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PARA EL CAMINO
Jesús toma prestado el bote de un pescador y desde allí enseña a la multitud. Luego, en el mismo bote, realiza una pesca milagrosa que deja asombrados a los presentes. Después de esto, llama a aquél pescador a dejar sus redes atrás y convertirse en un «pescador de hombres.» Es lo mismo que hace el Señor en las barcas de nuestras vidas. Él viene a nosotros, nos enseña Su Palabra, obra fe y maravillosos milagros en nuestras vidas a través del perdón de nuestros pecados, y finalmente nos llama a predicar sus buenas noticias de salvación a todas las personas.
Una vez más pedimos al Dios del cielo y de la tierra que te bendiga y te guarde, y abra tu corazón y tu mente para recibir con fe y ánimo el mensaje de esta semana. Por Cristo, nuestro Señor, Amén.
«Tú has venido a la orilla;
No has buscado ni a sabios ni a ricos;
Tan solo quieres que yo te siga».
«Pescador de Hombres» es quizás uno de los himnos cristianos más famosos de la historia contemporánea de la iglesia. Fue escrito en los años setenta por un sacerdote español, y el cántico tiene versiones en diferentes idiomas como el inglés, polaco, y más. Una encuesta hecha en los Estados Unidos, en la que participaron unas tres mil personas, la mayoría expertos musicales de distintas denominaciones cristianas, ubicó esta canción entre las veinte composiciones cristianas más populares de todos los tiempos.
El relato del cántico es el mismo del texto del evangelio de esta semana, Lucas capítulo cinco, en el que Jesús enseña a una multitud de personas a orillas del lago de Galilea (o lago de Genesaret), realiza la conocida pesca milagrosa, y luego llama a Pedro y con él a sus primeros discípulos.
Hasta entonces, Jesús había hecho su ministerio en solitario. En este punto, ya había realizado algunas intervenciones en el templo, algunas sanaciones (incluyendo por cierto la de la suegra de Pedro en Lucas, capítulo cuatro), y además había echado fuera algunos demonios. Su fama obviamente comenzaba a extenderse por toda Galilea, y es por eso que el texto nos dice que: «…el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios» (v.2).
Sin duda, la gente de entonces, igual que tú y yo hoy día, vivían necesitados de escuchar a Dios en Su Palabra, y Jesús traía un mensaje poderoso, con autoridad, y a la vez diferente. La religión de la época era más sobre sacrificios, reglas y mandamientos, y bastante opresión, mientras que el mensaje de Jesucristo era sobre el reino de Dios acercándose a nosotros, el arrepentimiento, y la fe.
Y entonces en este contexto, Jesús –tal y como dice la canción– viene a la orilla; viene y se acerca a la gente, en especial a aquellos que viven tan lejos de Él. Es Jesús el que toma la iniciativa y se acerca a ellos para enseñarles.
Hay tres cosas que aprenderemos del texto de hoy, y que me gustaría que viéramos juntos mientras nos encontramos con Jesús en la barca de nuestras vidas. Para los propósitos de este mensaje de PARA EL CAMINO, quiero que pensemos en nuestras vidas como una barca en la que Jesús ha llegado.
#1 JESÚS NOS ENSEÑA EN NUESTRA BARCA
¿Qué es lo primero que hace Jesús cuando toma una de las barcas?
Dice el texto: «Jesús vio que cerca de la orilla del lago estaban dos barcas, y que los pescadores habían bajado de ellas para lavar sus redes. Jesús entró en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, y le pidió que la apartara un poco de la orilla; luego se sentó en la barca, y desde allí enseñaba a la multitud».
Jesús comenzó a enseñar desde la barca, y a enseñar no otra cosa sino la pura Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es el medio de gracia en el que escuchamos que somos pecadores, que no podemos salvarnos nosotros mismos, que producto de nuestra naturaleza pecaminosa y nuestra inclinación por hacer siempre lo equivocado, le fallamos a Dios y merecemos entonces el castigo eterno. Pero esto no es lo único que dice la Palabra. La Palabra también habla del amor de Dios, un amor inmenso e incondicional que lo llevó a enviar a Su único Hijo, para que al morir por nosotros y actuar como sacrificio santo y perfecto, ustedes y yo podemos tener la vida eterna. Es por eso que la invitación de Jesús es siempre a escuchar esta Palabra, vivirla, proclamarla, y encontrar en ella que somos pecadores y a la vez un pueblo perdonado y redimido por el propio Padre celestial. ¡Esta es la Palabra que se predicó en aquella barca! ¡Esta es la Palabra que Jesús trae a tu vida!
Cuando somos bautizados, o cuando vamos a la Iglesia, Jesús se acerca a nosotros y toma control de la barca de nuestras vidas, y lo primero que hace en ella es enseñarnos Su Palabra, la cual obra fe en nuestros corazones, la cual nos lleva a creer en Dios y creerle a Jesús, la cual tiene poder y nunca regresa vacía.
Muchos la desprecian. Muchos la rechazan. Muchos ponen incluso en duda su poder. Pero para nosotros es poder de Dios para salvación, y es el medio que usa el Espíritu Santo para traernos a la fe.
Así que lo primero que hace Jesús en la barca es ENSEÑARNOS.
#2 JESÚS OBRA EN NUESTRA BARCA
¿Qué es lo segundo que hace Jesús?
El texto continúa: «Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: ‘Lleva la barca hacia la parte honda del lago, y echen allí sus redes para pescar'».
Esta es una petición algo difícil para un Simón que estaba frustrado, que se había dado por vencido, que estaba cansado, porque había pasado toda la noche pescando y no había tenido mucho éxito.
Simón, al que Jesús llamaría más tarde Pedro, ya conocía a Jesús. En el capítulo anterior leemos sobre la sanación de su suegra. Es decir, ya Simón Pedro sabía que Jesús era más que un predicador. Tal vez por eso dice: «…ya que tú me lo pides, echaré la red» (v. 5)
Pescaron tanto aquel día que tuvieron que buscar otra barca para que los ayudara, porque estuvieron a punto de hundirse.
Jesús, cuando nos enseña Su Palabra, de inmediato comienza a obrar en nuestras vidas. Y parte de ese «obrar» en nuestras vidas diarias implica lidiar con nuestros cansancios, nuestras frustraciones, y con todas las veces que nos hemos rendido.
La vida cristiana es salir de la orilla y comenzar a navegar en lo hondo, donde probablemente vamos a tener que enfrentar nuestras limitaciones y debilidades, donde nuestra fe será puesta a prueba, donde más de una vez caeremos derrotados, pero donde a pesar de todo esto Jesús permanecerá en la barca. Él nos ha prometido estar con nosotros siempre, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20), y nos asegura que, en tiempos de tormenta, o cuando naveguemos en aguas tranquilas, cuando nos ataquen el miedo o los tiburones, Él va a estar allí, con nosotros, tomando el timón, y salvándonos cada vez que nuestros pecados nos lleven a naufragar.
Un Jesús obrando en la barca de nuestras vidas es un Jesús que realiza cambios en nuestro vivir diario, en la forma en la que hablamos y actuamos, es un Jesús que obra para bien a través del perdón de pecados que Él, y solo Él, puede lograr en nuestras vidas. Cuando Jesús navega contigo, y está en tu barca, créeme que podemos temer y enfrentar momentos duros, pero jamás estaremos solos.
Jesús primero nos enseña Su Palabra en nuestra barca, y luego obra en ella. ¡Todavía hay algo más!
#3 JESÚS TE ENVÍA A OTROS MARES
Dice el canto «Pescador de Hombres»:
«Señor, me has mirado a los ojos,
Sonriendo has dicho mi nombre.
En la arena he dejado mi barca:
Junto a Ti buscaré otro mar».
Tal vez fueron muchas cosas las que pasaron por la mente de Simón Pedro después de la pesca milagrosa. Quizás miedo, asombro, y pudo sentir algo de culpa. Él no podía creer que alguien tan poderoso y santo como Jesús pudiera estar en su barca, y además tan cerca de un pecador como Él.
«Cuando Simón Pedro vio esto, cayó de rodillas ante Jesús y le dijo: ‘Señor, ¡apártate de mí, porque soy un pecador!'»
Simón reconocía que no era digno de Jesús. Simón reconocía que era un pecador. Simón reconocía que no merecía la gracia de tener al propio Dios en su barca.
Y quizás nosotros nos sentimos igual. Sabemos que en nuestras barcas no hay oro ni espadas, ni muchas cosas que tengan valor real. En nuestras barcas encontramos nuestras cosas buenas que todos tenemos, pero también hay en ellas redes apestosas, culpas, errores, frustraciones, y sí… muchos pecados.
Pero Jesús no viene a tu barca porque sea perfecta, limpia, o la más. bonita… viene a tu barca porque allí hay necesidad de Él. Y es por eso que Dios envió a Jesús después de todo… no para juzgarnos… sino para que el mundo pueda encontrar salvación a través de Él (Juan 3:17).
Es tanto el amor de Dios por ti, que Jesús vino a la orilla de nuestro mundo, para que finalmente pudiéramos dejar a un lado las redes que nos ataban a las cosas del mundo, y nos impedían poder escuchar el mensaje del evangelio. Entre nosotros y Dios había una distancia muy grande, había barcas muy rotas, había mares enteros de distancia. Pero Jesús vino a cambiar las cosas, y trajo con Él Su Palabra, su poderosa acción en nuestras vidas, y un mensaje claro: He venido a ti a hacerte un pescador de hombres.
El texto finaliza diciendo:
«…Pero Jesús le dijo a Simón: «No temas, que desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron entonces las barcas a tierra, y lo dejaron todo para seguir a Jesús».
Jesús quiere que lo sigamos, y que al seguirle podamos escuchar la Palabra que Él quiere enseñarnos; al seguirle veremos como Él actúa y obra milagros en nuestra barca; y al seguirle iremos con Él a pescar a otros mares, a otros pueblos, a otras personas.
Cuando Jesús viene a la orilla, y toma control de nuestros botes, Él hace todas estas cosas, nosotros le creemos, y entonces Él se convierte en el capitán de nuestras vidas.
¿Qué te parece si oramos juntos?
Amado Jesús, nosotros -al igual que Simón Pedro- también somos pecadores, pero no queremos que te alejes, sino que más bien vengas a nosotros, tomes el timón de nuestras barcas, y allí nos enseñes Tu Palabra, obres en nuestras vidas, y permitas que seamos pescadores de hombres. Pedimos estas cosas en Tu nombre. Amén
Ser pescadores de hombres es compartir con otros las buenas noticias de Jesucristo, y escuchar con alegría y gozo la transformadora Palabra de Dios.
Si te ha gustado este mensaje, tienes preguntas, o quisieras saber más sobre Jesucristo, a continuación, te diremos cómo comunicarte con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.