PARA EL CAMINO

  • Para que se cumpliera lo dicho

  • enero 1, 2023
  • Rev. Germán Novelli Oliveros
  • © 2025 Cristo Para Todas Las Naciones
  • TEXTO: Mateo 2:13-23
    Mateo 2, Sermons: 3

  • ¿Qué planes, metas y sueños te hacen mirar a este nuevo año con esperanza? ¿Qué aflicciones acarreas contigo que te impiden comenzar este nuevo año con optimismo y alegría? ¡Ten ánimo! Más allá de las circunstancias que rodeen hoy tu vida, los planes de Dios para tu vida son invencibles. Y sus planes siempre son para nuestro bien.

  • En primer lugar quiero desearles una feliz Navidad y un nuevo año cargado de bendiciones, paz, gozo, esperanza y amor y que usted y su familia sepan que Dios tiene un plan para todos sus hijos, que Él no nos desampara ni olvida, y que Él ha prometido estar siempre con nosotros hasta el final del mundo.

    El texto del evangelio de este primer domingo y día del año, relata uno de los episodios más tristes de la Escritura: me refiero a la matanza de los niños ordenada por el rey Herodes, infamemente recordado como «Herodes: El Grande». Es triste porque la vida, ya desde la concepción en el vientre de una madre, es sagrada, y duele ver hasta dónde es capaz de llegar la maldad humana y el pecado que nos contamina. Y este texto en particular es prueba de ello. Sin embargo, el texto nos deja también una hermosa verdad: a pesar de la maldad de este mundo, Dios cumplió su promesa y nos envió a su Hijo para llevar a cabo nuestra redención.

    He dividido el pasaje de nuestro evangelio (Mateo 2:13-23) en tres partes, y lo que haremos es ir revisando y escudriñando cada hecho con los ojos puestos en el plan de Dios para nosotros, que no es otra cosa que la salvación por medio de Jesucristo.

    Primera parte: DIOS ADVIERTE A JOSÉ SOBRE LOS PLANES DE HERODES — Dicen los versículos 13 a 15:

    Después de que los sabios partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes buscará al niño para matarlo.» Cuando él despertó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, y se quedó allá hasta la muerte de Herodes. Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi Hijo.»

    Antes de que Herodes hiciera plan alguno, Dios —que conoce el corazón de todos— ya sabía lo que venía. Y es que desde antes de la venida de Jesucristo a la tierra, ya los profetas hablaban de que el Mesías prometido tendría que enfrentar grandes dificultades y sobrellevar terribles sufrimientos.

    Sin embargo, el Señor le advierte a José que tomara el niño y se fuera a Egipto. Tal vez José y María usaron los costosos regalos que trajeron los reyes para Jesús, y con eso costearon el viaje y su estadía en esas tierras. Tal vez José y María tuvieron la ayuda de la gran cantidad de israelitas que vivían en Egipto. Pero lo más crucial aquí es que ellos no dudaron de la voz de Dios. De inmediato obedecieron y protegieron la vida del niño. Hoy, Dios le habla a los creyentes a través de la Palabra, donde nos revela sus planes para nuestra vida. Es por eso que la Palabra no puede ser despreciada, sino que —al igual que José— nosotros, guiados por el Espíritu Santo, la escuchamos, la obedecemos, y actuamos en base a ella.

    El paso de Jesús y sus padres por Egipto, lugar en el que pudieron resguardarse y sobrevivir, es también una muestra de que la misión de Cristo es clara: Él vendría a sufrir nuestras mismas penas, y es por eso que desde bebé experimentó en su humanidad las penurias de ser un inmigrante que tiene que irse, escapar, huir a otro país, para poder sobrevivir.

    Esta primera parte termina con el cumplimiento de la profecía de Oseas 11:1, en la que se nos dice que el Hijo de Dios sería llamado desde Egipto. Dios trajo a Jesús de regreso, y lo hizo para que se cumpliera lo que fue dicho, para que este por ahora pequeño niño cumpliera su misión, para que su plan de salvarnos a través de Él prevaleciera. Dios siempre cumple lo que dice y promete.

    Es necesario resaltar que la vida entera de Cristo está repleta de profecías cumplidas, que solo dan muestras de la divinidad y unción de Cristo, el único y verdadero Mesías.

    Pero esto no fue todo.

    Segunda Parte: HERODES DEMUESTRA DE LO QUE ES CAPAZ — – Versos 16 a 18, donde dice:

    «Cuando Herodes vio que los sabios lo habían engañado, se enojó mucho y, calculando el tiempo indicado por los sabios, mandó matar a todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y en sus alrededores. Se cumplió así lo dicho por el profeta Jeremías:
    «Se oye una voz en Ramá;
    gran llanto y gemido:
    es Raquel, que llora a sus hijos,
    y no quiere ser consolada, porque ya no existen.»

    Los reyes magos o sabios, de los que hablamos cada vez que contamos la historia de la Navidad, habían visitado a Herodes antes de encontrarse con el Niño. Y aunque le prometieron contarle sobre la ubicación del nuevo Rey, no lo hicieron. Por revelación divina, sabían que Herodes no haría nada bueno. Herodes es recordado por ser uno de los reyes más terribles de todas las épocas. Había ordenado ejecutar a sus propios hijos y a una de sus esposas porque sospechaba que querían traicionarle. Era malvado, grotesco, y un tirano de poca fe y ningún temor a Dios.

    ¡Ay mujeres de Israel! ¡Pobres de ustedes! ¡Pobres madres de Belén quienes vieron morir a sus niñitos en manos de la maldad de Herodes!

    Una vez más vemos que se cumple lo que Dios había dicho a través de los profetas. Este evangelio de Mateo hace referencia al llanto de Raquel, amada esposa de Jacobo, quien murió dando a luz a los hijos que siempre anheló tener, y cuyo llanto también es símbolo del dolor de las madres judías en los tiempos de Jeremías. Sin embargo, el dolor, el sufrimiento, el llanto de Israel es pequeño comparado a la grandeza de Jesucristo, el Salvador, el Nuevo Israel, el Hijo de Dios que había venido a la tierra a ser nuestro Redentor, a enjuagar nuestras lágrimas, a obrar la vida eterna en la cruz, y a ser la promesa cumplida del Creador.

    Para que se cumpliera lo que Dios había dicho, Jesús vino a este mundo, y vino a navegar entre aguas de tragedias para llevarnos seguros a puertos de esperanza.

    Llegamos así a la última parte de este pasaje que encontramos en Mateo.

    Tercera Parte: JESÚS REGRESA DE EGIPTO — Versos 19 a 23, donde dice:

    Después de que murió Herodes, un ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto, y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a Israel, porque los que querían matar al niño han muerto ya.» Entonces José se levantó y llevó al niño y a su madre de regreso a Israel. Cuando supo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá, pero en sueños fue advertido y se dirigió a la región de Galilea. Allí se estableció en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que el niño habría de ser llamado nazareno.

    Dios se revela nuevamente a José, y éste obedece y lleva de regreso al Niño para cumplir con los planes de Dios. Y como en las dos partes anteriores, esta sección también termina con una profecía: el Cristo sería llamado «nazareno». Porque de Nazaret eran sus padres, y allí fueron a establecerse.

    Acá quiero hacer otra mención importante. Nazaret era una región con mala reputación en el Israel de aquellos días. Sus habitantes eran despreciados por ser considerados gente ordinaria. Recordamos aquella famosa pregunta que hizo Natanael, quien al escuchar de Jesús por primera vez, cuestionó: ¿De Nazaret? ¿Acaso algo bueno saldrá de allí? (Jn. 1:46) Esto es otra muestra de que los planes de Dios no se parecen en nada a los nuestros, y es que en el plan de Dios para nosotros ocurren cosas misteriosas. Se dice que el Señor escribe derecho sobre líneas torcidas, y que sus caminos son misteriosos. ¡Es verdad!

    Para que se cumpliera lo que fue dicho, Jesús sorteó la muerte y el sufrimiento poco después de nacer; para que se cumpliera lo que fue dicho Cristo tuvo que volver de Egipto y luego establecerse en Nazaret; y para que se cumpliera lo que fue dicho este Jesús sufrió muchísimo… una y otra vez vivió en medio de rechazos, trampas, odios, intentos de asesinato, y todo lo soportó hasta que llegó la hora de su sacrificio por nosotros: en el tiempo justo, en el tiempo de Dios.

    En la cruz, Jesús sufrió nuestro castigo. Él vivió el calvario que nosotros merecíamos y cargó con todo esto por una razón muy simple, pero a la vez necesaria: para que se cumpliera lo que había sido dicho. Él tenía que obrar nuestra salvación, que desde el principio de todas las cosas fue el plan de Dios para nosotros, sus hijos.

    Nosotros, los creyentes, también tenemos que sortear los dardos hirientes de nuestros enemigos. El reformador alemán Martín Lutero dice que la humanidad enfrenta tres enemigos importantes que siempre buscarán apartarnos de los planes de Dios, de su Palabra, de sus Sacramentos, y deshacer lo que Él quiere hacer en nosotros. Estos enemigos son el diablo, el mundo y la carne.

    El diablo andará por ahí, como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), buscando hacernos daño y apartarnos del camino y el plan de Dios; el mundo pondrá trampas y tentaciones, y usará reyes y príncipes (como Herodes) que intentarán abatir la fe cristiana, pero no podrán con el plan de Dios; tampoco podrá nuestra naturaleza humana, la carne, ese pecado interior que mora dentro de nosotros, y que nos llena de debilidades, dudas, desconfianza. Todos estos enemigos buscarán hacernos daño y apartarnos de la Palabra de Dios, pero por fe sabemos que ya han sido derrotados, no solo en la cruz de Cristo, sino también en la tumba vacía de su resurrección. La victoria es nuestra, y nuestra es la promesa de contar siempre con un Señor y Salvador.

    En este nuevo año te invito a tener presente que, para que se cumpliera lo que fue dicho, Dios envió a Jesús para que diera su vida por ti, y en nuestros corazones no debe haber duda alguna que Jesús es la profecía que Dios cumplió, la promesa hecha realidad, el amor divino hecho hombre, y la muestra de que Dios está con nosotros. Dios envió a su Hijo por nosotros, y en su Palabra nos recuerda que Él siempre cumple lo que promete. A Dios sea la gloria. Amén.

    Si quieres saber más sobre Jesús y el plan de salvación por medio de Él, a continuación te diremos cómo comunicarte con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones.