sostendrá.
La voluntad de Dios en Cristo les llevará por caminos conocidos y desconocidos:
donde el Espíritu de Dios podrá obrar en ustedes;
donde la sabiduría de Dios les enseñará;
donde el ejército de Dios les protegerá;
donde las manos de Dios les moldearán.
La voluntad de Dios en Cristo les llevará por lugares inimaginables:
donde el amor de Dios en Cristo les arropará;
donde la misericordia de Dios les cuidará;
donde la paz de Dios en Cristo calmará sus temores;
donde la autoridad de Dios les mantendrá.
La voluntad de Dios siempre les motivará a seguir a Cristo, confiar sólo en Él y serle fiel:
donde el consuelo de Dios en Cristo les secará toda lágrima;
donde la Palabra de Dios les alimentará;
donde los milagros de Dios en Cristo les inspirarán;
donde la omnipresencia de Dios en Cristo siempre les encontrará.
Si desea saber más acerca de la voluntad de Dios para su matrimonio, comuníquese con nosotros a Cristo Para Todas Las Naciones.
Amén.