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PARA EL CAMINO
Las batallas más grandes ocurren en nuestras mentes y corazones. Cuando seas tentado, o cuando caigas en tentación, busca la Palabra; allí Dios te hablará de Aquél que venció al diablo en tu lugar, de Aquél que te recordará que por Él has sido perdonado, de Aquél que te dará la fuerza para salir de tus tentaciones.
¿Alguna vez has puesto un pastel de cumpleaños frente a un niño pequeño? Tal vez quisieras hacer la prueba la próxima vez que tengas la oportunidad. Hazlo y mira sus reacciones. Yo hice la prueba el otro día con un pequeñín de dos años. ¡Tenían que ver toda la picardía y emoción que había en su cara! Segundos después de poner el pastel sobre la mesa, pasó lo que pasa las mayorías de las veces: el niño puso su dedo sobre el pastel y le dio una probada al delicioso postre. Y no crean que esto es solo con los niños, ¡a veces esto pasa con los adultos también!
Cada vez que tenemos encuentros familiares en casa tenemos que batallar con mi padre quien, a pesar de su diabetes, siempre quiere robarse un bocadillo de los postres que preparamos para cada reunión. Y es que lo más difícil de cada tentación es poder resistirse a ellas. Porque por naturaleza somos débiles. Es por eso que cuando una persona alcohólica quiere dejar de tomar, lo primero que tiene que hacer es evitar lugares que estén llenos de licores. Y lo mismo se aplica a quienes quieren dejar el cigarrillo o enfrentan cualquier otra adicción, y también a quienes están a dieta. Muchos recomiendan alejarse de los lugares, personas o situaciones, que pudieran hacernos tropezar y caer en aquello con lo que estamos batallando.
Sobre este tema hay mucho debate, ya que hay otros que creen que exponernos a ser tentados pudiera fortalecer nuestro espíritu para no caer en esas tentaciones y vencer nuestras debilidades. Ya dependerá del método que quiera usar cada quién.
El texto del evangelio de este primer domingo de cuaresma pone frente a nosotros las tentaciones que tuvo Jesús en su experiencia en el desierto, y estos hechos pudieran enseñarnos a vencer las nuestras. Ya sabrán que la vida acá en la tierra es como un desierto: llena de problemas, peligros, situaciones difíciles, muchas necesidades… y sí, muchas tentaciones.
De hecho, la temporada de cuaresma —que son los 40 días antes de la Pascua— es un tiempo de preparación, meditación, penitencia, que hacemos los cristianos, y es por eso que en el primer domingo de este tiempo siempre se nos lleva a ver este episodio de la vida de Jesús, en el que estuvo cuarenta días en el desierto, y donde podemos ver su respuesta al ser tentado por Satanás.
Amigo… yo no conozco tus tentaciones ni tus debilidades. No conozco tampoco tus métodos para enfrentarlas, ni cómo te va en tus batallas. Solo espero una cosa: que hoy fijes tu mirada en Jesús y en su Palabra y que, cuando seas tentado, puedas encontrar allí la fuerza para salir vencedor.
Y aunque no sepa mucho de ti ahora, hay algunas cosas que quisiera compartir contigo sobre Dios.
¡Vamos al texto! Jesús fue bautizado por Juan en el río Jordán. Este es el mero principio de su vida pública. Estamos al comienzo de su obra de redención, y en su preparación para esta tarea, el Espíritu lo lleva al desierto para ser tentado por Satanás. Primera tentación, versos tres y cuatro: Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que esta piedra se convierta en pan.» Jesús le respondió: «Escrito está: «No sólo de pan vive el hombre.»»
Es bueno que sepamos que las tentaciones vienen de tres lugares diferentes, es decir son triples: a veces vienen de la carne, esto es de nuestra naturaleza pecaminosa; a veces las encontramos en el mundo, recuerden que vivimos en un mundo caído que no es fácil de vencer y que pondrá obstáculos o trampas en nuestros caminos; y a veces las tentaciones vienen directamente del diablo, nuestro enemigo, que siempre querrá apartarnos de Dios o deshacer lo que Dios hace en nuestras vidas. Recuerden las palabras de Pedro en su primera carta: «Sean prudentes y manténganse atentos, porque su enemigo es el diablo, y él anda como un león rugiente, buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8).
Así que la primera tentación fue directa a la necesidad básica, carnal y humana de Jesús, quien tenía hambre. Había estado cuarenta días sin comer. Hay gente que pasa cuarenta minutos sin comer y ya tiene hambre, solo imagina el hambre de Jesús tras cuarenta días de ayuno. Entonces su debilidad interna, su mayor necesidad en aquél momento, podría ser sus ganas de comer y es allí donde apuntó el diablo primero para hacerlo caer.
Pero Jesús apeló a la Palabra, y con la Palabra —citando el capítulo 8 de Deuteronomio— logró vencer al diablo y su primera tentación. «No solo de pan vive el hombre.»
Jesús no dejó que el diablo le hiciera dudar, y no hizo lo que el diablo quería que Él hiciera. Logró vencer el hambre que había dentro de Él y resistió la tentación. Puso su corazón en la Palabra y no en la debilidad de su lado humano.
Las batallas más grandes de todo cristiano ocurren dentro de nuestras mentes y nuestros corazones. Siempre son entre lo que nosotros queremos hacer de acuerdo a nuestra naturaleza carnal o cuando caemos ante los engaños del maligno, y lo que Dios espera que hagamos y que revela en su Palabra. Mis amigos: Toda mentira del diablo se desmorona ante la poderosa Palabra de Dios.
Y esto nos lleva a la segunda tentación, versos cinco al ocho: «Entonces el diablo lo llevó a un lugar alto, y en un instante le mostró todos los reinos del mundo, y le dijo: «Yo te daré poder sobre todos estos reinos y sobre sus riquezas, porque a mí han sido entregados, y yo puedo dárselos a quien yo quiera. Si te arrodillas delante de mí, todos serán tuyos.» Jesús le respondió: «Escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.»»
La segunda tentación pudo haber sido más difícil aún. Y esto es mi opinión totalmente humana. Por qué les digo esto. Porque el diablo le ofrece a Jesús el poder político sobre toda la tierra. ¿Se acuerdan lo que les dije hace un momento, que a veces las tentaciones venían del mundo? Bueno, aquí el diablo le ofrece a Jesús el mundo entero y todas sus tentaciones.
El poder político va más allá del poder económico. Por poder político, los grandes tiranos de la humanidad han hecho atrocidades contra sus naciones y su gente. Porque el poder corrompe y hace que brote lo peor que uno puede tener por dentro.
Por eso es que, en este mundo donde a los poderosos los llamamos ´influenciadores´, ahora todo es sobre el que tenga más seguidores en redes sociales, o el que obtenga más «me gusta» en sus publicaciones. Hoy todos quieren la fama y todo eso que trae el poder.
Y miren que el diablo no pide mucho a cambio, solo que Jesús se arrodille y le adore. Cuántos de nosotros no nos hemos arrodillado ante otros para conseguir algo que queremos o que creemos necesitar. Cuántos de nosotros no hemos puesto a Dios a un lado, o lo que Él pide o quiere, para hacer algo diferente que nada tiene que ver con el Señor.
Pero Jesús vuelve a apelar a la Palabra para recordarle al diablo, y a nosotros, quién debe estar por encima de todas las cosas: Jesús le respondió: «Escrito está: «Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.»»
Jesús hizo lo que lamentablemente a veces no hacemos nosotros: puso a Dios primero. Que no se nos olvide que Dios nos puso a nosotros primero cuando envió a Su único Hijo a morir por nosotros en la cruz, «para que todo aquél que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Jn 3:16).
Ahora veamos la tercera tentación, versos 9 a 12: «Entonces el diablo lo llevó a Jerusalén, lo puso sobre la parte más alta del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, lánzate hacia abajo. Porque está escrito: ‘A sus ángeles mandará alrededor de ti, para que te protejan’; y también: ‘En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con piedra alguna’. Jesús le respondió: ‘También está dicho: No tentarás al Señor tu Dios’.
Al ver que sus primeros intentos no funcionan y que Jesús lo vence fácilmente citando la Palabra de Dios, al diablo no le queda otro camino que cambiar la estrategia. Entonces decide usar la propia Escritura para tratar de engañar y confundir a Jesús. Y mucha atención con esto. Satanás a veces apuntará a tus debilidades… otras veces te tentará con el mundo y sus placeres… pero a veces será él mismo el que tratará de engañarte. En Juan 8:44, Jesús lo llama «el padre de la mentira» y dice que «no hay verdad en él».
Entonces el diablo —como dicen por ahí— sacó textos fuera de contextos para crear un pretexto, para confundir, para mentir, para intentar engañar a Jesús.
Muchas veces nosotros, especialmente cuando conocemos poco o nada las Escrituras, somos presas fáciles del diablo y caemos en manos de falsos profetas, de falsas enseñanzas, de doctrinas que son del mundo y no de Dios.
Hoy hay muchos que predican evangelios que nada tienen que ver con Jesús. Gente que te dice: haz buenas obras y te ganarás el cielo… invierte dinero en esto o aquello que Dios te dará el doble… y otros que te dicen: Dios te puso esta prueba para que veas de lo que eres capaz.
Pues eso no es lo que dice la Escritura. La Biblia enseña que el cielo lo ganó Cristo por nosotros muriendo en la cruz, y que la salvación es por la fe, es por gracia de Dios… en la Biblia no hay tal cosa como una teología de la prosperidad… la Biblia dice que los problemas están allí para que confiemos en Dios, y no en nosotros… la Biblia nos dice que Dios no tienta a nadie, sino que por el contrario está aquí, en Su Palabra, en Sus Sacramentos, para que no caigamos en tentación y para librarnos del mal.
Pero Satanás, el león rugiente, que busca presas fáciles que no conocen la Palabra, saca un texto fuera de contexto y lo convierte en pretextos.
Mis amigos… el diablo perdió la batalla contra Jesús en el desierto. Y no solo allí. Jesús también lo derrotó muchas otras veces. De hecho, Lucas concluye este pasaje con estas palabras del verso 13: «Cuando el diablo agotó sus intentos de ponerlo a prueba, se apartó de él por algún tiempo».
Porque el diablo insistió una y otra vez en hacerle daño y tentar a Jesús muchas otras veces. Pero nunca lo logró. Jesús lo venció de una vez y para siempre en la cruz, cuando murió por nuestros pecados y por nuestra salvación. Y así como Satanás siguió intentando, lo seguirá haciendo contigo.
Hoy el Espíritu nos lleva al desierto de la cuaresma, y nos da la Palabra para que allí encontremos la verdad de Dios que es nuestro amparo y nuestro refugio ante las tentaciones. El maligno buscará tentarte en tu camino, apuntando siempre a tus debilidades de la carne, ofreciéndote los placeres del mundo, o buscando engañarte. Cuando seas tentado, o cuando caigas en tentación, busca la Palabra; allí Dios te hablará de Aquél que venció al diablo en tu lugar, de Aquél que te recordará que por Él has sido perdonado, de Aquél que te dará la fuerza para salir de tus tentaciones. La Biblia te contará cómo Jesús vendrá un día en gloria y arrojará al diablo y sus demonios al fuego eterno, y dará la corona de la vida a aquellos que seguimos creyendo y adorándolo solo a Él, a nuestro Jesús.
Es por eso que éste y todos los días, en este tiempo de cuaresma, seguiremos orando: no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal, Amén.
Si quieres conocer más de Jesús y de lo que hace, ha hecho, y hará en nuestras vidas, a continuación le diremos cómo comunicarte con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones.