PARA EL CAMINO

  • La escandalosa verdad

  • enero 29, 2023
  • Rev. Carlos Velazquez
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: 1 Corintios 1:18-31
    1 Corintios 1, Sermons: 9

  • En el mensaje de la cruz los judíos y los griegos no encontraron lógica ni razonamiento, sino apenas la historia de derrota de un profeta. Sin embargo, la victoria de Jesús en la cruz nos asegura que el pecado, la muerte y el diablo han sido vencidos para que a todos los que tengan fe en él nada pueda separarlos de Dios.

  • ¿Qué viene a su mente cuando escucha la palabra escándalo? Cuando hoy escuchamos la palabra escándalo, lo primero que imaginamos es a un personaje de la vida pública o del show business siendo exhibido en alguna conducta vergonzosa. Consideramos que su actitud es escandalosa pues su actividad es ilícita y oculta, una actividad que encierra una búsqueda implícita de poder, placer o conocimiento.

    En Estados Unidos, por ejemplo, la carrera de políticos, actores, deportistas y sacerdotes o pastores se termina cuando son descubiertos en situaciones comprometedoras que los exhiben y cuestionan la congruencia de sus valores. Recordemos lo que ocurrió con el ciclista americano Lance Armstrong cuando salió a la luz su caso de dopaje. Recordemos que ese escándalo provocó que le fueran retirados sus títulos como campeón del tour de Francia, y en consecuencia sus patrocinios y reputación se fueron a pique.

    Pero también usamos la palabra escándalo cuando alguien asume una posición o filosofía de vida radical. Pensemos por ejemplo en Steve Jobs, principal fundador de la compañía Apple. Jobs fue reconocido por su obsesiva búsqueda de la perfección y la estética en sus productos. A sus colaboradores siempre les exigió cumplir con los más altos estándares de calidad en sus productos en el menor tiempo posible de entrega. En su momento, la actitud de Jobs fue un escándalo entre sus colegas. Sin embargo, su influencia en la industria tecnológica es innegable.

    Si lo pensamos detenidamente, un escándalo nos puede parecer mayor o menor dependiendo de qué tan cercano hayan ocurrido los hechos de nuestro propio círculo social o familia y convertirse en «una piedra de tropiezo».

    Cuando se escribieron los libros del Nuevo Testamento, también ocurrían escándalos a gran escala. Por ejemplo consideremos a Corinto, una ciudad costera del mar Mediterráneo del siglo 1 d.C. Esta ciudad griega, que era controlada por el imperio Romano, contaba con un importante florecimiento económico gracias a su industria bancaria. Sin embargo, también padecía de marcadas desigualdades sociales. Al menos las dos terceras partes de sus 600 mil habitantes eran o habían sido esclavos. Corinto poseía un atractivo turístico, no solo por su cercanía con el mar, sino por los juegos atléticos que allí se celebraban cada dos años en honor al Dios Poseidón. Intelectualmente, Corinto contaba con la herencia cultural de los grandes pensadores griegos, quienes se dedicaron en cuerpo y alma a la enseñanza y promulgación de la filosofía, o sea, el amor al conocimiento.

    Si bien todo esto era motivo de orgullo para los corintios, desafortunadamente entre ellos también existía un evidente deterioro moral. Los niveles de pobreza y delincuencia eran elevados, mientras que el alcoholismo, la prostitución de culto y la promiscuidad eran cosas cotidianas y normales. Para algunos esto era un escándalo, mientras que para otros era algo normal. Qué curioso que esta problemática podría ser la descripción actual de alguna de las ciudades más «desarrolladas» del mundo en pleno siglo XXI.

    Por otro lado, sabemos que en los habitantes de Corinto había un sentido de espiritualidad, con una amplia diversidad de cultos y religiones. Arqueólogos han encontrado ruinas de santuarios dedicados a dioses griegos, romanos y egipcios, y por supuesto que también había un importante grupo de judíos. En su búsqueda de propósito, poder y sabiduría, buscaron diferentes maneras de relacionarse con la divinidad, procurando salvarse a sí mismos y encontrar respuestas en los lugares equivocados, los judíos a través de señales y los griegos a través de la sabiduría. Pero, Dios se reveló a ellos y a nosotros en el lugar menos esperado.

    Inspirado por Dios, Pablo les escribió: «¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el que escudriña estos tiempos? ¿Acaso no ha hecho Dios enloquecer a la sabiduría de este mundo?»

    Este es el contexto de nuestra lectura hoy. Una ciudad económicamente fuerte, intelectualmente desarrollada, que se encontraba en la más profunda ignorancia de su propia condición espiritual delante de Dios. En ese caso histórico y en nuestro tiempo, la sabiduría y el poder humano son limitados. En cambio la sabiduría y el poder de Dios, en la persona de nuestro Salvador Jesucristo, son suficientes. Como lo dice la Escritura en Romanos 5: «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia».

    En medio de toda esta situación decadente en Corinto y del mundo en que actualmente vivimos, resuena un mensaje de redención y esperanza. Este mensaje puede resultar una piedra de tropiezo, un absurdo ante toda lógica o bien. El profeta Isaías escribió: «Por eso, volveré a despertar la admiración de este pueblo con un prodigio impresionante y maravilloso. Quedará deshecha la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.» (29:14)

    Esta epifanía, es decir la revelación divina y poderosa para transformar y redimir la vida de todo ser humano, es revelada escandalosamente al hombre en el lugar menos imaginado: en una cruz. Sí, en una humillante cruz de madera. Para los ciudadanos romanos, la cruz era el lugar donde el delincuente sufría la humillación pública más severa. La cruz era el lugar de tortura perfecto para que el pueblo pudiera presenciar el agónico final de un criminal sentenciado a muerte. Por esa razón, la Palabra de Dios nos afirma: «El mensaje de la cruz es ciertamente una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan, es decir, para nosotros, es poder de Dios.»

    Por lo tanto, vale la pena revisar el mensaje poderoso que la cruz comunica a la población de Corinto en el siglo I y a nosotros en el siglo XXI:

    1. El poder humano es temporal e imperfecto, pero el poder pleno de Dios lo observamos en Cristo.

    El poder humano es conferido por Dios a algunas personas para servir responsablemente y para cuidar de la ley y el orden para nuestro bien. La Escritura en Romanos 13 nos dice: «Todos debemos someternos a las autoridades, pues no hay autoridad que no venga de Dios. Las autoridades que hay han sido establecidas por Dios.» A todos los que estamos bajo una autoridad, la carta a los efesios nos exhorta: «Ustedes, los siervos, obedezcan a sus amos terrenales con temor y temblor, y con sencillez de corazón, como obedecen a Cristo.»

    Sin embargo, debemos reconocer que este poder humano es corruptible. El hombre tiende a desviarse en el ejercicio de esta autoridad. Es común corrompernos por el poder y olvidarnos de la autoridad de Dios sobre nuestras vidas y satisfacer nuestros deseos egoístas a costa de cualquier precio.

    En el mensaje de la cruz, los judíos y los griegos no encontraron lógica ni razonamiento. Ellos pudieron ver apenas la historia de derrota de un profeta delante del pueblo. Sin embargo, sabemos que el momento que Jesús exclamó «consumado es» constituye una declaración de victoria. Es una exclamación para afirmar que el pecado, la muerte y el diablo han sido vencidos de tal manera que todos los que tengan fe en él nada ni nadie podrá separarlos de Dios. Colosenses 2:9-10 establece: «Porque en él [Cristo] habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y en él, que es la cabeza de toda autoridad y poder, ustedes reciben esa plenitud.»

    La próxima vez que observe una cruz, confíe en que en medio de la prueba: «lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.» El poder de Dios en Cristo es el poder que necesitamos para creer en él, para ser perdonados por nuestros pecados y para salvarnos de la muerte eterna.

    En la cruz atestiguamos el poder de Dios a la humanidad a través del amor sacrificial de nuestro Rey y Señor y recibimos la plenitud. Así que, como hijos de Dios, debemos orar por aquellos que nos presiden y aguardar con anhelo y esperanza el regreso de Jesús para que imparta su juicio y justicia definitivo para toda su creación.

    2. La sabiduría del mundo es provechosa pero incompleta. En cambio la sabiduría de Dios para salvación revelada en el mensaje de la cruz es infinita y está disponible para nosotros.

    Si bien el avance de la ciencia y la tecnología nos permite alargar el promedio de vida, transportarnos en menos tiempo y agilizar nuestras comunicaciones, debemos reconocer que aún hay mucho que el ser humano no ha descubierto. Aún existen áreas inexploradas en el cosmos del universo. Nuestra percepción de los microorganismos es limitada. Por otro lado, las principales corrientes filosóficas no tienen una respuesta unánime y sencilla al sentido y propósito de la vida. Quizá por eso hemos sido incapaces de remediar por nuestra propia cuenta el tejido de una sociedad rota por el pecado.

    Por esa razón la Escritura afirma: «Dios no permitió que el mundo lo conociera mediante la sabiduría, sino que dispuso salvar a los creyentes por la locura de la predicación.» Y usted se preguntará entonces ¿cuál es el centro de esta enseñanza y predicación? La Escritura nos contesta: «… nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero (skandalon), y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo es … sabiduría de Dios.» La sabiduría de Dios la encontramos encarnada en la persona de su Hijo, el «Logos», La Palabra de Dios hecha carne. Si usted quiere recibir sabiduría de Dios, ponga atención a lo que Jesús dice en la Biblia. Porque quien ha escuchado a Jesús ha escuchado al Padre y nadie puede ir al Padre si no es por medio de Jesús.

    Cuidémonos de las corrientes de pensamiento actuales que pueden ser engañosas y confusas. La Biblia enseña: «Cuídense de que nadie los engañe mediante filosofías y huecas sutilezas, que siguen tradiciones humanas y principios de este mundo, pero que no van de acuerdo con Cristo.» El mensaje de la sabiduría de Dios lo encontramos en la cruz y es extravagante pero preciso: Cristo dio su vida en la cruz por tus pecados, resucitó al tercer día, y está sentado a la diestra de Dios el Padre y vendrá de nuevo por su iglesia y su reino no tendrá fin.

    3. El mensaje de la cruz no se trata de lo que nosotros podamos hacer para Dios, sino de lo que el poder y la sabiduría de Cristo ha hecho por nosotros.

    Una de las cosas que me agrada de la cultura mexicana es su festividad y su color. Es impresionante observar la forma en la que los artistas decoran y tejen los mismos rebozos, collares, sombreros. Son talentosos pintores y escultores que moldean e ilustran sus costumbres y su historia para plasmarlas en verdaderas obras de arte. Y sin embargo, sus obras están al alcance de todos para el uso cotidiano en casa. Recuerdo con cariño esas ollas de barro, en especial en las fiestas de Navidad y en las fiestas de septiembre. Si bien estas ollas son hermosamente decoradas por el artesano, encuentran su propósito principal cuando sirven como recipientes de un delicioso alimento el cual se convierte en el regocijo de los invitados a una fiesta. La olla de barro es necesaria y luce hermosa, pero lo más importante es lo que esta contiene para compartir a los invitados al banquete (ya sea espumoso chocolate o un exquisito plato de mole). Amigos: nosotros también somos como esas ollas de barro. Somos ollas hechas por Dios, deshechas y moldeadas de nuevo por el maestro alfarero. Somos frágiles, pero aun así nos ha sido conferida una maravillosa tarea. Como dice 2 Corintios 4: «tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.»

    Este mensaje del poder y la sabiduría de Dios en la cruz no vino por medio de notables personajes ni de un grupo de judíos notables ni de un grupo de pensadores egresados de la escuela de Platón o Aristóteles. Por el contrario, Dios ha depositado en ti y en mí la belleza de este mensaje de la cruz que habla del poder y la sabiduría de Dios. No debemos perder de vista que no se trata de nosotros, sino que se trata de Él. Con humildad debemos reconocer que «Dios eligió lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo, para avergonzar a lo fuerte. Dios escogió lo vil del mundo y lo menospreciado, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie pueda jactarse en su presencia.»

    Así que ¿de qué podemos jactarnos como sus hijos? Ciertamente no de nosotros mismos. «Pues como dice la Escritura: gracias a Dios ustedes ahora son de Cristo Jesús, a quien Dios ha constituido como nuestra sabiduría, nuestra justificación, nuestra santificación y nuestra redención.»

    Así que si alguno se gloría, que se gloríe en el Señor. Amigo que me escuchas no olvides que el poder de Dios y la sabiduría de Dios habitan en Cristo. Y ahora Él los ha depositado en su iglesia, para que su Espíritu Santo anuncie el mensaje glorioso de salvación de la cruz. Esto no es por nuestros méritos, sino que es por Su gracia, por amor a Su pueblo. En medio de los tiempos difíciles, esta verdad te garantiza que Jesús va delante de ti y te sostiene para siempre y por siempre y en cualquier circunstancia mientras compartes el escandaloso mensaje de la cruz. Para la gloria de Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo.

    Y si de alguna manera podemos acompañarte en tu camino por este mundo, a continuación te diremos cómo comunicarte con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones.