PARA EL CAMINO

  • Mi amigo Jesús

  • mayo 17, 2009
  • Rev. Dr. Ken Klaus
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Juan 15:15
    Juan 15, Sermons: 6

  • ¿Tiene usted un amigo verdadero? ¿Estaría ese amigo dispuesto a poner a su nombre todas las deudas que usted tiene, y a dar su vida por usted? Hay alguien que quiere ser un amigo así. A continuación se lo presentaremos.

  • Un año antes de que muriera, tuve el privilegio de conocer a Mr. Rogers, el protagonista de un programa de televisión para niños muy famoso. Mr. Rogers vivía en un vecindario imaginario desde el cual hacía excursiones ocasionales al mundo real. Su mundo era un lugar en la televisión donde los niños podían estar seguros… un oasis que los amparaba de los constantes bombardeos de los comerciales y las propagandas, que los apartaba de la idea de siempre querer tener algo más, y que los entretenía sin necesidad de violencia ni agresividad. Es cierto que en el mundo de Mr. Rogers había títeres que tenían problemas… pero sus problemas casi siempre podían ser tratados y resueltos con mucho amor y una dosis sana de amistad.

    Con todo esto no estoy queriendo decir que yo haya sido un fanático de Mr. Rogers, porque la verdad es que algunos de sus títeres eran bastante insoportables. Pero lo que me gustaba de Mr. Rogers era que siempre trataba de enseñar a los niños una forma de vida pacífica y amigable. Es por ello que, cuando me encontré con él cara a cara, le agradecí de todo corazón por su sinceridad.

    Una vez, Mr. Rogers contó la siguiente historia sobre sí mismo. Parece ser que en sus épocas de estudiante de teología en un seminario, Mr. Rogers no era tan apacible como nosotros lo conocimos. En esa época de estudiante, él era un joven que quería triunfar, por lo cual se había propuesto ir a muchas y diferentes iglesias para escuchar a distintos predicadores y aprender así de sus mensajes.

    Uno de esos domingos en que Mr. Rogers esperaba escuchar un buen mensaje, se encontró con uno que no valía nada. En cuanto el predicador dijo «amén», se dijo a sí mismo que ese había sido el peor mensaje que había escuchado en su vida. Terminado el servicio, Mr. Rogers estaba pronto para comenzar a criticar el mensaje con la joven que había ido con él a la iglesia, cuando, al mirarla, vio que estaba llorando. En ese momento se dio cuenta de que, de alguna manera, el Señor había usado ese mensaje pobre e insignificante para hablar al corazón y la mente de esa joven. La misma iglesia, el mismo servicio de adoración y el mismo sermón, habían producido dos reacciones totalmente diferentes. ¿Por qué? Estas son las conclusiones que sacó Mr. Rogers: él había ido a escuchar un sermón, pero su amiga había ido a escuchar al Señor; él había ido a visitar una iglesia más, pero su amiga había ido a visitar a Cristo; él había ido a estar en un servicio de adoración; su amiga había ido a estar con un Amigo.

    Mi esperanza y mi oración son que ustedes, mis hermanos cristianos, estén dispuestos en estos momentos a compartir un tiempo con su amigo Jesús. Sé que a veces es difícil y que son muchas las razones por las cuales a veces no es fácil encontrar el tiempo para escuchar este programa, pero aún así tengo la esperanza de que lo hagan.

    Por otro lado, para aquellos de ustedes que aún no conocen a Jesús como amigo y salvador personal, también soy conciente que este programa es una opción más entre las miles de opciones que tiene para elegir. Los invito a que se queden escuchando un poco más… denle a Dios una oportunidad, aunque más no sea unos minutos más.

    Querido amigo, bienvenido al vecindario de Mr. Rogers. Por si no lo sabe, usted acaba de mudarse al mismo lugar en el que Mr. Rogers vivió hace muchos años, y de a poco va descubriendo las mismas cosas que él descubrió… una de ellas: que el Señor puede usar el mensaje de un simple predicador para lograr sus propósitos. Nuestro Padre celestial puede utilizar las palabras que salen de mi boca para mostrarle a usted al Salvador que dio su vida para que todos los que crean en él puedan ser perdonados y bendecidos con vida eterna. El Señor puede usar esta transmisión para decirle a usted, y a miles más, que su Hijo vino a la tierra para salvarlo a usted de usted mismo. El saber esto me sirve de mucho consuelo no sólo a mí, sino a todos los que hacen posible que este mensaje salga al aire. Todos nosotros nos alegramos porque la historia del sacrificio, sufrimiento, crucifixión y resurrección de Jesucristo todavía sigue cambiando corazones, y porque sabemos que también puede cambiar su corazón, sus días, y su eternidad. Todo esto es posible cuando Jesús es su Salvador y Amigo.

    «Amigo» es la palabra que Jesús utilizó hace 2.000 años, y el Espíritu Santo se aseguró que Juan así lo registrara al escribir su Evangelio. Es por ello que Juan citó las palabras de Jesús, cuando dijo: «Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos…» Permítame preguntarle: ¿tiene usted amigos? No se apresure en contestar. Ya sé que tiene conocidos, y quizás muchos compañeros. Lo más probable es que desde que se levanta hasta que se acuesta esté rodeado de personas. Pero, ¿tiene amigos? Entre los compañeros de trabajo o de estudio se cuentan algunas cosas o se mandan mensajes, pero ¿son ellos sus amigos? Si vive cerca de sus familiares quizás también se encuentre con ellos frecuentemente, pero ¿son verdaderamente sus amigos?

    No hace mucho me contaron de una familia que, como muchas familias hoy en día, tenía algunos problemas. El padre era muy inteligente y más trabajador aún, por lo que con mucho éxito había ido escalando posiciones dentro de una compañía. El saber que su familia estaba financieramente acomodada lo dejaba tranquilo, lo cual es mucho decir, especialmente en tiempos de crisis económica. Pero aún así, el trabajo requería que estuviera muchas horas fuera de su casa, y era rara la vez que pasaba más de una o dos horas por día con su familia.

    Su esposa se había dedicado con gran esmero tanto a su casa como a sus hijos, y también lo había hecho con éxito. Los hijos estaban creciendo bien, el varón a veces con algunos problemas de conducta en la escuela, pero nada de qué preocuparse. En parte para tratar de encontrar respuesta a la pregunta: «¿Es esto todo lo que hay en la vida?», y en parte porque quería asegurarse que sus hijos estuvieran emocionalmente bien, la esposa decidió consultar un consejero cristiano, involucrando también a sus hijos. Después de algunas sesiones, la familia se sorprendió al darse cuenta que la mayoría de las cosas que hablaban siempre tenían que ver con el padre, por lo que, cuando el terapeuta sugirió que el padre también fuera, todos estuvieron de acuerdo. El problema fue tratar de convencerlo a él. No sólo decía no tener tiempo, sino que además pensaba que no necesitaba ningún tipo de ayuda.

    Dos meses pasaron hasta que finalmente el padre fue con ellos al consejero, y realmente valió la pena. La hija adolescente comenzó, diciendo: «Papá, ¿por qué nunca fuiste a mis partidos de voleibol cuando estaba en la primaria? ¿Y por qué no fuiste a verme cuando fui una de las protagonistas en la obra de teatro? Sé que estabas muy ocupado, pero aún así siempre tenía la esperanza de que quizás ibas a hacer tiempo para mí. El vestido que me puse para la fiesta de la escuela sólo lo viste en fotos, y mi dormitorio en la universidad ni siquiera lo conoces. La verdad es que ya dejé de contar contigo.»

    Ni siquiera el Director de su compañía le había hablado alguna vez así al padre. No estaba acostumbrado a escuchar reproches, y no le gustaron para nada, pero aún así se mantuvo en calma, sin interrumpir, hasta que tuvo la oportunidad de contestar. Entonces dijo: «Lo lamento. Probablemente estaba equivocado. No era mi intención lastimarte. Pero todo eso está en el pasado, así que olvidémoslo y comencemos de nuevo. ¿Qué tal si me perdonas?» A lo que la hija respondió, diciendo algo muy profundo: «Papá, yo ya te perdoné hace mucho. Tuve que perdonarte para poder seguir adelante. Lo que te estoy diciendo lo digo no por mi bien, sino por el tuyo. Nunca llegaste a conocerme o a disfrutarme o a jugar conmigo. Esto te lo estoy diciendo porque hoy es un nuevo día y quiero que las cosas sean diferentes entre tú y yo».

    Ojalá pudiera decirles que después de eso todos vivieron felices para siempre, pero no puedo. Por un tiempo trataron, pero finalmente cada uno siguió su propio camino. El padre por un lado; la madre por otro lado; y la hija y el hijo cada uno también por su lado.

    La razón por la que compartí esta historia es porque, con algunos pequeños cambios, es la misma historia que se repite una y otra vez en la vida de las personas. Cuántos ancianos hay que esperan día tras día una carta, una llamada, una visita de sus hijos o nietos.

    ¿Tiene usted un amigo? Cada vez hay más iglesias que ofrecen actividades para divorciados. No estoy hablando de un club para corazones solitarios… estoy hablando de personas que están dispuestas a seguir adelante con sus vidas, pero están sufriendo porque en algún punto del camino perdieron al amigo que había prometido compartir su vida hasta el fin.

    Vaya a una escuela secundaria y dígame lo que ve. O, mejor aún, permítame decirle con qué se va a encontrar. Va a encontrarse con jóvenes que se visten y actúan de cierta manera para que no los miren con cara rara… para que no se burlen de ellos… para poder formar parte de algún grupo. Ése es el precio que tienen que pagar por la amistad.

    ¿Tiene usted un amigo? ¿Tiene a alguien en quien puede contar pase lo que pase? ¿Alguien que está dispuesto a escucharle repetir lo mismo una y mil veces sin perder la paciencia? ¿Tiene a alguien que esté disponible a toda hora, día y noche? ¿Alguien que va a correr para estar a su lado no sólo en una emergencia, sino toda y cada vez que usted se lo pida? ¿Tiene a alguien que le ayude con todos los problemas que enfrenta cada día y todas las preocupaciones que le acosan a la noche? ¿Tiene a alguien con quien puede hablar honestamente de cualquier cosa? ¿Tiene un amigo capaz de darle lo que necesite, aún cuando a él le cueste?

    Quizás esté equivocado, pero me arriesgo a decir que algunos de ustedes están pensando que sí tienen un amigo como el que he descrito: un amigo que le conoce, que le ama, que le escucha, que le ayuda, que le apoya, y que está dispuesto a sacrificarse por usted. Quizás no se le ocurra nada que no pueda compartir con esa persona especial. Si usted tiene una persona así en su vida, de más está decir que tiene una de las más grandes bendiciones.

    Pero permítame ir un poco más allá con mis preguntas. ¿Sería este amigo capaz de dejar su hogar por usted? ¿Sería capaz de renunciar a un puesto alto para ayudarle a usted? ¿Estaría dispuesto a vivir toda su vida por usted? ¿Estaría dispuesto a poner a su nombre todas las deudas que usted tiene? ¿Estaría dispuesto a ser perseguido, golpeado y asesinado por usted? ¿Haría todo eso sin ningún tipo de reconocimiento o apreciación? Es más, ¿lo haría si usted ni siquiera estuviera interesado? La respuesta a todas estas preguntas es: «No, tengo un amigo muy querido, pero no haría nada de eso. Nuestra amistad está basada en el apoyo y la ayuda mutua. No sé cuánto duraría si uno de los dos dejara de contribuir.»

    Y así es, porque ningún ser humano estaría dispuesto o sería capaz de hacer algo así por otra persona. Es algo completamente irracional, irrealista, y totalmente injusto. Sin embargo, en Jesús, tanto yo como cientos de millones de personas más hemos recibido un Amigo así. Hace 2.000 años, en una pequeña aldea en las afueras de Jerusalén, Jesús dejó su hogar en el cielo para venir a nacer en la tierra. Concebido por el Espíritu Santo y nacido de la virgen María, fue verdadero hombre y verdadero Dios. Durante 33 años vivió su vida exactamente como la he descrito más arriba. No tuvo ni hogar, ni familia, ni salario; y todo esto lo hizo para cambiar la eternidad. Si leen los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento verán cuántas veces mi Amigo fue malinterpretado y calumniado. Su familia pensó que estaba loco; sus amigos cercanos casi nunca lo entendieron; las multitudes que lo seguían trataron de redefinir su misión y hacerle cambiar de rumbo. Sin embargo, por usted y por mí, Jesús se mantuvo firme en su camino. Escuche las palabras que dijo; ningún otro predicador o maestro ha sido capaz de compartir la verdad de Dios en forma tan concisa y atrayente como él. Fíjese en lo que Jesús hizo y verá cómo los paralíticos, los enfermos, los poseídos, y los sufrientes fueron sanados por su mano.

    Mire a Jesús y vea cómo consuela a la madre que se quedó sin su único hijo, a los padres que sufren la pérdida de su hija, a las dos hermanas que lloran la muerte de su hermano. A todos ellos mi amigo Jesús les calmó sus temores, les resucitó a sus muertos, y les restauró las familias. Escuchen a mi amigo Jesús perdonar a los pecadores que se acercan a él en fe. «Ve, y no peques más», le dijo a una mujer. «Tus pecados te son perdonados», le dijo a un hombre que le habían llevado para que lo curara (Mateo 9:2b).

    Mire a mi amigo Jesús, y sepa que su obra no está confinada a libros de historia o a hechos que pasaron hace cientos de años. Porque mi amigo Jesús también me ha perdonado mis pecados. Jesús vino a este mundo para librarme de la condenación que merecía como castigo por mis pecados, y de las cadenas y la esclavitud que me ataban a Satanás. Su descripción de tareas decía que había venido al mundo «no a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos». Luego de terminar lo que había venido a hacer en la cruz del Calvario, mi Amigo sacudió al mundo resucitando de los muertos. Al hacerlo, mi Amigo me dio la seguridad que la despedida terrenal de un ser querido es sólo temporal, pues mi Amigo ha hecho todos los arreglos para que haya una reunión… una reunión en un lugar donde no habrá más enfermedad, tristeza, condenación, o muerte. Al tercer día, después de haber completado la obra de redención, mi Amigo resucitó de los muertos. Muchos de ustedes podrán tener muy buenos amigos, pero ningún amigo puede siquiera comenzar a hacer lo que este Amigo ha hecho por mí con su vida, muerte y resurrección.

    ¿Conoce usted a este Amigo? Es mi oración que así sea. Y si no, mi oración es que pronto llegue a conocer al Amigo cuyo amor es tan grande como para llegar hasta el último rincón de la tierra.

    Jesús nació para perdonarle y vivió para salvarle. Él murió en la cruz por su eternidad, y resucitó para asegurarle que usted también habrá de resucitar. Si aún no lo conoce, le presento al mejor de todos los amigos, al amigo que nunca le va a fallar: Jesús, Amigo y Salvador.

    Si desea saber más acerca de nuestro amigo Jesús, comuníquese con nosotros a Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.