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PARA EL CAMINO
TEXTO: Apocalipsis 22:7-11
Apocalipsis 22, Sermons: 1
Jesucristo va a volver. Algunos lo recibirán con alegría, porque lo habrán estado esperando. Pero a otros los tomará por sorpresa, porque nunca creyeron que su promesa de volver fuera a ser cierta. ¿A qué grupo pertenece usted?
Advertencias. En el mensaje de hoy vamos a hablar sobre las advertencias. En el año 1986 había dos ingenieros eléctricos en la sala de control de la planta nuclear rusa en Chernóbil. Todos conocemos al menos el nombre de ese lugar, que pasó a la historia por el terrible accidente que allí tuvo lugar. Aunque en realidad, lo que allí sucedió, no fue un accidente. En su informe a la prensa mundial, el gobierno ruso dijo que esos dos ingenieros habían realizado un «experimento no autorizado». Una mejor explicación es que estaban jugando con las máquinas, tratando de ver durante cuánto tiempo una turbina podía seguir girando después de haber sido apagada.
Es un poco complicado entender todo lo que ello implica, pero voy a tratar de explicarlo. Para poder hacer eso, los ingenieros tuvieron que anular manualmente seis sistemas computarizados de alarma; lo que quiere decir que, cada vez que iban a anular un sistema, la computadora les decía algo así como: «¡Pare! ¡Peligro! ¡No haga eso!», y, cuando eso sucedía, los ingenieros simplemente apagaban la alarma. Pero entonces otra alarma se encendía, dando exactamente las mismas advertencias. Y esto sucedió no dos o tres o cuatro veces, sino seis veces. Y una y otra vez, los ingenieros ignoraron las advertencias de la computadora. Y, porque así lo hicieron, causaron un desastre que hizo llover radiación por todo el mundo.
Este mensaje trata sobre las advertencias. Más específicamente, trata sobre la advertencia de Jesús que encontramos en el capítulo 22 del libro de Apocalipsis, donde dice: «¡Miren que vengo pronto!». Es una advertencia que el Salvador tiene toda la intención de cumplir. No hay dudas de que Jesús está diciendo la verdad. Lea la Biblia, y muy pronto se va a dar cuenta que, si hay algo que se puede afirmar con toda seguridad acerca de Dios, es que él siempre cumple su Palabra. Quizás no siempre comprendamos lo que hace o por qué lo hace, pero el Dios Trino siempre cumple su Palabra. Cuando Dios les dijo a Adán y Eva que si comían del fruto prohibido serían castigados, lo dijo en serio. Es una pena que nuestros primeros padres no prestaran atención a esa advertencia, porque desde ese momento la humanidad ha estado pagando el precio de su desobediencia.
Dios siempre cumple su Palabra. A los descendientes de Abraham Dios prometió darles una tierra, y lo cumplió. Es cierto que pasaron unos cuantos años hasta que cumplió su promesa, pero llegó el día en que Josué sacó al pueblo de Israel del desierto, y lo llevó a la tierra donde fluían la leche y la miel. Dios cumple su Palabra. Cuando Dios prometió enviar un Salvador para redimir y rescatar a la humanidad pecadora, lo cumplió. Cuando dijo que el Salvador iba a ser un ser humano nacido de una virgen, lo cumplió. El Padre sabía que, para lograr nuestra redención, Jesús tenía que ser como uno de nosotros. Jesús tenía que ser hombre para cumplir las leyes que nosotros no podemos cumplir, para resistir las tentaciones que nosotros no podemos resistir, y para morir la muerte que nosotros debíamos morir. Cuando el Padre dijo que ese Salvador sería su Hijo, y que su Hijo iba a morir en una cruz, lo dijo en serio. Sí, es cierto que pasaron miles de años hasta que esas promesas se cumplieron en la persona de Jesucristo, pero se cumplieron.
Jesús nació en Belén, así como el Padre dijo que iba a suceder. Jesús fue maltratado y golpeado, así como había sido profetizado. El Hijo de Dios fue crucificado entre ladrones, así como Isaías ya lo había escrito varios cientos de años antes. Más de 100 profecías se habían hecho acerca del Mesías. Dios había dado más de 100 señales para identificar al Redentor, de tal forma que, quienes estuvieran observando, pudieran reconocerlo cuando llegara. Todas esas promesas, todas esas señales, todas esas profecías, fueron cumplidas en la persona de Jesús de Nazaret. Las posibilidades de que todo eso se diera en una sola persona, eran astronómicas. Pero Jesús lo logró. ¿Dije astronómicas? Me equivoqué. Eran imposibles. Imposibles para el hombre, pero Dios había prometido que así sería… y Dios siempre cumple sus promesas. Y porque Dios siempre cumple sus promesas es que le puedo asegurar que, si Jesús dice ‘Vengo pronto’, es porque va a venir pronto.
Este mensaje trata sobre las advertencias. Y esta advertencia de Jesús de que va a venir pronto, divide a los oyentes en dos grupos. El primer grupo está formado por quienes han sido tocados por el Espíritu Santo y han recibido fe en Jesús. Ustedes son los que, cuando escuchan decir que ‘Jesús viene pronto’, se alegran. Es cierto que algunos quizás piensan ‘sería bueno si espera un poco hasta que me case, o hasta después que me gradúe o que vuelva de las vacaciones’. Pero en general, los que llaman a Jesús de ‘Salvador’ están prontos para recibirlo, porque saben lo que su venida significa. Saben que, cuando Jesús venga, va a juzgar al mundo, y quienes como ellos han recibido el perdón de sus pecados y confiado en él como su Salvador, van a ser transformados. Más aún, van a ser reunidos con todos los creyentes de todos los tiempos que ya han muerto, y van a ser llevados a un cielo y una tierra nueva donde no habrá más llanto, ni sufrimiento, ni cáncer, ni epilepsia, ni pornografía, ni ladrones, ni guerras, ni traficantes de drogas, ni racismo, ni discriminación, ni injusticias de ningún tipo. Es por eso que los cristianos no tienen miedo del regreso de Jesús, de la muerte, o de la vida después de la muerte. Es por eso que los cristianos siguen orando por quienes aún no creen, e invitándolos a unirse a ellos… porque quieren compartir el cielo y la eternidad con todos.
Hace unos minutos dije que había dos maneras de reaccionar al escuchar acerca de la promesa del regreso de Cristo. Ya hablamos del primer grupo, así que, si usted pertenece al segundo grupo, estará pensando que nada de lo que he dicho hasta ahora es cierto. Cada uno tiene derecho a creer lo que quiera, pero aún así, Jesús va a volver. Lo maravilloso es que, antes de hacerlo, él sigue acercándosele. En el libro de Apocalipsis lo deja bien en claro porque no quiere que, cuando regrese, nadie vaya a decir que no sabía que él iba a volver porque nadie se lo había advertido. Hoy, en estos momentos, el Espíritu Santo se lo está advirtiendo a usted, diciéndole que Jesús va a volver, y que quiere que usted sea salvo. Recuerde que Dios siempre cumple su Palabra. El regreso de Jesús no es una probabilidad o una posibilidad. El regreso de Jesús es un hecho seguro.
¿Cómo lo sé? Lo sé porque él ya ha regresado victorioso. Luego de haber vencido la maldición de la ley obedeciendo todos los mandamientos de Dios, y de haber vencido al diablo resistiendo todas sus tentaciones, Jesús también venció la muerte. La resurrección de Jesús de la muerte al tercer día fue una gran victoria. Una victoria para él, sin lugar a dudas, pero también una victoria para todos los que lo confesamos como Señor de nuestras vidas. Todos los cristianos creemos que, porque Jesús resucitó, nosotros también vamos a resucitar. Y, si podemos creer que Jesús ha resucitado de la muerte, no tenemos ningún problema en creer que va a volver victorioso a juzgar al mundo. Es un hecho seguro.
Un hecho seguro. Déjenme explicarles a qué me refiero cuando digo que es un hecho seguro, dándoles un ejemplo. En la Segunda Guerra Mundial, la histórica ciudad alemana de Aquisgrán había sido rodeada por las fuerzas americanas. Hitler había dado órdenes al comandante nazi en esa ciudad de que se mantuviera firme hasta la muerte, y que bajo ningún concepto se entregara. Esa era la situación cuando el Teniente General Hodges envió un ultimátum al comandante nazi y al alcalde de la ciudad para que se rindan. Pero Hodges no sólo mandó un ultimátum, sino que también desparramó miles de panfletos por la ciudad, apelando a las tropas y a los habitantes para que se entregaran y evitaran una matanza innecesaria. Esto es lo que esos panfletos decían: «Aquisgrán está rodeada por tropas americanas. El comando alemán no puede ayudarles. Ciudadanos de Aquisgrán: ha llegado el momento de entregarse honorablemente. Nosotros, los americanos, no hacemos la guerra a civiles inocentes. Pero si los líderes insisten en más sacrificio, no tendremos más remedio que destruir su ciudad. No hay tiempo que perder. Nuestros bombarderos están prontos esperando órdenes para despegar. La artillería que rodea su ciudad está pronta para abrir fuego. Ciudadanos de Aquisgrán, apresúrense. Mañana puede ser demasiado tarde. Sólo tienen dos opciones: o se entregan inmediatamente, o serán destruidos por completo».
Permítame que le pregunte ahora a usted: si usted hubiera sido un habitante de esa ciudad en esos momentos, después de escuchar esa advertencia, ¿qué hubiera hecho? Le cuento lo que sucedió. La ciudad no se entregó. Los bombarderos despegaron, la artillería disparó, y la ciudad sufrió una devastación tremenda. Se perdieron muchísimas vidas, y eventualmente la ciudad fue tomada por los americanos, lo cual no debería haber sido sorpresa para nadie, pues la batalla había estado perdida antes de comenzar. Ése era un hecho seguro.
Jesús viene pronto. Y si usted juega con la idea que Jesús no va a venir a juzgar al mundo mientras usted está vivo, debo decirle que aún así, él va a venir a juzgarle a usted individualmente. Durante casi 80 años a través de este programa hemos estado proclamando la Palabra de Dios y diciéndoles a las personas que Jesús va a volver como Redentor para salvar, o como juez para castigar. El domingo 7 de diciembre de 1941 a través de este mismo programa estábamos diciendo eso cuando sucedió el ataque a Pearl Harbor. Ese día, miles de personas que no se lo esperaban, se encontraron con Jesús, el Juez. Ese día, miles fueron al cielo… o no. Este programa ha sido escuchado, y aún lo sigue siendo, por soldados que han estado esparcidos por todo el mundo. Para muchos de ellos, las palabras proclamadas acerca de su Salvador Jesús a través de este programa, fueron las últimas que escucharon antes de morir pues Jesús vino para ellos en ese momento, así como está viniendo hoy para muchos otros.
Jesús viene. Él viene a las casas de ancianos, a los hospitales, a las prisiones, a los asilos. Viene tanto para las personas mayores, como para los niños. Él viene hoy, mañana, y pasado mañana. Y uno de estos días él va a venir para usted. Déjeme confiarle un secreto, un secreto que compartimos todos los que hemos hablado por este micrófono. Quienes escuchan asiduamente este programa, saben que cada predicador tiene su estilo particular y su forma especial de compartir la historia del Salvador que fue crucificado y resucitó para rescatarnos del pecado, la muerte y el diablo. Pero todos hemos sido, y somos, motivados por un mismo pensamiento, que es el siguiente: cada semana hay personas que nos escuchan para quienes este mensaje es la última oportunidad que tienen de escuchar acerca de Jesús.
Nunca más alguno de ustedes va a escuchar cuánto amó Dios al mundo que sacrificó a su Hijo para que cargara con nuestros pecados y muriera la muerte que nosotros merecíamos. Nunca más algunos de ustedes va a escuchar cómo el Hijo de Dios fue maltratado y castigado por nuestros errores para que nosotros fuéramos rescatados del infierno. Nunca más alguno de ustedes va a escuchar cómo Jesús dejó que lo clavaran a una cruz para que, cuando regrese a juzgarnos, podamos ser declarados libres de culpa. Lo cierto es que, la próxima vez que salga al aire este programa, alguno de ustedes habrá exhalado su último suspiro, y su cuerpo ya habrá sido sepultado. Es por ello que hoy le pregunto a cada uno de ustedes: ¿está usted preparado para el regreso de Jesús? No se deje engañar, su regreso no es inesperado. Él lo ha prometido, y lo va a cumplir. ¿Está usted pronto para cuándo él venga? ¿Se va a quedar tranquila su familia sabiendo que se van a reunir nuevamente en el cielo, o pensarán que quizás nunca más se volverán a ver?
Volviendo al tema de las advertencias. El 15 de abril de 1912 se hundió el Titanic. Lo interesante es que se hundió a pesar de haber recibido advertencia tras advertencia. Cada mensaje que el Titanic recibió por su radio, fue una advertencia que les decía que iban derecho a chocarse contra un iceberg. Sin embargo, todos esos mensajes fueron ignorados. De hecho, cuando un barco que estaba cerca le envió una advertencia urgente, el operador de radio del Titanic estaba tan ocupado consiguiendo choferes para que buscaran en el puerto a los pasajeros importantes, y finalizando los menús que debían ser preparados como cenas de bienvenida, que ni siquiera le prestó atención. El Titanic estaba tan ocupado con cosas triviales que, cuando llegaron las advertencias, las consideró una molestia, y las descartó.
Es mi oración que usted no haga lo mismo. No ignore ni descarte las advertencias que pueden salvar su vida. Deje de lado las cosas triviales, y ocúpese de lo que es realmente importante. Jesús vuelve pronto, y quiere que usted esté preparado. Si podemos ayudarle a prepararse, no vacile en comunicarse con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.