PARA EL CAMINO

  • ¡Jesús está aquí!

  • julio 1, 2012
  • Rev. Dr. Gregory Seltz
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Marcos 5:35-42
    Marcos 5, Sermons: 2

  • Cuando los dolores de este mundo parecen interminables, es cuando más necesitamos aferrarnos a las promesas de Dios. Sólo en él podemos encontrar la ayuda verdadera. Si sientes que la vida te agobia… o te atropella, ¡recuerda que Jesús está aquí!

  • ¿Has notado que hay veces en que la vida transcurre muy lentamente, pero que en otras ocasiones arremete con la velocidad de un relámpago?

    Cuando esperas a que cambie la luz del semáforo, esos pocos minutos parecen eternos. Por otro lado, por más que compres el teléfono celular más moderno, ni bien llegas a tu casa ya se ha vuelto obsoleto.

    Quizás cuando niño contabas los días que faltaban para la Navidad. Era tanta tu ansiedad por abrir los regalos, ¡que parecía que el tiempo no pasaba nunca! Sin embargo, cuando ese día tan esperado finalmente llegaba, era como que las vacaciones de Navidad se hubieran acabado en un abrir y cerrar de ojos.

    A veces la vida transcurre muy lentamente, pero otras veces pasa volando. Cuando tu bebé te hace levantar a medianoche, piensas que nunca vas a volver a dormir lo suficiente. Pero cuando ves a tu hijo yendo a recibir su diploma el día de su graduación de la escuela secundaria, te parece que apenas fue ayer que era un bebé.

    A veces la vida transcurre muy lentamente, pero otras veces nos atropella. Lo más difícil es saber que, cuando vemos que se nos pasa volando, no la podemos frenar. Y cuando los dolores de la vida nos parecen interminables, no podemos simplemente hacer que desaparezcan. Es en esos momentos en que la vida nos abruma, que Dios nos dice: ‘tengo buenas noticias para ustedes: ¡Jesús está aquí!’

    Eso es lo que Jairo aprendió en la lectura para hoy. A él la vida lo estaba atropellando. Su hija, de sólo doce años, se había enfermado gravemente. Su súbito deterioro lo llevó a un pedido desesperado. Fue a donde Jesús, se postró a sus pies, y le rogó: «¡Ven, que mi hija está agonizando! Pon tus manos sobre ella, para que sane y siga con vida.»

    Jairo no era un don nadie. Era uno de los jefes de la sinagoga, una figura pública bien conocida, y respetado en la comunidad. En esa época había muchas personas en la sinagoga que no estaban de acuerdo con las cosas que Jesús hacía y decía. Por lo tanto, al ir donde Jesús, Jairo corrió enormes riesgos. Pero, pongámonos en su lugar: la vida lo estaba atropellando. Se encontraba en un callejón sin salida. Estaba a punto de perder el regalo más precioso que tenía, que era su hija. Frente a semejante riesgo, la importancia de su posición había perdido todo su significado y se había vuelto secundaria.

    ¿Qué te pasa a ti cuando la vida te atropella, cuando te sobreviene una enfermedad inesperada, cuando se termina una relación afectiva importante, cuando pierdes el trabajo, cuando tu hijo está en problemas, cuando sufres un accidente automovilístico, o cuando sufres la muerte inesperada de un ser querido? ¿Cómo respondes ante esas situaciones?

    Sin lugar a dudas, una experiencia así te sacude, te deja impotente, y muchas veces sin esperanza. Eso le pasó a la exitosa supermodelo, estrella de televisión, escritora y políglota, Petra Nemcova. Cuando estaba de vacaciones en Tailandia, a Petra le sucedió lo impensable: un terrible terremoto en el Océano Índico causó un mortal tsunami y, mientras ella dormía, la ola inundó su habitación. Con la pelvis aplastada por los escombros, Petra sobrevivió agarrada de una palmera durante ocho horas. Su prometido fue una de las casi 250 mil personas que murieron.

    En esos momentos en que tú eres impotente ante los arremetimientos de la vida, es cuando Dios hace promesas que sólo él puede cumplir. En esos momentos es cuando Jesucristo te invita a simplemente creer en él. En un momento así, Jairo se postró ante Jesús y le rogó su ayuda. De la misma manera, nosotros también necesitamos esa ayuda.

    Pero Jesús no es sólo una ayuda momentánea en tiempos de necesidad, sino que él es la ayuda para la vida y la salvación. La Biblia proclama que Jesús, el Señor de la vida y de la muerte, hizo frente al pecado y a la muerte en la cruz en nuestro lugar, para que nosotros tuviéramos su vida y su ayuda en tiempos de necesidad.

    Este llamado a creer en él puede sonar simple, pero sólo es simple porque él está a la altura de la tarea. Jesús, el Hijo de Dios, el que venció la muerte mediante su resurrección, es a quien debes acudir en tu momento de necesidad. Él te puede dar ayuda verdadera. Cuando la vida te agobia, Jesús está aquí para ti, incluso hoy.

    Hay otros momentos en que la vida es una lucha lenta. Cuando Jesús estaba yendo a sanar a la hija de Jairo, se le aproximó una mujer que había luchado con su enfermedad por doce años. El evangelio según San Marcos nos dice que ella «había sufrido mucho a manos de muchos médicos, pero que lejos de mejorar había gastado todo lo que tenía, sin ningún resultado» (Marcos 5:26).

    La de ella era una lucha lenta, un viaje doloroso. Había visitado demasiados médicos. Había gastado todo su dinero y, en vez de mejorarse, no había obtenido ningún resultado. El sufrimiento continuaba año tras año, sin tener respuestas.

    Es que a veces la vida es una lucha lenta: tenemos problemas económicos, sufrimos enfermedades largas, infertilidad, depresión, adicciones, un corazón lleno de dolor. No encontramos alivio, y tampoco vemos una salida. Cuando los dolores de este mundo parecen interminables, cuando la pena y la lucha diaria amenazan con destrozarnos, ése es el momento justo para responder a la invitación de Jesús de ir a él en busca de ayuda.

    Y eso fue lo que hizo esta mujer en el evangelio de Marcos: buscó ayuda en Jesús. Acercándosele desde atrás tocó su manto, confiando en que sería sana con sólo tocar sus vestiduras. Y, cuando lo hizo, su dolencia sanó milagrosamente. Nadie le había dicho que tocara el manto de Jesús, ni tampoco era un ritual de sanidad. Todo lo que importaba era que Jesús estaba allí, y que ella podía buscarlo en fe. Y eso es, también, todo lo que importa para nosotros.

    Esa mujer era impotente ante la lucha lenta de la vida, pero ese día aprendió algo: aprendió que en Jesús hay poder. Aprendió que, cuando Jesús está presente, en él se encuentra la ayuda de Dios.

    La vida puede estar atropellándote, o puedes estar enfrentando una lucha lenta. ¡Incluso te pueden estar sucediendo las dos cosas al mismo tiempo! ¿Qué tsunamis te están inundando? ¿Qué lucha lenta te está agobiando? ¿Cómo puedes manejar los desafíos a largo plazo, y las sorpresas de la vida? ¿Qué se puede decir en un momento como ése, un momento en que alguien te dice: «Tu hija está muerta»? ¿O cuando te dicen: «Ya no podemos hacer nada por ti»?

    En un momento así, Jesús nos dice: «No tengas miedo; sólo cree». Es que, cuando Jesús está presente, siempre hay buenas noticias para quienes creemos en él.

    No sé si has oído hablar del corredor Dean Karnazes, quien pasó de ser un adicto a la televisión, a correr maratones. Cuando tenía treinta años, Dean decidió evaluar su vida. Como no quería perderse en el despiadado y agobiante mundo de los negocios, ni caer en un estilo de vida malsano de inactividad, comenzó a correr. Pronto se dio cuenta de que no era tan rápido como algunos de los mejores atletas, pero que sí tenía mucha resistencia: podía correr muchos kilómetros sin tener que detenerse. Así es que ése fue el comienzo de una nueva aventura de súper maratones. Uno de sus objetivos era correr desde California hasta New York – atravesando todo el país – y así lo hizo. Emprendió el camino, pero no lo hizo solo: tenía un equipo de apoyo que le prestaba la ayuda que necesitaba en el momento justo, y que estaba más allá de sus habilidades. El equipo viajaba con él, para ayudarle durante toda la odisea. Cuando Dean tenía que parar para reabastecerse, el equipo estaba ahí con una bebida energética o un refrigerio. Si surgía una emergencia, el equipo le daba ayuda inmediata. Dean conocía el secreto de la supervivencia cuando las luchas lentas nos cobran su precio, y también cuando las sorpresas nos dejan sin aliento: la ayuda verdadera, más allá de su habilidad, en momentos de necesidad.

    Cuando le preguntaron sobre su carrera a través de los Estados Unidos, dijo: «Fue maravilloso. Levantarse a las 4:30 de la mañana, correr entre 40 y 50 millas, luego ir a dormir, y repetir eso durante 75 días consecutivos, fue realmente fascinante. No conozco suficientes superlativos para describir el esfuerzo: en el aspecto físico fue el más duro, en lo psicológico fue el más difícil, también fue el que más me quitó el sueño, pero a la vez el más gratificante… Fue como andar en una montaña rusa inigualable».

    Se parece a la vida real, ¿verdad? Bueno, ¡la Biblia pinta el cuadro de la vida real, y más importante todavía, de ayuda real para la vida real!

    El Salmo 46 dice: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en todos los problemas. Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia. Los afluentes del río alegran la ciudad de Dios, el santuario donde habita el Altísimo. Dios está en medio de la ciudad; por eso, la ciudad no será conmovida; ya en la mañana Dios le brinda su ayuda. Braman las naciones, se tambalean los reinos, pero Dios habla y la tierra se derrite» (vs. 1-6).

    Más allá de cómo se nos presente la vida, tenemos buenas noticias: Dios está aquí; Jesús, Dios hecho carne, está aquí en este mismo momento. Cuando sientas que la vida te atropella, o cuando las luchas lentas te estén desgastando, recuerda que no sólo tienes un ayudador, sino que tienes a la ayuda misma, a Jesucristo, ¡tu apoyo salvador en tiempos de necesidad!

    Tanto Jairo como la mujer de la cual leímos hoy, estaban destrozados. Ambos habían sido golpeados por la vida. Y ambos finalmente se postraron a los pies de Jesús. Me pregunto si tú necesitas hacer lo mismo hoy. Jairo era un hombre poderoso. El texto se refiere a él una y otra vez como ‘jefe de la sinagoga’, porque el escritor del evangelio quería asegurarse de que entendiéramos que no era una persona cualquiera, sino un hombre con dinero y poder que no estaba acostumbrado a dejarse vencer así nomás. Sin embargo, todas sus fuerzas y poder no pudieron ayudar a su preciosa hija.

    Tal vez tú seas similar a Jairo: fuerte, ingenioso, e independiente. Pero cuando la vida da un giro súbito, de pronto te enfrentas cara a cara con tu propia impotencia, debilidad, y límites. ¿Qué haces cuando no puedes hacer nada? O tal vez hace mucho tiempo que ya no tienes fuerzas así como la mujer de la lectura que estaba débil y destrozada, sin salud y sin dinero. A ella ya no le quedaba nada. ¿Qué te pasa a ti cuando ya no puedes hacer nada más?
    En su libro, el corredor Dean recuerda un día en que, mientras iba corriendo, necesitó desesperadamente algunas calorías. Sentía que su cuerpo colapsaba debido al gran esfuerzo, y todo lo que tenía era un teléfono celular. ¿Qué hizo? ¡Hizo una de las llamadas más importantes de su vida: pidió una pizza y un postre! En menos de una hora, ese mensajero que llegó con su pedido fue una verdadera ayuda en momentos de necesidad. Dean cuenta que el desafío más difícil de esa carrera fue tratar de comer la pizza y el postre mientras corría. Pero, sin esa comida, no habría podido terminar la carrera. En otras palabras, necesitaba una ayuda que estaba más allá de sus habilidades.

    Sé que la vida es más desafiante que correr una carrera con hambre. Sé que el pecado, la culpa, la soledad, la pena, la adicción, la enfermedad y la muerte son desafíos reales de la vida, algunos de ellos más fuertes de lo que podemos soportar. Pero también sé que Jesús no es sólo una ayuda ocasional para los problemas diarios de la vida, sino que es la ayuda eterna, la fuente de vida eterna, la fuente de sanidad y paz para esta vida y para la eternidad.

    Él es la ayuda que todos necesitamos. Entonces, aunque estemos estupefactos como Jairo, o agotados como la mujer enferma durante doce años, hay momentos en la vida en que necesitamos un rescate verdadero. Y la Biblia nos dice que el único que realmente puede rescatarnos y liberarnos, es Jesús. Siempre es una buena noticia saber que Jesús está aquí. Incluso en este momento él te está llamando a la fe en él como su regalo para ti por el poder de su Espíritu.

    Cuando lees su Palabra tú, al igual que la mujer, están «tocando el manto de su gracia y su bendición». Él viene a sanar los corazones enfermos. Cuando escuchas la proclamación de sus promesas a su iglesia, entre su pueblo, es como si Jesús mismo estuviera diciéndote: ‘No escuches a los pesimistas; ¡cree en mí, incluso ahora!’

    Jesús es una verdadera ayuda para los necesitados. Es una buena noticia para todos nosotros que él esté aquí, en nuestras pruebas y dificultades. Cuando Jesús se dio cuenta que de él había salido poder cuando la mujer tocó su manto, inmediatamente miró a su alrededor para buscar a la persona que lo había hecho. Aunque ella fue quien tocó el manto de Jesús, ¡la ayuda fue a ella!

    ¿Y qué podemos decir del poderoso Jairo, postrado y agotado por una pena desgarradora? Aun así, Jesús fue con él. De hecho, todos debemos aprender que nuestro desaliento, y hasta nuestro agotamiento por las luchas de la vida no pueden impedir que Jesús venga en nuestra ayuda.

    Fíjate una vez más en lo que dice la lectura bíblica para hoy: Jesús se quedó con Jairo, incluso cuando los amigos de Jairo le dijeron que no lo molestara más; incluso cuando la multitud que había en la casa de Jairo se rio de él, incluso cuando le dijeron que la niña ya había muerto. ¿Qué hizo Jesús? Tomó a la madre y al padre, fue a donde la niña, tomó su mano, y le ordenó que se levantara. Es que el ayudador, el libertador, el Señor de la vida y de la muerte, el Salvador, estaba en medio de ellos, y ésa era una buena noticia.

    Tal vez hoy, estimado oyente, te sientas abrumado por la vida. Nos pasa a todos. Puede que te sientas insignificante y olvidado, como la mujer en la multitud. Quizás te preguntas por qué habría Jesús de interesarse por ti. Quiero que tengas la certeza de que sí le interesas. Él te está buscando hoy, mientras escuchas la palabra de Dios.

    Tú, al igual que Jairo, puedes sentirte avergonzado porque tu fortaleza y tu independencia no son tan grandes como tú o los demás pensaban. ¿Cómo puedes seguir adelante cuando te sientes tan débil, cuando tu fortaleza ha fallado? Él te llama como tu único, verdadero y duradero refugio y fortaleza.

    Cuando abres su Palabra, la Biblia, Jesús se encuentra contigo, te mira a los ojos, te toma de la mano, y entra en tu corazón. En esa Palabra escucharás una y otra vez cómo Dios venció todo en este mundo por ti, cómo él te ofrece vida eterna, perdón, y paz y, sí, ¡ayuda en tiempos de necesidad!

    Incluso ahora hay buenas noticias para ti y para mí. Jesús está aquí para nosotros, llamándonos a la fe sólo en él. ¿Te postrarás ante él hoy? ¿Clamarás a él por ayuda? ¿Te darás cuenta que no puedes vivir la vida bajo tu propio poder, sino sólo por el poder del Espíritu de Dios? ¿Dejarás de esforzarte por encontrar fortaleza en ti mismo y empezarás a confiar sólo en Jesucristo?

    Cuando la vida nos abruma, la mejor noticia para todos nosotros es saber que Jesús está aquí, ¡incluso en este mismo momento!

    Si podemos ayudarte a encontrar a Jesús hoy aquí, comunícate con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.