+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
PARA EL CAMINO
Las malas noticias están a la orden del día. En algún momento de nuestra vida, recibimos una mala noticia o nos encontramos en una situación que nos causa dolor. Cuando esto sucede, ¿cómo reaccionamos?
A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que la cárcel se estremeció hasta sus cimientos. Al instante se abrieron todas las puertas y a los presos se les soltaron las cadenas. El carcelero despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada y estuvo a punto de matarse, porque pensaba que los presos se habían escapado. Pero Pablo le gritó: -¡No te hagas ningún daño! ¡Todos estamos aquí! El carcelero pidió luz, entró precipitadamente y se echó temblando a los pies de Pablo y de Silas. Luego los sacó y les preguntó: -Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? -Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos -le contestaron. Luego le expusieron la palabra de Dios a él y a todos los demás que estaban en su casa. A esas horas de la noche, el carcelero se los llevó y les lavó las heridas; enseguida fueron bautizados él y toda su familia. El carcelero los llevó a su casa, les sirvió comida y se alegró mucho junto con toda su familia por haber creído en Dios.
Gracia, misericordia y bondad sean con todos ustedes de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Los deseos más grandes del ser humano son el tener constantes momentos de prosperidad y ambientes de alegría. Mas aún lo asumimos así cuando somos miembros del reino de Dios y vamos dominicalmente a la iglesia.
Qué bueno es compartir las alabanzas, oraciones, los sacramentos en la iglesia junto a amigos y hermanos en Cristo Jesús. Oír la palabra de Dios que vivifica y alimenta el alma nos renueva el espíritu, porque sabemos que la palabra de Dios es inspirada por Dios, y buena para reargüir y enseñar. ¿Verdad?
En el texto de hoy vemos distintas facetas de la trayectoria de uno de los siervos más importantes de la iglesia primitiva: Pablo. El que antes era perseguidor de los seguidores de Jesucristo, ahora es siervo de ese mismo Cristo a quien persiguió.
Nos dice el texto que Pablo y Silas, estando presos por la fe que profesaban, estaban dando gracias a Dios con alabanzas y oraciones. Nos preguntamos, ¿cómo es posible que estuvieran cantando a Dios, si estaban en la cárcel por seguirle a Él? Por la fe que ellos tenían en Jesucristo como el Salvador de sus vidas.
Pablo sabía que cualquier cosa que le sucediera, cualquier problema que tuviera en este mundo iba a ser nada comparado con la gloria que habría de venir. Por eso es que podía alabar a Dios aún desde la cárcel.
En estos tiempos en los cuales los medios de radiodifusión nos bombardean con propagandas malas por lo de la economía, y nos pintan panoramas sombríos, es bueno fortalecer nuestra alabanza a Dios. Entonar cantos y oraciones. Escuchar música cristiana en nuestros MP3, CDs y tocacintas y stereos cuando vamos en nuestros autos y cuando estamos en nuestras casas. Dice un dicho antiguo que «el cantar es orar dos veces». Y yo lo creo así también.
Pero ahí no termina la historia de Pablo. La Biblia sigue diciendo que mientras él y Silas alababan a Dios con su canto desde el calabozo, fueron testigos de un acontecimiento especial. Algo grande iba a suceder. De repente se sacude la cárcel donde estaban recluidos y se abren todas las puertas de las celdas y a los presos se les abren las cadenas.
El carcelero atónito, al ver que todos los presos podían escaparse por este hecho supernatural que nadie iba a entender, estuvo a punto de quitarse la vida. Pero Pablo lo detuvo haciéndole ver que nadie se había escapado, sino que todos estaban en sus respectivas celdas.
Al ver lo que había sucedido, el carcelero no tuvo dudas que todo era obra de Dios. Y tampoco tuvo dudas que los que estaban en esas celdas eran hijos de Dios. Es en este momento en que hace esa gran pregunta conocida por tantos: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Hoy en día, cuando los pensamientos negativos atacan nuestras mentes a cada momento, y esperamos que todo se ponga peor y peor, seria bueno hacernos la misma pregunta: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Gracias a Dios, en este país no somos perseguidos ni encarcelados como Pablo por profesar y practicar nuestra fe en Cristo Jesús, ni tenemos que alabar a Dios desde una cárcel para que se abran las rejas y seamos liberados. Pero aún así tenemos nuestros problemas y vivimos situaciones que nos causan mucho estrés.
Cuando los tiempos se ponen difíciles es cuando más tenemos que recordar los relatos bíblicos como este en que vemos la mano de Dios actuando con poder, a través de fieles siervos como Pablo que nunca claudicaron ante las adversidades que vivieron por proclamar el Evangelio de Jesucristo.
Quizás nos toque restringirnos de varias cosas debido a los augurios que aún el nuevo Presidente nos menciona una y otra vez en sus discursos más recientes, y quizás hasta tengamos miedo por lo que el futuro pueda traernos.
Aún así, hay una cosa que podemos y debemos dar por segura: que el Cristo que tumbó del caballo a Saulo cambiándole la vida para siempre, es el mismo Cristo que está con nosotros hoy, y que el Dios que abrió las puertas de la cárcel donde estaba Pablo, es el mismo que está con nosotros hoy. Ese mismo Dios entregó a su único Hijo al mundo para que, a través de su pasión, muerte, y resurrección, tú y yo, y todos los que crean en Él no perezcan sino que tengan vida eterna.
Ese mismo Cristo nos ayudará en cada momento de este año y siempre, hasta que nos llame a su gloria eternal. Ese mismo Cristo es quien nos llama a vivir una vida apoyada en Su cruz y en la confianza y fortaleza que nos da su gracia redentora. Ese mismo Cristo nos llama a ser fieles testigos de su santa voluntad en nuestro momento y lugar.
Es verdad que no somos como Pablo. Es verdad que somos pecadores en un siglo de adversidad y confusión. Y nunca quisiéramos compararnos con ningún personaje bíblico. Pero recordemos que Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Él quiere que tú y yo abracemos Su cruz y seamos activos en su reino terrenal. Sabemos que podemos hacer grandes cosas por la gracia que nuestro Señor Jesucristo deposita en nosotros a través de los sacramentos.
Entonces: ¿Qué podemos decir? Podemos decir que estamos seguros que si Dios está con nosotros, ¿quién podrá estar contra nosotros? Porque somos más que vencedores a través del que murió por nosotros y nos dio la libertad del pecado. Aquel que nos ayuda en cada momento en nuestras vidas.
Dios sabía que sin su ayuda íbamos a estar perdidos. Por eso nos proveyó todo lo que necesitábamos para vivir de acuerdo a su voluntad. En el bautismo nacimos a una vida totalmente nueva, y a través de su Espíritu Santo recibimos la fe que, como a Pablo, nos permite cantar aún en medio del dolor.
Pero sabemos que también aprendemos a través del estudio y la lectura constante de la Palabra de Dios aprendemos acerca de Él y de su voluntad, y de lo que Él puede hacer por nosotros, especialmente en estos tiempos un tanto retadores y difíciles. Y en la santa comunión recibimos la paz y el perdón de Cristo, y nos hacemos uno con él y con los hermanos en la fe.
Dejemos que Cristo Jesús, el Pastor de las Ovejas, nos hable, nos cuide, nos apaciente y nos guíe por caminos seguros para su honra y gloria. Entonces nos podrá decir: buen siervo fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el regocijo de tu Señor. Amén.
Y que el amor de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guarde vuestros corazones y mentes en Cristo Jesús. Amen.